José Luis Domínguez
Foto tomada de la web
La Jornada Maya
Miércoles 22 de noviembre, 2017
Pensar en política hoy es como estar ante un muro. Hacer política en este momento, equivale a estar ante una pared muda e infranqueable. Querer hacer política hoy de modo independiente se antoja como estar frente a una gran pared de cal y canto. Una pared rústica, inacabada, que nos reta sólo con verla. Y es que, a diferencia de las formas de hacer política que hemos visto, aprendido y padecido, acá, como en el mundo entero, parece haber novedosas y variadas formas de manejar las cosas públicas, que van surgiendo del hartazgo de la ciudadanía ante el desgastado paisaje político convencional.
Lo mismo en España, que en Sudáfrica, más allá de los nacionalismos, los pueblos buscan salidas alternativas en el difícil arte de manejar los asuntos de orden común. Lo mismo en Jalisco que en Yucatán, superando todo regionalismo, las nuevas generaciones se plantean el reto de construir otras expresiones y formatos para renovar la política, en los que la participación ciudadana rebase las “costumbres” convertidas ya en paisaje social desalentador: “es que siempre se ha hecho así…”.
Pero no son sólo los jóvenes los que se paran hartos frente a ese muro infranqueable. Somos todos los ciudadanos: hombres y mujeres, viejos y chavo-rucos, habitantes de las ciudades y los pueblos. Cada día somos más los ciudadanos que seguimos lamentándonos, comentando, escribiendo y hablando ante lo que a diario vemos y oímos: niveles crecientes de saqueo a las arcas públicas como en subasta: “Quién desvía más?”; impunidad a todos los niveles de aplicación de la justicia, pese a las denuncias y pruebas irrefutables; encubrimientos para eludir leyes y reglamentos, lo mismo en los procesos de construcción urbana que en los contratos de producción rural, en beneficio de unos cuantos; escasez creciente de oportunidades para las generaciones que se van incorporando al mercado laboral; control casi total de ciertas áreas y regiones del mapa nacional.
Los gritos se han multiplicado y van subiendo de tono: ¡Ya basta!... ¡Estamos hartos..! ¿Hasta cuándo...? Algunas voces libres que se siguen escuchando en los medios de comunicación y algunas plumas independientes, nos devuelven a ratos la esperanza. Los chavos quizá se alientan unos a otros en las redes. Sin embargo, pocos pasan del escepticismo y desencanto a la actuación eficaz. Por eso, y ante este nuevo episodio electoral, a partir de discretos y acotados cambios en la legislación electoral, vamos viendo que hay gente aquí y allá que va buscando nuevos caminos para la convivencia social.
Nuevas rutas son, sin duda alguna, las candidaturas independientes. Pero ya los analistas políticos se han encargado de ayudarnos a diferenciar entre aquellos “independientes” promovidos por sus “dependencias” partidistas o gremiales a manera de nuevas formas de conseguir cuotas en los puestos de representación y los hach candidatos independientes que se van lanzando al ruedo del proceso electoral cual valientes noviller@s.
Tampoco nos terminan de convencer los dizque-independientes dolidos, los chechones, desplazados u olvidados de los partidos que traen consigo en la piel, y quizá más adentro, las viejas formas de hacer política. Así las cosas, reiteraría mi pregunta inicial: ¿Es posible hoy hacer política en forma independiente? ¿Hasta dónde la ley nos lo permite? ¿Qué tanto nos volverán a dar “atole con el dedo” como en aquellos tiempos en los que estrenamos la alternancia? La moneda está echada al aire.
Seguimos ya de cerca los casos de independientes en el ámbito nacional que desearán entrar a la competencia presidencial. Números, firmas, simpatías crecientes y decrecientes…el proceso sigue su curso. Y en lo local: apenas comienza y ya empezaron a salir los golpes bajos, imprevistos, fallas técnicas, o imprecisiones legales… y ¡lo que falta! De cualquier manera, bienvenidos sean todos los independientes, en el ámbito municipal, estatal, federal y también ¿por qué no? en el campo universitario: escuela y reflejo de lo que sucede en el horizonte social. Los ciudadanos seguiremos muy pendientes de los avances y problemas de aquellos que están inaugurando este formato de hacer política en forma independiente, así como de cada una de las personas que se ostentan como tales.
Nos sentaremos frente a esta hermosa pared de argamasa y piedra, rústica y sin terminar, en espera de que resista sólidamente, más que las paredes lisas y maquilladas con falsos acabados, pero frágiles, sin sustancia y sin fuerza para sostener el pesado edificio social en que vivimos. ¡Ánimo! Y a quienes han decidido dar el paso para dignificar la política, cuenten con nuestra certera participación y decidido apoyo cuando llegue el momento de echar manos a la obra en el gran proyecto de reconstrucción nacional.
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