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del

Hugo Martoccia
Foto: La Opinión de Quintana Roo
La Jornada Maya

Jueves 26 de octubre, 2017

El ataque a balazos a las oficinas del [i]Canal 10[/i] en Cancún despertó nuevamente el fantasma de que algunas de las cosas que suceden en el estado tienen alguna vinculación política. En algún ámbito del gobierno se habla, sin ambages, de un intento constante de desestabilización contra la administración.

Desde el ataque a la Vice Fiscalía, también en Cancún, de enero pasado (potenciada por la matanza en el bar Blue Parrot de Playa del Carmen) esa idea se instaló en el Gobierno.

Aquella extraña noche de enero, cuando Cancún vivió uno de los peores momentos de su corta historia, el gobernador Carlos Joaquin pronunció un discurso que claramente señaló al pasado reciente a la hora de buscar a los culpables.

“El ataque armado de grupos criminales, que hicieran hoy a las oficinas de la Fiscalía General del estado en Cancún, se enmarca en este contexto de combate a la corrupción e impunidad”, dijo en aquella ocasión, en un mensaje televisado.

“El ataque a las instituciones de justicia lo único que revela es que vamos en el camino correcto, y no vamos a bajar la guardia”

Para que no quedaran dudas, al enumerar las razones de ese ataque, dijo que tenía que ver con la reversión del paquete de impunidad y las denuncias contra ex funcionarios. O sea, no había duda de los destinatarios del señalamiento.

[b]El 'Warning'[/b]

En todos los momentos posteriores a ese discurso, cuando la violencia recrudeció, se volvió sobre la idea de una posible desestabilización de origen político.

Hubo asesinatos de comandantes de la Fiscalía y diversas policías, y secuestros extorsivos de empresarios y políticos. Algunos hechos quedaron marcados como datos vinculados directamente a grupos criminales, pero en otros tomó color aquella vieja sospecha.

Quizá una ocasión en donde esa sospecha se hizo más presente, fue en los días posteriores al warning contra Quintana Roo, que se dio por el crecimiento de la tasa de homicidios.

El mencionado warning fue emitido por el Departamento de Estado de los Estados Unidos el martes 22 de agosto. Inmediatamente, se desató en el Estado una ola de hechos violentos.

La noche del miércoles 23, en la esquina de la Quinta Avenida y la calle 20, en pleno corazón turístico de Playa de Carmen, hubo un intento de ejecución que causó pánico en la zona, de mucho tránsito de turistas.

Un día más tarde, los turistas de la Quinta Avenida fueron testigos del espectacular robo a la joyería Diamonds.

A la par, se desató en Cancún una serie de ejecuciones.

La noche del jueves hubo dos ejecutados: uno en la región 220 y otro en la 519.

El viernes a la madrugada un hombre fue ejecutado en un motel de la avenida López Portillo.

Horas más tarde, hubo un intento de ejecución en la región 219, y un ejecutado en Valle Verde, en donde también hubo el levantón de dos personas.

Al mediodía del mismo viernes, hubo un levantón de dos personas a la altura del hotel Iberostar, de la la Riviera Maya.

Y al final, un hecho que causó enorme conmoción. La madrugada de ese sábado, un enfrentamiento a balazos a la altura del Corla Negro, de Punta Cancún, que obligó al cierre de las discotecas de las zona.

En pocos días, el Estado parecía haberse convertido en tierra de nadie. Y en el Gobierno, todos pensaron que no estaban ante hechos fortuitos o desconectados entre sí.

[b]El turismo ¿el próximo objetivo?[/b]

Días atrás, luego de que diversas declaraciones públicas agitaran la posibilidad de una crisis turística (la cuál, al menos hasta el momento, no avalan las estadísticas) Carlos Joaquín reaccionó con un fuerte discurso.

El gobernador le dio una connotación política y hasta electoral al tema, que dejó pocas dudas.

“Hay quienes quieren dañar al Gobierno y le pegan a la gente”, dijo, sin vueltas.

Dijo que los actos criminales vienen de “gente que provoca que estos índices crezcan en búsqueda de mejora económica o para lograr otras posiciones de tipo político”.

Y aclaró:

“¿Qué vale más, una posición electoral o un destino turístico, que le da de comer a casi dos millones de personas?”.

El ataque de este martes contra las oficinas del Canal 10 de Cancún generó que ese discurso se redimensione. El Gobierno no ha mencionado a los culpables, pero los intuye.

Y ve que los fantasmas se corporizan. Y que la batalla electoral inminente los hará deambular por la realidad.

[i]Chetumal, Quintana Roo[/i]


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