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Texto y foto: Margarita Robleda
La Jornada Maya

Martes 17 de octubre, 2017

De niña escuché alguna vez que los yucatecos estamos en todas partes y que nunca nos morimos de hambre por ser tan buenos cocineros. Nadie se puede resistir a un panucho o a un salbut hecho con talento y amor.

Si de niña escuché eso, de más grande, recordándolo, pensé que exageraban. ¡Sorpresa! La leyenda tenía razón. En Dubái, al otro lado del mundo, disfruté salbutes, marquesitas y un pastel de tres leches ¡Deliciosos!

Desde que inicié la planeación del viaje, mi amiga Annel Góngora, directora de Relaciones Públicas de [i]La Jornada Maya[/i], me dijo “busca a Ernesto Cab Vera, es chef en Dubái y una persona increíble”. La curiosidad pudo más que todo y lo busqué. Annel tenía razón, juntos habían sido scouts y siendo el mundo tan pequeño, resultó que había hospedado a un sobrino del norte cuando fue a un encuentro mundial de la manada. Entusiasta y generoso, Ernesto, conocedor del estómago peninsular, nos invitó a desayunar al restaurante María Bonita para agasajarnos con productos de maíz.

Llegué con mucha curiosidad. ¿Dónde consigue la materia prima? ¿Quién hace las tortillas, las tostadas? ¿y el chile habanero? ¿Cómo es vivir en Dubái? Ernesto nos platicó que hace más de siete años conoció a un piloto mexicano que ahora vuela en la línea Emiratos y que después de probar su sazón le dijo: “Te necesito en Dubái”.

A veces, la vida presenta oportunidades que coinciden con los momentos personales adecuados y no lo pensó mucho, se lanzó a la aventura de conquistar los paladares novatos en cuestión de nuestros sabores.

Los retos han sido grandes. Las leyes de salubridad son sumamente estrictas. Las leyes de la religión, también. Nada de puerco, ni bebidas alcohólicas. Los empleados son de distintos países de África, de la India y Paquistán. Distintas culturas, idiomas, aunque sí, todos con un sólo objetivo: trabajar, crecer, ahorrar. Toca aprender árabe, inglés, cultura de Medio Oriente; leer el Corán para entenderlos. Ernesto, con el entusiasmo que lo caracteriza, ha logrado armar un equipo de trabajo solidario y equilibrado. Dice que el guacamole preparado en la mesa es el éxito de la casa. Hay el Menú del chef los fines de semana, donde vuelca su amor por nuestra gastronomía mexicana auténtica y trata de decirle al mundo que somos mucho más que nachos y enchiladas. Me cuenta que en noviembre monta altar de muertos y hasta lotería han jugado con los comensales que llegan con su hambre de sabores conocidos y sus nostalgias.

Ernesto Cab Vera, yucateco de nacimiento, ciudadanos del mundo por elección, está a punto de abrir una sucursal de María Bonita en una zona nueva de Dubái. ¡Felicidades, Ernesto! ¡Orgullo nuestro!

Cuando uno ve las fotos de antaño, mínimas construcciones sobre el desierto, no se logra entender cómo llegaron hasta este punto. Tienen todo y no tienen nada. Pero de esa nada, lograron llegar al todo por medio de la visión, planeación, ejecución. El orden y el espíritu que lo rige. Sary, nuestro guía en español, egipcio de nacimiento, llegó hace varios años en búsqueda de oportunidades y nos dijo que no importan los años que se tengan de vivir en el país, nunca tendrá la nacionalidad. Que los 1200 000 emiratís y los siete millones 800 trabajadores extranjeros, hacen los nueve millones de habitantes de los Emiratos. Que son bienvenidos a venir a trabajar, pero, aunque pueden comprar propiedades, éstas son en comodato por 90 años y al morir, deben regresar a ser enterrados en su país. La línea aérea de Emiratos, tiene 27 mil aeromozos, hombres y mujeres de todos los países, jóvenes universitarios que quieren conocer el mundo, trabajar y ahorrar; alegres y animosos que dan un servicio de primera.

No sé qué impacta más, sus propuestas y atracciones o su limpieza y orden. El metro está impecable, al igual que sus mercados, como el de Sharjah, el tercer emirato en importancia donde viven muchos de los trabajadores extranjeros; climatizado, con mercancías de todo el mundo, quizá por la variedad de trabajadores de todas las razas y países. Las frutas, carnes y mariscos están por áreas separadas para no contaminar los olores. No es extraño recuperar un celular perdido en un taxi y el guía nos aseguró que se podía caminar por la calle a cualquier hora, sin problema alguno. No quise exponerme a hacer la prueba, no sé si el comentario incluya a una mujer sola.

Me despido de Dubái con sentimientos entremezclados. De la nada surgió todo esto y nosotros teniendo tanto, carecemos del compromiso personal y comunitario con México para salir adelante. Deseo que estos movimientos telúricos nos sirvan para despertar, planear, elegir: qué nos funciona, qué no.

No me queda más que reconocer la visión y dinamismo del Sheik Rashid Bin Saeed Al Maktoum que, en los años 60, hizo cantar al desierto y fundó Emiratos Árabes Unidos.


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