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José Juan Cervera
Foto tomada de la web
La Jornada Maya

Viernes 6 de octubre, 2017

Los personajes que desde tiempos lejanos fecundan el campo desigual de las letras merecen una atención renovada. La magnificencia de su obra y riqueza de sus conceptos auguran provechosos hallazgos, siempre que se reconozca el ascendiente de su legado.

La figura literaria de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), su penetración filosófica y avidez científica coronan una de las etapas más luminosas de la cultura alemana, con toda la potencia del genio que extiende la calidez de sus dones en la nebulosa atmósfera de nuestros días, aún cuando parezca predominar un ominoso desprecio sobre el valor que anima las enseñanzas trascendentes.

No hay desmesura en ponderar la excelencia del sabio alemán, como bien lo demuestra el caudal de su obra, al igual que los testimonios de sus contemporáneos. Un ejemplo de ellos es el libro [i]Conversaciones con Goethe en los últimos años de su vida[/i], de Johann Peter Eckermann (1792-1854), quien a su lado desempeñó el papel de discípulo en el acogedor escenario que propició la corte de Weimar.

Eckermann no fue un descolorido eco de las palabras del maestro, ante quien exhibió desde el primer encuentro su potencial y sus dotes, convirtiéndose en cabal interlocutor de aquel hombre de excepción. Las notas que recogió abarcan casi una década de animados coloquios que esclarecieron su perspectiva del mundo y le hicieron perfeccionar su propio método de trabajo, afinando su sensibilidad y juicio a la vera de una de las mentes más lúcidas de su época.

Además de informar sobre el proceso de gestación de varias de las obras de Goethe, y de dar a conocer las impresiones de éste sobre el modo como aquellas fueron recibidas y la escasa popularidad a que condujo la complejidad de su composición, el libro reúne las opiniones del autor de Fausto con respecto a escritores como Milton, Voltaire, Byron y Walter Scott, y muestra sus vastos conocimientos sobre materias como mineralogía, botánica y arquitectura, a la que concibe como “música petrificada”, por los efectos que estas disciplinas producen en el ánimo de quien las observa o escucha.

Son especialmente valiosas las observaciones de Goethe a propósito de varios asuntos de la vida cotidiana, como la desazón que experimentaba frente a la comodidad y el lujo, que afectaban el ejercicio de sus cualidades intelectivas; del mismo modo brota su constante reflexión sobre el arte y la filosofía, desde el enfoque clásico con que formó su gusto estético. Refiere la importancia de las grandes personalidades que hacen florecer el sentimiento artístico en sus obras, merced a una intensidad desbordante y a una fuerza de atracción que, sin embargo resulta imperceptible en un ambiente menguado que desdeña la elevación de espíritu.

Goethe señala la desproporción dominante entre la ignorancia que rebaja lo propiamente grande, en tanto atribuye un valor superior a lo mediocre. “Basta decir algo que halague a la vanidad y a la pereza para lograr un gran éxito entre la muchedumbre de medianías”. Su vigoroso discernimiento lo lleva a prevenirse de las apariencias que anidan en el mundo letrado, la propagación de falsas doctrinas y el papel de la imprenta en la extensión del error. Por ello, no basta frecuentar los libros para acercarse a la verdad, si el espíritu permanece refractario a los fundamentos de la existencia en su lozanía originaria. Añade: “Lee uno demasiadas cosas de poca monta, con lo cual pierde el tiempo sin provecho alguno. En realidad, sólo debe leerse lo que se admira”. Hoy cabría aplicar este aserto a muchas prácticas y estímulos que distraen de lo esencial en la convivencia humana.

Eckermann transmite a sus lectores el júbilo que le produjo la noticia de Goethe al designarlo, en su testamento, editor de sus obras inéditas. La admiración con que alude siempre a él fue una de las causas por las que Alfonso Reyes considera que estas Conversaciones son solemnes e impiden apreciar el humor que caracterizó al eminente escritor alemán, si bien una lectura atenta trae a colación varios pasajes que sí lo dejan entrever. Pese a todo, Eckermann fue poseedor de un talento cuya medida le permitió aproximarse a un formidable pensador, y trascender de esta manera la memoria de los tiempos.

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