Felipe Escalante Tió
Foto: Israel Mijares
La Jornada Maya
Viernes 14 de julio, 2017
Cada cultura tiene un alimento al que le atribuye una relación con lo divino. Esto quiere decir que, como ingrediente o como parte de una comida, se le confiere una cierta dignidad dentro de la mesa. Según el Popol Vuh, el maíz es el elemento fundamental de la carne humana, y de ahí la variedad de preparaciones de este cereal en el área maya, y en toda Mesoamérica. Entre los griegos, la oliva es considerada un regalo de la diosa Atenea. Los judeocristianos tenemos ese vínculo con el pan y el vino.
El pan de trigo, particularmente, suele recibir algunos honores, como el que sólo el jefe de la casa pueda rebanarlo; también se le pide perdón, si un trozo cae al suelo, en algunas poblaciones de Europa del Este.
El recetario de Chichí Lupe recoge varias recetas de pan, pero la que encontramos el día de hoy, en especial, es una para convertir el pan en dulce. Lo extraño es el nombre de “torrejas”, dado que se trata de una preparación que no es típicamente yucateca y en otros países, incluso idiomas, lleva el mismo nombre: Caballeros pobres.
¿Por qué empleó Chichí Lupe el nombre de torrejas? Eso permanecerá en el misterio. Ahora bien, esta receta se inscribe entre las que permiten aprovechar los alimentos en su totalidad. Si bien, indica que se utilice pan francés, sin especificar que sea del día anterior, quiere decir que el pan tendrá un uso adicional al de acompañar la comida, así que no es necesario que se utilice el recién salido de la tahona.
[b]Torrejas[/b]
[i]Se rebana pan francés en rebanadas no muy delgadas. Se rebosan en huevo batido como para pezuñas, se fríen en manteca caliente y se extienden sobre un papel. Se guardan y al día siguiente se meten en agua caliente y se secan inmediatamente para que acaben de soltar la grasa. Luego se prepara almíbar espesito con pasas y almendras y una raja de canela, un poco de vino jerez y así caliente el almíbar se meten en él las torrejas[/i].
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