Opinión
Michael Covián Benites
30/06/2025 | Mérida, Yucatán
Todo archivo comienza con un gesto de atención. Con la voluntad de conservar, de recordar, de volver sobre aquello que alguna vez tuvo sentido. Este proyecto de investigación y documentación nace desde ese impulso: construir un archivo histórico y visual del Museo Regional de Antropología de Yucatán, Palacio Cantón. Un archivo que permita trazar la evolución de sus colecciones, exposiciones y transformaciones a lo largo del tiempo como espacio museal. La iniciativa busca reunir documentos, imágenes, catálogos y registros que den cuenta de la historia de este emblemático edificio y de su vocación pública, desde sus antecedentes en el siglo XIX hasta su consolidación como museo arqueológico en 1959. Más que preservar, se trata de convocar: de ofrecer un archivo abierto, consultable, que habilite nuevas miradas sobre la conformación del patrimonio en la península.
En los primeros avistamientos del acervo documental, emergen imágenes que forman parte ya de la historia del museo. Algunas de ellas nos remontan a las colecciones del antiguo Museo Yucateco (el primer museo público de la región) inaugurado en 1871. En el México del siglo XIX, los museos comenzaron a consolidarse como espacios para reunir objetos y documentos que representaran la riqueza cultural del país. En Yucatán, este deseo se manifestó tempranamente. En 1841, el licenciado Justo Sierra O’Reilly propuso la creación de un museo público en Mérida, con la firme intención de conservar el acervo arqueológico local y evitar que “ni el más pequeño fragmento de nuestro tesoro de antigüedades salga jamás de Yucatán…”. La propuesta también respondía a una necesidad cultural: construir un imaginario regional común. Aunque el proyecto fue interrumpido por la Guerra de Castas, volvió a tomar forma en 1866, cuando el Comisario Imperial Domingo Bureau decretó la creación de un Museo de Arqueología y Artes. Sin embargo, fue hasta 1871, durante el gobierno de Manuel Cirerol Canto, que se inauguró formalmente el Museo Yucateco, en el marco de los festejos por la Independencia Nacional.
Instalado en el Instituto Literario del Estado, el Museo Yucateco albergó en su origen una colección de 194 piezas: libros raros, retratos, manuscritos, piezas arqueológicas y restos históricos, donados en parte por el gobierno local y por su primer director, el sacerdote e historiador Crescencio Carrillo y Ancona. Con el paso de los años, el acervo creció e integró una notable galería de retratos y objetos que narraban visualmente la historia de la península. Cuando el Museo Yucateco fue clausurado en 1924, sus colecciones no desaparecieron: encontraron continuidad en el recién creado Museo Arqueológico e Histórico de Yucatán, donde fueron enriquecidas con nuevas esculturas, retratos y registros visuales. Décadas más tarde, en 1959, la institución fue reorganizada como Museo Arqueológico de Yucatán, en el Palacio Cantón. En ese momento, los bienes de origen prehispánico y virreinal quedaron bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), mientras que las piezas de los siglos XIX y XX permanecieron en bodegas a cargo del gobierno estatal.
No fue sino hasta 1980 cuando este acervo —tejido de memorias múltiples y atravesado por diversas transiciones institucionales— pasó plenamente al resguardo del INAH, lo que abrió la posibilidad de garantizar su conservación, estudio y difusión como parte de una historia compartida.
Entre las imágenes recuperadas por este archivo abierto, sobresale la del portaestandarte de Chichén Itzá, junto con otras piezas documentadas por figuras fundamentales de la arqueología decimonónica: Augustus Le Plongeon y Alice Dixon, pioneros en la exploración de Yucatán, así como Teobert Maler, cuyos registros visuales y escritos son clave para comprender la dimensión patrimonial de los objetos que hoy custodia el Palacio Cantón. Las colecciones del Museo Regional de Antropología de Yucatán son herederas directas de aquella vocación. En ellas persisten las huellas del antiguo museo, las miradas de los primeros exploradores y los gestos de conservación que hicieron posible que estos objetos llegaran hasta nosotros. Son las fotografías de campo, los planos antiguos, las fichas manuscritas, los expedientes y los registros gráficos los que hoy dan forma a este archivo en construcción: un espacio abierto al diálogo, pensado para ser consultado, investigado y compartido como parte viva de nuestra memoria cultural.
Pensar un archivo de esta naturaleza es también pensar en una memoria colectiva en constante reconfiguración. El Palacio Cantón no solo exhibe colecciones: se muestra a sí mismo como un relato en curso, una cartografía viva de sus exposiciones, transformaciones y afectos. En cada imagen recuperada, en cada ficha catalográfica, en cada plano hallado, el museo reafirma su vocación pública: ser un espacio donde la historia no se clausura, sino que sigue latiendo.
Con ello, el proyecto propone una nueva forma de relacionarnos con el patrimonio: una que no solo conserve, sino que también dialogue, convoque y transforme. Porque todo archivo, como toda historia compartida, está siempre en movimiento.
Michael Covián Benites es curador del Museo Regional de Antropología de Yucatán, Palacio Cantón.
Coordinadora editorial de la columna:
María del Carmen Castillo Cisneros, antropóloga social del Centro INAH Yucatán.
Edición: Estefanía Cardeña