Carlos Meade
Foto: Reuters
La Jornada Maya
Martes 11 de julio, 2017
Uno de los factores del deterioro ambiental en Tulum es la forma improvisada con que se manejan los residuos sólidos. La gran mayoría acaban en tiraderos a cielo abierto y en vertederos clandestinos. En una investigación se localizaron 70 vertederos clandestinos.
Recientemente, se estableció un relleno sanitario, en el cual se supone que debe haber un manejo más eficiente con un sistema de confinamiento que garantiza, al menos, que no haya filtración de lixiviados en el acuífero. El problema es que no se le ha dado un manejo adecuado al relleno y que no se ha establecido un sistema de separación que ayude a darle más vida a esta costosa obra de infraestructura.
Un sistema de manejo debe empezar haciendo corresponsable al generador. Los municipios, con su limitado presupuesto y con sus escasos recursos humanos, no tienen la capacidad de enfrentar la creciente generación de residuos sólidos derivada de un modelo social capitalista en su fase productivista y consumista.
Hace 50 años el promedio de generación por habitante en México era de 500 gramos y 80 por ciento eran desechos orgánicos. Hoy en día el promedio es de casi dos kilos por persona y sólo el 40 por ciento son materiales orgánicos. La población también se ha duplicado en este medio siglo.
[b]Separación a partir de cuatro ejes[/b]
La separación debería ser obligatoria, como lo es en muchos países. En la Ciudad de México por fin se ha optado por un sistema de distinción verdaderamente lógico y funcional. La simple separación entre orgánicos e inorgánicos, practicada en muchos lugares, ha demostrado ser confusa y no ayuda a resolver nada. Una separación funcional, que se debería establecer en Tulum, es en cuatro categorías: orgánicos, inorgánicos reciclables, inorgánicos no reciclables y especiales.
Los orgánicos son, principalmente, restos de comida y desechos de jardinería. Los reciclables son empaques, botellas, envases limpios, que pueden ser de papel, cartón, vidrio, plástico, metal, tela, etcétera. Los no reciclables, son residuos de manejo delicado por su potencial tóxico o inflamable como estopas con aceite o pintura, envases con residuos de pintura o solventes, colillas de cigarros, pañales desechables, entre otros. Los residuos especiales son los aparatos electrodomésticos. Todos son reciclables, pero requieren un manejo especial por su tamaño y potencial tóxico.
De estas cuatro categorías, sólo los no reciclables deberían llegar a un relleno sanitario, representando entre un 10 o un 15 por ciento del total.
Para establecer un plan de manejo de residuos sólidos en Tulum se debe convocar a todos los sectores sociales. El proceso lo debe facilitar un grupo especialista en las metodologías de integración social y planeación participativa.
Asimismo, el plan debe partir de un diagnóstico técnico, que arroje información sobre volumen y composición de nuestros desechos, además de un diagnóstico social que nos diga cómo los diferentes actores sociales perciben la problemática y cómo visualizan su participación.
En función de los resultados, se debe estimar la infraestructura y el equipamiento que se requiere para el manejo (con estimaciones presupuestarias); y se debe de diseñar una campaña de información para que la ciudadanía conozca el nuevo sistema de manejo.
La separación implicaría un sistema de recolección de materiales separados y el reglamento municipal deberá ser modificado para incorporar las nuevas obligaciones que se impondrán a ciudadanos y empresas.
El oficio de vivir
Andrés Silva Piotrowsky
Especial: Fauna Nuestra
La Jornada Maya
Las dos caras del diván
Alonso Marín Ramírez