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Óscar Muñoz
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 24 de enero, 2017


Ha sido alarmante saber los resultados de las pruebas de aprovechamiento escolar de los últimos tiempos, como Enlace, Pisa o Planea, sobre todo en el ámbito del lenguaje. Por ejemplo, en los resultados de la prueba Planea 2015, apenas el 12.1 por ciento de los alumnos de bachillerato en Yucatán lograron un dominio de los conocimientos y habilidades en lenguaje (específicamente comprensión lectora). Otro ejemplo lo muestran los resultados de la prueba Enlace de 2013, revelan que sólo el 9.4 por ciento de los alumnos de tercero a sexto grados de primaria en Yucatán calificaron excelente respecto de su conocimiento y habilidades en los contenidos del área de español, en la que está considerada la lectoescritura.

En las evaluaciones aplicadas a la lectoescritura, es sorprendente reconocer que algo está mal en el sistema educativo, lo que ha prevalecido durante mucho tiempo. Por décadas, en las escuelas se ha dado más importancia a la forma de enseñar a leer y escribir que a la forma en que los niños aprenden la lectoescritura. En la actualidad, esta tendencia continúa en el ámbito escolar, sin que las autoridades hagan algo para enderezar esta costumbre “institucional”, lo que ha generado muchos problemas en la lectura de los estudiantes de primaria, que son los futuros ciudadanos.

Bastaría con indagar en la superficie de la situación crítica de la lectura escolar para constatar que muchos estudiantes son incapaces de utilizar el lenguaje escrito como medio de comunicación y como forma de expresión de sus ideas y emociones. Esta circunstancia, que denota los bajos niveles de comprensión lectora, obliga a cuestionar las causas que han conducido a ello. Una de las razones primordiales está, seguramente, en el concepto que los docentes tienen acerca de la lectoescritura.

En la tradición escolar, persisten prácticas didácticas que se han arraigado a partir de una concepción institucional del sistema de escritura. Éste ha sido constituido por ciertos elementos de la escritura que favorecen los métodos de enseñanza del maestro, en lugar de atender las formas de aprendizaje de los alumnos, como las vocales y consonantes, las sílabas y las palabras, lo que permite que este sistema de escritura sirva para hacer pasar a los niños de primero a segundo grado, con el menoscabo de la comprensión.

Esta tradición pedagógica no está basada en la comprensión del funcionamiento del proceso lector, y por tanto descuida el modo en que se aprende a leer y las razones de ello. Ante esta situación, parece que a las autoridades del sistema educativo, nacional y estatal no les importa mucho resolver esta tendencia tradicional, a través de la cual finalmente se logra enseñar a leer “sin comprensión”. Al fin y al cabo, los niños tendrán la oportunidad de enfrentar la “comprensión lectora” al cursar los siguientes grados escolares.

En sistema institucional de escritura, la lectura ha sido considerada como un proceso mecánico de decodificación de la palabra escrita en palabras orales. De este modo, los alumnos sólo desarrollan habilidades en la percepción visual y en la pronunciación mecánica. En realidad la lectura es un acto en el cual son traducidas ideas escritas de otro para uno mismo. Por esta razón, los alumnos enfrentan la necesidad de pasar del desciframiento del texto a la extracción de la información contenida en éste. Para los docentes, los niños primero aprenden “la mecánica de la lectura” y luego “comprenden el texto”, cuando leer es comprender, actos que son inherentes uno del otro.

Con lo anterior, ¿por qué será que a las autoridades educativas no han querido solucionar esta dificultad pedagógica? ¿Será muy difícil ofrecer una verdadera capacitación a través de la cual los docentes sustituyan la concepción tradicional de la lectoescritura y prioricen el aprendizaje de los niños sobre el sistema institucional de escritura? Posiblemente las autoridades estén ocupadas de otros asuntos, más políticos que los que les exige su posición. Tal vez porque no les importa mucho que la población escolar aprenda verdaderamente a leer. Quizás porque persiste cierta ignorancia sobre el asunto.

A la par de la intervención necesaria de las autoridades del sistema educativo, será importante que en otros sectores públicos se realicen acciones tendientes a fomentar la lectura, más allá del sistema escolar, como sería el caso de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán que organiza y opera la Universidad Autónoma de Yucatán, que aún no se ven acciones tendientes a incidir en la solución de este grave problema. Lo mismo podría decirse de la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, que no ha dado muestras aún de, por lo menos, preocupación por crear públicos lectores.


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