Rafael Robles de Benito
Foto: LXI Legislatura de Yucatan
La Jornada Maya
Miércoles 11 de enero, 2017
En la nota publicada en [i]La Jornada Maya[/i] el 28 de diciembre pasado, se anuncia que el Congreso local otorgó a la doctora Julia Fraga Berdugo la medalla "Héctor Victoria Aguilar", nos enteramos de que es científica y yucateca, y de muy poco más. Quienes conocemos y queremos a Julia, sabemos que hay mucho más que decir acerca de ella y su trayectoria. Maestra generosa y apasionada, va formando generaciones de expertos en ecología humana que añaden a su bagaje profesional más que un riguroso conocimiento científico: Julia nos contagia de su profundo sentido de compromiso con las mejores causas de la humanidad, y especialmente de su robusta solidaridad con los menos privilegiados de nuestra sociedad.
Conocí a Julia Fraga a finales de la década de los ochenta del siglo pasado, cuando ella empezaba a intentar establecer una "reserva municipal" en la zona de aguas someras ubicada entre el puerto de San Felipe y la Isla Cerritos, al oriente del litoral yucateco, y colindante con los límites de la entonces recientemente creada Reserva Estatal Bocas de Dzilam. El propósito de los esfuerzos de Julia era establecer un área donde los residentes locales, y especialmente las mujeres pescadores de San Felipe, pudieran regular el acceso a los recursos pesqueros, garantizando su sustentabilidad.
A la postre, fungía yo como funcionario en la administración estatal, a cargo de la gestión ambiental de la entidad, y desde esa posición pretendía defender a rajatabla la normatividad en materia de conservación, de manera que le decía a la doctora Fraga que lo que pretendía hacer no era posible, que de hecho era ilegal, dado que los municipios carecían de facultades para establecer áreas protegidas en zonas marinas, sujetas a la exclusiva jurisdicción del gobierno federal. Estas diferencias de perspectiva nos condujeron a un absurdo diálogo de sordos.
Pasarían cerca de dos décadas antes de que lográramos entender que es importante formular propuestas de conservación de "abajo hacia arriba", que es necesario hacerlo dentro de las restricciones que impone el marco legal vigente, y que nos toca ejercer talento y saberes de tal manera que podamos respaldar los legítimos esfuerzos de las comunidades rurales y pesqueras por apropiarse de manera sustentable de sus recursos naturales y los servicios ambientales que provee su paisaje, haciendo compatibles con las leyes del país los proyectos que resultan acordes con las necesidades de nuestros pueblos.
Julia Fraga nunca se desalentó ante la negativa oficiosa de establecer la “reserva de San Felipe” y nunca ha cejado en sus afanes por apoyar los esfuerzos de las mujeres pescadoras de esa comunidad - y otras poblaciones costeras de la región. Ese tazón quijotesco, esa solidaridad generosa, justiciera y contagiosa, hace que resulte del todo digna de encomio la decisión del Congreso de otorgarle un claro reconocimiento. Nos toca a nosotros buscar maneras para apoyar sus esfuerzos, más allá de simplemente aplaudirlos, y nos toca también decirle, con profundo cariño y un fortísimo abrazo: Julia, necesitamos de tu aliento: Gracias.
[i]Chetumal, Quintana Roo[/i]
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