De medios, resistencias e irrelevancias

Felipe Escalante Tió
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Martes 21 de abril, 2020

En ciertos episodios de la historia, llamar a la desobediencia civil ha sido equivalente al heroísmo. Ya en el libro del Éxodo, Moisés exigía la liberación de los judíos sin convocar a estos a tomar las armas; en el siglo XX, las figuras de Gandhi, Rosa Parks, Martin Luther King y muchos otros hombres y mujeres dieron forma a diversas maneras de protestar contra prácticas injustas y regímenes como el de la Gran Bretaña sobre La India. Sin embargo, existe una gran diferencia entre estas historias y exhortar a la población a desatender las indicaciones de la autoridad nacional en materia de salud cuando se está en medio de una pandemia. Esto último ocurrió el pasado viernes.

Durante el noticiero nocturno de Tv Azteca, el presentador Javier Alatorre comentó: “... pero sus cifras y sus conferencias ya se volvieron irrelevantes. Es más, se lo decimos con todas sus palabras: Ya no haga caso a Hugo López-Gatell”, y en seguida refiere a desmentidos que presuntamente algunos gobernadores -especialmente Jaime Bonilla, de Baja California- han hecho en cuanto a las cifras de contagiados y fallecidos a causa de la pandemia. Esto levantó ámpula entre la sociedad, y un sinnúmero de especulaciones acerca de los motivos para el exabrupto de Alatorre.

Independientemente del juego político y económico no tan oculto tras los dichos del presentador, debe prestarse atención también al papel que desempeñan los medios de comunicación en este momento. Todos, sin excepción, debemos analizar nuestra propia postura ante la propagación del COVID-19 y concluir si lo que se está haciendo es congruente con los principios de licitud y responsabilidad.

Porque también debe reconocerse que la historia del periodismo va de la mano con la política. Todo medio de comunicación, por más independiente que se diga, tiene una relación con el poder político en sus distintos niveles; incluso si actúa como vocero de las distintas oposiciones.

Publicaciones radicales como L’ami du peuple, de tiempos de la Revolución Francesa, tomaron la bandería violenta y optaron por la confrontación a muerte, literalmente, en una época en la que Europa terminó bañada en sangre. En la Nueva España, el padre Hidalgo recurrió a la prensa como instrumento de difusión y justificación de su levantamiento; años después, aún en un contexto de enfrentamiento político en Yucatán, los redactores de D. Bullebulle optaron por prestar oídos sordos a quienes decían que Jacinto Pat se había levantado en favor del grupo político al que pertenecían.

[b]Responsabilidad de los medios[/b]

Dicho de otro modo: la prensa, los medios, tenemos una gran responsabilidad en cuanto a la manera de dirigirnos al público y las acciones a las que llamamos. El momento actual es el de una pandemia; un virus que ha pasado al ser humano y contra el cual no habrá inmunidad mientras no se cuente con una vacuna. El adversario de todos no obra regido por códigos políticos.

Mientras, el senador Porfirio Muñoz Ledo ya señaló a través de sus redes sociales las implicaciones legales de lo transmitido por Tv Azteca.

La Secretaría de Gobernación, por su parte, emitió un apercibimiento público destacando que “los medios de comunicación son entes estratégicos para difundir las directrices que refiere la declaratoria de mérito, por contener información para preservar la salud pública de las y los mexicanos”. Se aplicó la medida de apremio más leve, pero la Ley General de Salud menciona más, incluyendo el arresto de los responsables por 36 horas.

Bien sabemos que las penas establecidas legalmente hacen poco por disuadir a la delincuencia, pero mal haríamos los medios en publicar notas que inviten a la población a cometer absurdos, como hacer gárgaras con cloro, para prevenirse del nuevo coronavirus, en lugar de respaldar las que difunde la autoridad sanitaria.

De hacerlo, más que caer en una irresponsabilidad legalmente punible, perderíamos lo único que le da valor a un medio de comunicación: la credibilidad. Una vez perdida ésta, cualquier medio se torna irrelevante. Al igual que los empresarios que claman por mantener negocios abiertos o que se mantienen operando con normalidad arriesgando a su personal, eventualmente se terminará por perder el valor asociado a la marca.

Entonces, ¿es imposible comportarse como oposición en este momento? No, en absoluto. Hay mucho por hacer desde la crítica, mas ésta debe dirigirse a cuestionar inteligentemente lo que se considere que se está haciendo mal en el manejo de la pandemia, y aquí puede haber mucho; a preguntar por qué se adquiere un estadio de beisbol, mientras por otro lado se suprimen becas para estudiantes de posgrado; o si en diciembre y enero, cuando se veían largas colas de derechohabientes del IMSS en busca de una cita de especialidad, no se previó un mecanismo para fortalecer el sistema de salud pública para enfrentar al nuevo coronavirus.

[b][email protected][/b]

Edición: Elsa Torres