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La Jornada Maya
Foto: Ap

Lunes 13 de abril, 2020

Alemania analiza nacionalizar algunos sectores de su economía si la crisis del COVID-19 se profundiza y ha establecido la necesidad moral de congelar las rentas de casa-habitación en el horizonte inmediato. Dinamarca y Francia han nacionalizado segmentos importantes de la nómina laboral, es decir, ahora el erario público paga ciertos porcentajes de la nómina de empresas privadas y han convocado a no dejar a nadie sin casa por falta de pago o retraso significativo en su renta. En Yucatán, el gobernador del estado ha convocado a los dueños de bienes inmuebles a dialogar con sus inquilinos, esto con el fin de reducir, diferir o condonar parcialmente el costo de sus rentas para evitar quiebras o familias sin techo.

Todas esas acciones reconocen que los gobiernos, después de un largo periodo dominado por una mentalidad en la que el orden y la buena administración bastaban, empiezan a pensar más allá y poner sobre la mesa la necesidad de una nueva idea de solidaridad social.

Si un gobierno convoca a ser solidario en la renta de inmuebles para vivienda, comercios o industrias, nos está invitando a ser todos parte de la línea de defensa ante la crisis; entonces es lógico que cuando la crisis pase nos invite a todos a ser parte de la reconstrucción. Ese simple acto de justicia y de corresponsabilidad en dos vías, deberá transformar la lógica de la toma de decisiones económicas y de desarrollo. El gobierno que nos invita a sumarnos hoy en la emergencia, deberá sumarnos mañana en la formas correctas y socialmente inclusivas de la reactivación.

La convocatoria del gobierno estatal en realidad cruza las fronteras sociales obvias, eso es lo que la hace tan interesante y digna de comentario. No todos los que tienen inmuebles para renta son ricos, ni todos los inquilinos son pobres. Habrá familias de ingresos relativamente bajos, que vivan de la renta de inmuebles muy modestos; habrá empresas con recursos cuantiosos que renten inmuebles de bajo costo. Habrá inquilinos que necesitarán la exención del pago total y, así sean los menos, habrá inquilinos que puedan pagar más para ayudar a propietarios a sobrevivir la pérdida de rentas en otros frentes. Cada acuerdo solidario que se genere en ese aspecto, deberá ser un traje a la medida.

En cualquier caso, lo que estamos reconociendo es que la distribución del ingreso y de las oportunidades económicas puede ser mejor; tan es así, que ante una emergencia una muestra de solidaridad entre individuos, puede hacer grandes diferencias. Entonces, lo más importante, es preguntarse ¿qué pasaría si esas medidas urgentes ante la pandemia para tomar en cuenta las necesidades de otros, se volvieran la nueva forma normal de hacer las cosas?

Esta crisis ha demostrado, en México, que los estados tienen más espacio de maniobra y de impulso a políticas económicas y fiscales propias de lo que antes pensábamos. Si la federación se hace a un lado o tiene otras prioridades, pareciera que hay apetito social por gobiernos estatales proactivos que modifiquen acuerdos que creíamos estaban escritos en piedra. Cada estado puede, como ocurre en otros países que son federaciones o que tienen regímenes presidenciales, crear matices en su modelo de desarrollo económico y de la política social y laboral que lo acompaña.

Así, ¿qué pasaría si el seguro de desempleo se vuelve un elemento permanente de nuestro Yucatán? ¿Qué pasaría si avanzamos a un esquema para regular las rentas y evitar que estas sean las islas de evasión fiscal y abusos que hoy son? ¿qué pasaría si los bancos de alimentos se vuelven un pilar de una nueva cultura de la nutrición sana que tanto hace falta en el estado? imaginemos que no sólo se decreta la ley seca en la cuarentena y nos lanzamos a fondo a combatir el alcoholismo que en Yucatán ocupa vergonzosos primeros lugares como causante de violencia de género.

Vamos, ¿qué pasaría si en lugar de preocuparnos porque no le falte algo de ingreso a las personas que trabajan en servicios domésticos, servicios personales o construcción, nos comprometemos a formalizar su situación laboral en cada hogar, club deportivo, obra o edificio? Ahí está la oportunidad de transformación.

El gobierno de Yucatán nos ha llamado a ser parte de la solución en una emergencia, si el llamado es respondido, lo relevante será que esas soluciones colectivas ante la crisis económica se vuelvan una nueva forma de hacer cuando la reactivación comience en lo productivo, lo familiar, lo ecológico, lo cultural, la equidad de género, el respeto a las minorías y comunidades originarias; es decir, en todo.

Una convocatoria a revisar nuestro compromiso solidario, debe llevarnos a una convocatoria a revisar nuestro amplio y permanente acuerdo y modelo social, empezando por lo económico.

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Edición: Ana Ordaz


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