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Margarita Robleda Moguel
La Jornada Maya

Martes 7 de enero, 2020

Agradezco infinitamente al alcalde Renán Barrera Concha y al Honorable Cabildo del Ayuntamiento de Mérida haberme invitado a ser Oradora Huésped en esta Sesión Solemne con motivo del 478 aniversario de la fundación de nuestra ciudad.

Gracias por la oportunidad de declararle públicamente mi amor a la Señora; mis preocupaciones por su futuro y mejores deseos para que siga siendo la maravillosa ciudad que nos cobija a todos.

Así pues, como simple ciudadana que ama su ciudad, quisiera ser la voz de tantos cuyo silencio obligado y atorado terminará por pasar facturas dolorosas que atropellaran sin mirar a quién.

Cómo ser voz de los médicos y enfermeras que no tienen el material necesario para hacer bien su trabajo; cómo, la del paciente que tiene que soportar más allá de la inyección, la cara larga de la enfermera; las palabras incompresibles del médico, así como su prisa e indiferencia.

Cómo ser voz de los que se trasladan en transportes públicos, del rosario de quejas que buscan orejas abiertas a escucharlas, de la misma manera, la de los choferes que tienen la presión de una determinada cantidad de vueltas que les imponen los dueños del vehículo.

Cómo ser voz, junto con la del grupo Indignación, sobre la contaminación que nos afecta por causa de las granjas porcícolas de Homún, la tala furtiva del bosque de Kaxoc, que, si bien se encuentran en otros municipios, los cenotes se intercomunican, cual venas de un mismo río, y el agua llega contaminada a nuestro abasto; el aire y la falta de lluvia por la tala nos afecta a todos.

Homún, Kaxoc, Mérida y puntos intermedios tendríamos que unirnos para clamar auxilio. ¿Qué vamos a beber, qué respiraremos? Cómo criar cerdos de una manera sustentable y poder seguir disfrutando la cochinita.

Quiero ser voz de los habitantes de las comisarías que se volvieron islas perdidas entre las bardas de los fraccionamientos que surgieron de repente; comunidades recelosas y asustadas ante tantas miradas voraces de engullir su espacio.

Cómo ser voz de los buenos maestros, esos que están comprometidos y se la rifan cada día con niños que muchos papás inconscientes dejan en la escuela para que ahí los eduquen en lugar de haberlo hecho en casa.

Niños dispersos, incapaces de relacionarse, adictos a la adrenalina que, a través de la tecnología, que sus padres les dieron desde la cuna para tenerlos controlados, sin considerar que esto aniquila sus neuronas y evita que desarrollen capacidades motrices y sociales.

Cómo ser voz de los maya hablantes que se pierden en la ciudad y no encuentran respuestas a sus preguntas, siendo Mérida la capital de su estado a la que vienen a hacer trámites.

Voz en francés y en inglés de los canadienses y norteamericanos que han retornado la belleza de infinidad de casas de nuestro centro. Centro que nosotros abandonamos. Quienes pudiendo elegir otras ciudades y países, decidieron hacer de Mérida su hogar de medio o tiempo completo y que, además de hacerla bella y participar en actividades en beneficio de la comunidad, fortalecen la economía local.

Quiero ser voz que se una a los cientos de miles de voces de mujeres en Mérida y en el mundo, que gritan ¡Basta! No quiero… es ¡no quiero! ¡Má, es má! ¡Ni una más! Voz de las que ya no saben cómo gritar su dolor del abuso diario, de los feminicidios y faltas de respeto.

Hago presente a mujeres yucatecas que, con su voz, lucha y esfuerzo me trajeron hasta aquí: Rita Cetina, Elvia Carrillo Puerto, Consuelo Zavala, mis abuelas Nela Casares y Margot Guzmán, a mi tía Carmen Robleda, a mí madre Nydia Moguel.

De la misma manera quiero ser voz de los hombres que sufren violencia en casa y no tienen la posibilidad de ir al ministerio público a levantar una demanda por el terror que les provoca enfrentar la burla.

Cómo ser, de los que buscan la seguridad de su pareja y las leyes se lo impiden; cómo, de la comunidad que acompaña a esos niños agredidos y marcados de por vida, que no entienden la cerrazón de una sociedad que no sale a las calles a clamar justicia frente a los que abusan de ellos: llámese maestros, sacerdotes, pastores o familiares y hacen marchas y cadenas wasaperas para impedir el matrimonio igualitario, que, a final de cuentas es un deseo de compromiso mutuo entre adultos con libertad de elegir y lo otro, lo que permiten, con el silencio cómplice, es el abuso de seres indefensos que se suponen estarían bajo su protección.

Basta de violencia contra hombres y mujeres, jóvenes, niños, ancianos, animales y personas con preferencias religiosas, políticas y sexuales distintas a las nuestras.
Cómo ser voz de los que no la tienen, incluso de los indiferentes que ni siquiera les importa tenerla pero que, al paso que vamos, terminarán padeciendo las consecuencias.

La invitación es dejar la comunicación con el distante, para mirarnos a los ojos y hablar de corazón a corazón con él está junto.

Toca conectar la de pensar para comprender que, la utilización de tantas caritas en el celular nos está robando las palabras. Si así seguimos, muy pronto seremos incapaces de decir: perdón, gracias, tengo nostalgia, te amo.

Cómo decirles que los niños y los jóvenes, independiente de su procedencia, son los cachorros de nuestra especie, que a todos nos toca acompañarlos y protegerlos.

Y es que, más allá de nuestro código postal, preparación, lugar de nacimiento, ocupación y estatus, todos estamos en el mismo barco llamado Mérida, y, hoy, por nuestro beneficio y el de los nuestros, toca comprometernos y aprender a remar en una misma dirección: el bien común.

Quiero ser voz de una Mérida Ciudad de la Paz y la pluralidad, del respeto y la tolerancia, de la inclusión de todas las personas con capacidades diferentes y necesidades especiales.

Aún estamos a tiempo de construir la mejor ciudad del mundo, donde todos, independientemente de nuestra procedencia y actividad, hagamos bien nuestra parte, con pasión y compasión; donde en lugar de pensar únicamente como abultar la cartera personal, hagamos crecer la comunitaria invirtiendo en educación y cultura, en el deporte, investigación, ciencia y tecnología; porque el asunto, queridos amigos, es ganar, ganar... todos.


*Extracto del discurso pronunciado en Sesión Solemne del cabildo municipal, con motivo del 478 aniversario de la fundación de la ciudad de Mérida.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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