27 de marzo: Día Mundial del Teatro, el espejo roto
El teatro es más que plantarse en un escenario y que un resultado escénico por el que se reciben aplausos y halagos que, cómo no, sí llenan el alma, pero una vez más decimos que las vidas de los artistas teatrales no sólo se sostienen con ellos, así que la demanda de pagos dignos sigue y seguirá vigente, hasta que sea una realidad. Por mis compañeros, por esos locos que entregan su vida al arte.
Para cada persona el teatro tiene un significado distinto y para mí, asumiéndome por primera vez más que como actriz como un ente teatral, es la oportunidad de reconocerme a través de mi luz y mi obscuridad.
Lejos de procesos académicos, el teatro es esa puerta para aventarte al vacío y al mismo tiempo, es un ser que abraza todas tus atrocidades con un cariño fraterno.
En una clase que tomé el 21 de agosto de 2017, apunté: “¿Qué nos pide el teatro?” y la respuesta dictada fue: todo.
A partir de este momento podríamos entrar en una espiral filosófica sobre qué es todo. Ya en escena los artistas comprenden que es la entrega metafórica del espíritu, el fuego que emana del animal sagrado, la potencia que hay en los cabellos, ojos y uñas. Es una presencia completa, es generosidad.
Personas que me han acompañado en este viaje y que incluso han dado pasión, locura, miedos y desborde en los procesos, dedican tiempo y amor, mucho amor.
Hallar a estos seres es magia porque te llenan, porque te enseñan y te muestran que el teatro es más que un lenguaje de intelectuales, es más que una pose de artistas dictadores.
Hace cinco años, el teatro me salvó. Tenía el corazón tan roto que las piezas no encajaban en ese rompecabezas barato.
Era una mujer tímida, con miedos, más de los que ahora tengo y con un sinfín de inseguridades que me seguían la sombra, aunque lloviera.
A diferencia de miles de seres que entienden el teatro como una forma de vida, yo he tenido mis reservas.
Compaginando mi conocimiento y quehacer con la comunicación, me aventé de ese paracaídas llamado destino hasta caer en el arte de la ficción.
Ese paso, me ha permitido conocer a personas maravillosas, generosas, talentosas y profesionales que me han mostrado que la vida es aburrida y hasta que la ficcionamos comienza a tomar sentido.
A estas mismas personas las he visto trabajar ‘por amor al arte’ y aunque desde un sentido romántico, es generoso dar todo de nuestro ser sin esperar recompensas, lo cierto es que se disponen con vocación y pasión.
A la vez tienen necesidades comunes, como el contar con un techo, tener alimento y seguro médico, cuánto más cuando hay familia de por medio; pero para eso se requiere de economía, misma por la que exigen los pagos sean justos y acorde al tiempo que trabajan.
Es aquí en donde quizá se quiebre un tanto el jarrón de la magia teatral, pero eso sí, hay que dejar claro que no es el Teatro como tal el que falla, sino el sistema a su alrededor.
Aún en la actualidad es común escuchar discursos que indican que hay que “dar la vida por el teatro” y la incógnita singular es ¿a cambio de qué?
Hoy en día los artistas teatrales y de otras disciplinas demandan la urgencia del pago justo por lo que hacen, porque su trabajo va más allá de entretener a las personas y se trata de herramientas que ayudan a comprender de otra forma el entorno en el que vivimos.
A pesar de que esta petición no es nueva, cada vez es más urgente y mucho más en este tiempo pandémico en el que las oportunidades se vieron reducidas.
Fueron cerrados foros culturales y a la fecha no han abierto en su totalidad, situación que ha afectado principalmente a artistas independientes, quienes desde 2020 vieron cómo mermaron sus ingresos.
Aunque algunos volcaron su quehacer a lo virtual porque no han dejado de crear, la petición de los pagos y salarios sigue siendo la misma desde antes de la pandemia porque lo merecen, porque es justo y porque hacer arte es un trabajo.
Según datos del Censo Económico del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) 2019, en México hay 266 mil personas que trabajan en segmentos de esparcimiento, cultura y deportivos; ocupaciones que debido a la pandemia por Covid-19 han reducido su actividad e ingresos económicos.
Edición: Emilio Gómez
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