El socavón del kilómetro 307+500 en la carretera 307. Desde hace ya dos meses, la autoridad responsable de la carretera, ahora Fonatur, decidió cerrar tres de los cuatro carriles de la carretera que une a Cancún con la Riviera Maya. Se habilitó un carril adicional para que hubiera uno disponible en cada dirección.
Desde entonces los trabajos no han avanzado, simplemente hay una lona que anuncia que se están haciendo los estudios geológicos, pero en campo no se ve a nadie trabajando, ni siquiera a una policía de tránsito municipal o de la guardia nacional supervisando el flujo vehicular y evitando que el carril de acotamiento se use por gandallas y abusivos que sólo empeoran el problema.
Lo cierto es que este socavón se abrió hace seis años, en 2015, y se reparó, tal vez de manera provisional, pero hubo solución. La carretera 307 es la única que une al Aeropuerto Internacional de Cancún con la Riviera Maya, Tulum y Chetumal. Desde la reparación original en 2015, lentamente el asfalto fue agrietándose, demostrando que en efecto la solución no había sido suficiente. Así nos acostumbramos a pasar años hasta que en plena crisis por Covid-19, aprovechando la baja afluencia vehicular la autoridad decidió cerrar por completo los carriles que tienen grietas. Este cierre se hizo a la brava, sin considerar la necesidad de movilidad, el tráfico y sin tener una solución.
Diariamente se pierden horas-hombre en el traslado de miles de trabajadores que tienen que transitar por dicho accidente. Y ni qué decir de los miles de turistas que salen de expedición o aquellos que vienen o van al aeropuerto. La pequeña falla geológica del socavón se ha convertido en un problema mayúsculo. Vuelos perdidos, vacaciones entre las filas de vehículos que avanzan lentamente, en horarios pico puede tomar más de dos horas pasar por dicho tramo.
¿Y la autoridad responsable? Hasta hace poco el tramo le correspondía a la SCT, pero desde que se anunció la obra del Tren Maya ahora Fonatur es el responsable. A veces hay alguna patrulla de la policía municipal de adorno, pero el hecho es que la bolita de la responsabilidad se la están pasando entre las autoridades municipales, estatales y federales, sin que nadie haga algo, o mínimo informe una solución y un calendario.
Si la forma de tratar este pequeño gran problema es cómo van a solucionar los múltiples obstáculos que llegarán con la construcción del Tren Maya, que Dios nos agarre confesados. Los siguientes tres años van a ser un desastre. Sin plan, sin comunicación y con una autoridad asesorada por “expertos” de capacidad dudosa. Cada día paso de una a tres horas en el tráfico provocado por tanta ineptitud, tengo derecho a estar enojado, a levantar la voz y pedir una solución concreta y viable.
Edición: Ana Ordaz
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