Hacia el 6 de junio

1. Desmovilización del electorado. Primero que nada me gustaría poner en contexto la fecha del 6 de junio y el proceso electoral que estamos viviendo. Estamos a tres días de lo que, según se ha dicho, será la elección más grande de la historia. Lo será sin duda por el número de cargos de representación popular a elegir y por la infraestructura electoral que se ha preparado para ello. Pero no estoy tan seguro de que lo sea por la participación que el próximo domingo tenga en ella el electorado, ya que, a final de cuentas, se trata de una elección intermedia, -y las elecciones intermedias siempre convocan a menos electores-, pero además, por el momento histórico que vivimos, todavía estamos en medio de una pandemia y de la crisis económica que de ella ha derivado. Me parece que estos factores cuentan en la desmovilización del electorado, aunque es difícil señalar hasta qué grado.
    
2. Configuración del Congreso. En todo caso, la importancia de esta elección se encuentra más en razón de la configuración de fuerzas políticas que resulte, -especialmente en la Cámara de Diputados-, y del derrotero previsible para el país, a partir de la muy posible configuración de un Congreso de mayoría morenista. Me parece que Morena obtendrá en la Cámara de Diputados la mayoría y, en todo caso buscará las alianzas con los partidos pequeños que de algún modo ya vinieron trabajando en conjunto durante los primeros años del gobierno de la 4T.
    
3. La preocupación de las élites. La preocupación por ese derrotero, a mi  juicio, es una preocupación de las élites, son ellas las que más han promovido, casi con desesperación, el voto ciudadano, las mismas que a lo largo de los dos años y medio del gobierno en turno, se han mostrado como oposición: empresarios, líderes de opinión, intelectuales, académicos, militantes de partidos políticos, entre otros, que han pretendido transmitir al resto de la población la idea de que forman parte de una minoría afectada en sus intereses y que, más allá de su beligerancia, no han logrado articular un discurso alternativo, propositivo, con ideas que permitan construir un proyecto político económico distinto al de la 4T. 
    
4. No hay propuestas partidistas. Los partidos políticos, ahora de oposición, -peor aun'pñ´-, no se recuperan de la debacle de 2018. Ni el PAN, ni el PRI, ni mucho menos el lamentabilísimo PRD logran articular propuestas atractivas, con contenido para la ciudadanía, ha privado el simplismo, la descalificación del otro, la diatriba y hasta la ofensa. Siguen apareciendo casos de corrupción y de vínculos con la delincuencia organizada. En Baja California el propio presidente del PRI fue repudiado por sus bases que le ofrecieron apoyo a la candidatura de Hank Ron. En Mérida los ejemplos son elocuentes, lo más inteligente que hemos escuchado en esta campaña es….¡Gordito Marín… Gordito Márin! ….O…..¡Más Mérida!....No hay construcción de ideas partidistas, no hay discurso partidista. No hay  propuestas creíbles ni increíbles para la ciudadanía. Sólo hay críticas al gobierno actual desde el estómago y el hígado, desde la añoranza de los tiempos pasados del chayote, el moche y las licitaciones arregladas a modo.
    
5. Candidatos sin preparación ni experiencia. Pero los ejemplos de Yucatán se reproducen a lo largo y ancho del territorio nacional salvo algunas muy honrosas excepciones, con candidatos sin carisma, improvisados, sin conocimiento del país, o de los asuntos de su comunidad, ni de la política, y sin contenido propositivo. Lo mismo hay cómicos que ex boxeadores o cantantes. ¡La farándula levanta la mano de nuevo!... Todo para alcanzar un número así sea mínimo de votos que les permita mantener el registro y seguir en el negocio llamado de la construcción de la democracia mexicana, por cierto una de las más -si no es que la más- cara del mundo. Sin importar que la mayoría no tenga experiencia en el ámbito político, los partidos replican la fórmula para tratar de garantizar triunfos electorales; han postulado a deportistas, cómicos, luchadores, cantantes y actores para convertir su aspiración por un cargo. ¿Cómo esperamos que cuaje el discurso partidista si éste no existe?, o en el mejor de los casos, existe sólo para desprestigiar o descalificar al contrincante;  y los candidatos mas que en una elección se sienten en un concurso de cantando por un sueño….Siempre he sido Chiva, y admiré al Bofo Bautista del equipo campeón de 2006…. ¿pero que ahora pretenda ser diputado federal….?
    
6. Fuera del Presidente todos son lo mismo. Por más que la oposición al gobierno haya promovido, o esté promoviendo, la necesidad de acudir a las urnas, insisto en que se trata de una elección intermedia. Además, estamos todavía en medio de una pandemia y de una crisis económica que han profundizado un clima de incertidumbre y de desconfianza en las instituciones y en la política. Para la gran mayoría de los mexicanos todavía no es turno de intentar cambiar las cosas porque ésta no es una elección presidencial. La todavía alta aceptación de la forma en que gobierna el presidente López Obrador, inhibe la participación de la gente a acudir a una elección en la que no son identificables los personajes políticos que arropan a su Presidente. Fuera de él… ¡todos son lo mismo! ... dice la gente.
    
7. Penetración del crimen organizado. Un elemento más que me hace pensar que esta no será una elección concurrida tiene que ver con el clima de violencia e inseguridad que se ha vivido durante las campañas y la alta penetración del crimen organizado en los procesos electorales y en la definición de las candidaturas a puestos de elección, particularmente en presidencias municipales. Así, lo que hasta hace poco parecía una excepción se está convirtiendo en una práctica común en territorios cada vez más amplios. La estadística confirma que este cáncer también está avanzando en los comicios locales. En este proceso electoral más de 80 candidatos han sido asesinados en las últimas semanas y se estima que otros doscientos habrían sido víctimas de secuestros y presiones explícitas. No sabemos cuántos desistieron de una candidatura por presiones de la delincuencia organizada, pero también varios de ellos fueron asesinados.
    
8. Voto diferenciado y voto duro. Voto diferenciado sí, en el caso de alcaldes y gobernadores, pero no en el caso de diputaciones locales y federales. Los electores podrán discernir entre un candidato a gobernador distinto del que sea su candidato a alcalde, pero en el caso de las diputaciones votarán por el candidato del partido por el que históricamente han votado. Es difícil que un ciudadano progresista que siempre ha votado por candidatos que identifica con la izquierda vote por un diputado del PAN, pero ese mismo ciudadano, puede diferenciar su voto cuando se trate del candidato a gobernador y/o alcalde.
    
9. Una clase política de tercera. Este conjunto de consideraciones me hace pensar que difícilmente la oposición conformada por PAN, PRI, PRD logre una representación que haga contrapeso al gobierno de la 4T.  Pero además, y otra vez guardando las excepciones, la gran mayoría de los candidatos de los diferentes partidos, incluidos los de Morena, son verdaderamente decepcionantes, independientemente de su origen y de la actividad a la que se dedican. Ignorantes, sin capacitación en las lides legislativas o de gobierno, varios de ellos con antecedentes de corrupción, o de tener vínculos con la delincuencia organizada, sin conocimiento del país y de los asuntos de su comunidad. Es decir que contaremos a partir de 1 de septiembre próximo, independientemente de la configuración partidista de la Cámara de Diputados, con una clase política que no será mejor que la que hoy tenemos, incluyendo diputados locales, gobernadores y presidentes municipales de varias entidades federativas. Es decir que seguiremos contando con una clase política que no está a la altura de las circunstancias del país. Para decirlo de algún modo… una clase política de tercera.
    
10. Las necesidades inmediatas. El escenario futuro no es nada halagador, sobre todo por lo que el país requiere en lo inmediato: en primer lugar, un sistema de salud muy amplio, suficiente y eficiente para acabar de salir de la pandemia y enfrentar contingencias como la que vivimos, pero también para dar atención a una población que envejece y se vuelve más demandante. En segundo, un sistema educativo con ampliación de coberturas en los niveles medio y superior, pero sobre todo, que necesita urgentemente de elevar su calidad en todo el ciclo de vida escolar. Y finalmente, un conjunto de programas de combate a la pobreza y sostenimiento del sistema de pensiones que nos permita rápidamente revertir la situación que generó la pandemia, y rediseñar la seguridad social a nivel nacional.
     
11. El reto de corto plazo. Las demandas financieras de estos tres componentes requieren de un nivel de gasto social que equivale a alrededor de 2 billones de pesos, la tercera parte del presupuesto federal de este año. Así que, la nueva legislatura que trabajará a partir de septiembre tendrá que darse a la tarea de atender estos tres componentes a la hora de discutir el Presupuesto 2022. Ese es el reto inmediato, es el reto de corto plazo.

Un país con una clase política de vergüenza y una clase empresarial que no invierte tiene un presente incómodo y un futuro terriblemente incierto, con más sombras que luces.

*Profesor de la UNAM

[email protected]

Edición: Laura Espejo