Si bien la pandemia ha causado una nueva normalidad que ha afectado gravemente la vida social en el país y el mundo, habrá que destacar las afectaciones que el Covid-19 ha causado al sistema educativo nacional. Tanto las autoridades educativas como los agentes escolares y las familias saben que el sistema educativo ya no será igual que antes de la llegada de la pandemia. Más allá de los buenos deseos de las autoridades educativas, tanto de la federación como de los gobiernos estatales, por recuperar las condiciones adecuadas para que funcione el sistema escolar, la educación del futuro más próximo exige desde ahora una reconversión de la educación.
Si efectivamente la educación escolarizada debe recuperar su forma presencial, atravesando un sistema híbrido que incluiría tanto las clases virtuales como las presenciales antes de recuperar al 100 por ciento la presencia física de alumnos y docentes en las aulas, todo aquello debe funcionar en los salones de clase debe ser nuevo y estar listo para apoyar el aprendizaje, como es el caso de los libros de texto gratuitos (LTG) de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Hay que señalar que estos materiales didácticos son recursos ineludibles, imprescindibles. De acuerdo con lo anunciado por la SEP, 140 millones de LTG serían distribuidos en el país, los cuales serían la guía fundamental para alumnos, docentes y hasta padres de familia.
Sin embargo, el catálogo de 81 libros distintos para cada área de aprendizaje y cada grado escolar, de los cuales 32 corresponden a la serie La entidad donde vivo, ya no pudieron ser rediseñados para el próximo ciclo escolar. En un principio, las autoridades de la SEP convocaron a todos aquellos interesados en participar en el rediseño de los materiales de apoyo, aunque sin que fueran a ser remunerados por su empeño y trabajo. Esta circunstancia desató, obviamente, un reclamo de diseñadores, editores y especialistas educativos, a quienes no les agradó nada la propuesta oficial.
Cabe señalar que, desde la creación de los LTG, estos fueron concebidos como un enlace fundamental entre el Estado mexicano y la comunidad escolar, una forma de asegurar la educación laica, gratuita y obligatoria en el mismo sistema educativo. Más allá de hacer prevalecer que los LTG sigan siendo el resultado de una política social para que los alumnos cuenten siempre con libros gratuitos, los contenidos y el diseño de sus páginas son fundamentales. Además de las dificultades que implica la inclusión de los contenidos educativos en los ejercicios de los LTG, habrá que considerar su mejor manejo mediante los métodos más adecuados para ello.
Otro aspecto que debe ser cuidado es considerar que los LTG no podrían ser materiales impresos para un público infantil de ciertas edades, sino recursos didácticos para educandos de ciertos grados escolares. También habría que considerar el contexto escolar en el que serían leídos sus textos y resueltos sus ejercicios. Siempre será necesario que, para el diseño de los LTG, haya que partir de los planes y programas de estudio, así como del conocimiento sicopedagógico acerca de cómo aprenden los niños y el contexto sociocultural en el que viven. Aunque estos elementos no pueden garantizar que los alumnos aprovechen de forma óptima estos libros escolares.
Por todo ello, además de lamentar la imposibilidad de rediseñar los LTG para el próximo año escolar, y no tanto por la negativa de pagar a los especialistas por ello sino por el tiempo que la SEP consideró sería suficiente para lograrlo, habrá que señalar aquellos aspectos que deben ser sumamente cuidados con el propósito de obtener los mejores materiales de apoyo para el aprendizaje de los alumnos. Queda pues esta responsabilidad a las autoridades educativas.
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