de

del

El club de los poetas muertos y vivos

En los días en que las palabras no germinan, se requiere su presencia para comprender la realidad
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

“Supongo que estar hundido es un modo de seguir enamorado y de empezar una nueva vida con el amor de siempre”, susurró abatido Luis, y puso sobre el féretro de Almudena un ejemplar de su poemario Completamente viernes, como si fuera un ramo de rosas, que lo era. Náufrago de ella, lo asaltaron versos de ese libro, escritos años atrás, en los que reconocía cómo su cuerpo se hacía memoria del cuerpo, ya inerte, y lo presentía en la inquietud de todo lo que tocaba: en el mando a distancia de la música, en el papel de la revista y en el hielo deshecho.

Una multitud acompañó al viudo, en este inicio de semana de lutos, pero él se sintió más solo que nunca. Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo con el frío de alguna palabra que no he dicho, con un malentendido que temer, ese hueco de torpe inexistencia que a veces, gota a gota, se convierte en desesperación. Luis, solo y más desesperado que nunca; desesperadamente solo, caminó bajo el sol, flaqueado por una multitud que, en silencio, lo arropaba, portando ejemplares de las novelas de su esposa. Ella, que ya no sufre, se llevó como salvoconducto a lo desconocido los versos que inspiró; servirán de combustible de fuegos fatuos.

Con poesía vemos, por primera y última vez, la luz; con palabras luchamos y claudicamos. No nos damos cuenta, pero nuestros latidos marcan el ritmo de los versos que la vida nos arranca con cada respiro. Luis y Almudena lo sabían, y por eso en su hogar, junto con el lánguido quejido de la tetera, el sonido de las teclas marcaban las horas y los minutos; ella, rescribiendo la historia; él, aventurándose en las grutas del alma. Ahora el teclado de la rémington de Luis será la única que recite letanías en el escandaloso silencio de las noches. 

Con poesía igual se despidió Víctor de un amigo, en quien se veía reflejado. Ambos jóvenes, en el frenesí de una vida nómada, zigzagueando de noche en carreteras que creían conocer como la palma de su mano. Fue en la inesperada muerte en la que Víctor vio uno de los pocos destellos de luz en la oscuridad de su vida, y lo compartió en un poema con el que se despidió de aquel viajero que se detuvo a mitad del camino. Ya en el ocaso, tal vez el único legado de Víctor será el amarillento recorte del periódico en el que publicó esos versos huérfanos, y será un tesoro. 

Tanto Almudena como Felipe se murieron de cáncer. En el miedo que despierta esa enfermedad que cambia constantemente de rostro, muy pocos recuerdan que el emperador de todos los males sigue segando vidas. Felipe sólo tenía 52 años, y su metástasis fue un suspiro: tan rápido, tan triste. A él no le escribieron elegías en su muerte, sino que regaló poemas en vida, uno de ellos a una entonces jovencita de ojos negros. Años después, esos mismos ojos negros se humedecieron al conocer la partida de ese contador de palabras —y cabellos— de fuego. 

Que el recuerdo de los poetas no sólo florezca en funerales, ni que las poesías se escriban en pasado. En estos días en los que las palabras no germinan se requiere de su presencia para comprender la realidad y hacerla un poco más llevadera; se nos olvida que son los versos que dedicamos el bálsamo a las heridas que infringimos con lo que hacemos… O con lo que no hacemos; vacunas de humanidad. Ahí está, por ejemplo, el poeta que escapó de la cárcel en la que purgaba condena escribiendo discursos a políticos y que ahora, ya medio loco, escribe al derecho y al revés, exprimiéndose neuronas con sus palíndromos. 

O la poetisa que cosechó notas de jardinería y ahora recorre la ciudad, buscando historias debajo de las piedras. Con la lírica de sombra, incluso sus crónicas periodísticas se saborean como sonetos, y eso precisamente es la que la blinda de los plagios, entre ellos uno descarado y reciente. O la joven de la que le conté el miércoles pasado, que atrapa luciérnagas para que iluminen sus noches, sin importarle ir a contracorriente de una generación que, para decir que está enamorada, opta por un círculo amarillo con ojos de corazones en lugar de un alba de Alfonsina Storni. 

La mayoría de las palabras que escribo arderá en incendios de las últimas hemerotecas, pero grabadas en fuego en mi memoria tengo las palabras de otros, que han sido faro en tempranas tormentas, camastros en días feriados; con ellas desarmo rivales —entre ellos, claro, yo mismo—, y también comprendo inéditos sentimientos que soy incapaz de describir. Los poetas muertos —y los vivos— me obsequian la voz que se me arrebató al nacer. 

[email protected] 

 

Lee, de este mismo autor: Atrapa historias como quien atrapa luciérnagas para que iluminen su noche

 

Edición: Estefanía Cardeña


Lo más reciente

Andrés Roemer, ex diplomático acusado de violación, puede ser extraditado a México: autoridades judiciales de Israel

La solicitud aún debe ser autorizada por el gobierno de Netanyahu

La Jornada

Andrés Roemer, ex diplomático acusado de violación, puede ser extraditado a México: autoridades judiciales de Israel

Congreso de Yucatán aprueba la Ley de Adopciones de niñas, niños y adolescentes

Con el dictamen se reducirán los tiempos del proceso y las familias tendrán certeza jurídica

La Jornada Maya

Congreso de Yucatán aprueba la Ley de Adopciones de niñas, niños y adolescentes

Viacrucis de Acanceh, Yucatán: Horario, sede y programa completo

Las actividades por el Jueves y Viernes Santo comienzan con el tradicional Lavatorio de Pies

La Jornada Maya

Viacrucis de Acanceh, Yucatán: Horario, sede y programa completo

Dan 25 años de cárcel al ‘rey de las criptomonedas’ Sam Bankman-Fried

Lo responsabilizan del fraude masivo que provocó el colapso de FTX, plataforma de intercambio de monedas digitales

Ap

Dan 25 años de cárcel al ‘rey de las criptomonedas’ Sam Bankman-Fried