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Tiempo, territorio y futuros posibles

Gobernanza y Covid-19 en Yucatán
Foto: Fernando Eloy

Julián Dzul Nah

Calendarios hay muchos. No coinciden en cantidad de días, ni en número de jornadas que se agrupan en sus meses. Muchos no consideran las vueltas en torno al sol, sino los ciclos lunares, y otros más se superponen. Los eventos-hito de los que parten son divergentes, así como lo registrable en cada uno de ellos. Los tantos modos de contar el tiempo enriquecen la diversidad cultural que nos atañe como humanos.

Si bien los calendarios son convenciones que facilitan el cómputo temporal, los cierres simbólicos de ciclos en ellos marcados —como la conclusión de un año y el inicio de otro— pulen la relación con el pasado, los sucesos acontecidos y suavizan nuestros vínculos con el porvenir. Bruno Latour ha sugerido que avizorar los rumbos del futuro asomando a lo pretérito ofrece bases más o menos firmes para afrontar lo venidero. En el caso del Pueblo Maya, una de las tareas más conocidas es el xook k’iin, un complejo que avizora el clima anual para pautar las labores agrícolas del campo local.

Pero tiempo y territorio se vinculan de muchos otros modos. Dos años de pandemia han significado el reencuentro de no pocos hombres y mujeres mayas con la tierra y la autosostenibilidad del sistema milpa. También han enmarcado movimientos de defensa por el territorio que diferentes colectivos mayas han emprendido en la región. Si bien el Covid-19 ha retardado varios procesos, las circunstancias han permitido la resignificación del espacio local y su importancia para sobrevivir. Estas coincidencias en dos años de contingencia sanitaria han ofrecido enseñanzas a estas agrupaciones que se yerguen como directrices del obrar presente para construir otros futuros imaginados, donde priman la tierra, la autodeterminación, la soberanía alimentaria, la salud y el buen vivir.

Para algunos actores en pie de lucha, el contexto de la pandemia permitió reflexionar cuán frágiles son la vida humana y el entorno que la arropa. Los aprendizajes adquiridos en medio de la pandemia que abrigan el porvenir ponderan la unión y comunidad frente al carácter individual y competitivo del capitalismo. Los duros tiempos recientes hicieron de las redes solidarias una necesidad de primer orden, entramado que debe sostener las acciones próximas de los colectivos. La coyuntura ha permitido evaluar estrategias, ha consolidado la confianza en las decisiones correctas tomadas desde el seno de estos movimientos, y motivando acciones para que la agroecología y agroforestería subsistan “sí o sí, con o sin pandemia”, como indicó una agente activa de una de las agrupaciones.

La confección de futuros otros se aglutina en la caja de lo posible junto a compromisos, anhelos y querencias para afrontar los miedos e incertidumbres añejos a los tiempos críticos en que nos posamos ahora, sosteniendo el ánimo de quienes se han dado a la tarea de defender la tierra. El portavoz de uno de los colectivos señaló: “Algo que nos mueve a hacer lo que hacemos y a vivir como vivimos son la esperanza y certeza de que podemos construir, juntos y juntas, mundos mejores; esos mundos que imaginamos los creemos posibles, y […] pueden ser una dignificación de los pueblos indígenas y no indígenas […] pensamos no solamente que es posible, sino necesario. Llegará ese día, y esa certeza es la que nos mueve”.

En el tiempo actual, estas luchas desde la autodeterminación por la defensa de la tierra y sus bienes frente a los poderosos intereses del presente no son en absoluto menores. Son tareas que, proyectadas desde contexturas recientes o pretéritas, permiten pensar en acciones que desgarran el tiempo. Se tornan hitos en calendarios otros que modelan futuros distintos en la construcción de temporalidades diversas.

A guisa de buen deseo, espero que las señales del xook k’iin del año que iniciamos auguren un 2022 favorable y lleno de buenas nuevas para todo el territorio maya, para quienes se esmeran en su defensa, y para todos los seres humanos y no humanos que lo habitan. 

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Continúa leyendo: Políticas para la vida: El Sida después de 40 años
 

Edición: Estefanía Cardeña


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