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Todos somos Tahdziú

No es lo mismo caridad que ayuda; la caridad eterniza la carencia, la ayuda es un techo mientras pasa la tormenta
Foto: jusaeri

La sociedad quieta 

No es lo mismo caridad que ayuda; la caridad eterniza la carencia, la ayuda es un techo mientras pasa la tormenta. 

Eso le pasa al municipio yucateco de Tahdziú, que sigue siendo uno de los 10 más pobres del país. Soy testigo de que hace 23 años se dio cobertura a plantar banderas blancas, signo foxista de que ese municipio abandonaba la pobreza extrema y se encaminaba por la senda de la recuperación. Pues nada: veintitantos años después siguen igual. Se suponía que a partir de aquellas banderas blancas habría otra condición; hoy siguen fluyendo millones de pesos, pero nunca se les dijo que había formas de salir adelante, más bien los hicieron depender plenamente del Estado, todo regalado y, claro, con el tiempo vino la costumbre de no dar un golpe, incluso rechazaron maquila e inversiones que iban a ayudarlos a superar su pobreza extrema. 

A México le pasa un poco lo mismo que a Tahdziú: le ha gustado extender la mano y recibir; se cobra en becas, pensiones, discapacidad, Sembrando Vida, educación, empleo; sé qué hay familias que cobran mensualmente entre 10 y 15 mil pesos por distintos conceptos. Y claro, nunca te preguntas ¿de dónde sale este dinero?, ¿qué pasa si un día se acaba?

 

Nos aproximamos a la pulverización 

Bajo este ritmo, el individuo autónomo está a punto de la extinción. La libertad de pensamiento será vista como locura y el Estado la “atenderá” con toda su fuerza, los escindidos no pueden protestar contra aquello que atente contra la seguridad y salud públicas, un ejemplo de ello lo constituye la vacuna: las masas opinan que un no vacunado carece de derechos y se convierte en apestado público y contagiante, un virus con patas que va dejando el bicho por donde respira, tiene prohibido toser, estornudar, si anda caluroso ha de ser por sexualidad, nunca por temperatura.

 

A largo plazo, sólo existes para el Estado en la medida que convengas 

Así que no hagas olas o terminarás ahogado, deja que las instrucciones fluyan desde papá gobierno, déjales a ellos el control de tu vida, son los expertos en recetar la píldora del bienestar, sólo atiende fechas, inscripciones, vuélvete digital e inscríbete en todos los programas que se anuncien, pegarás en más de uno

No te ocupes, ellos resuelven todo, mientras el país se irá secando de a poco, pero a ti nada te importa; total que lo sufran las futuras generaciones. Deja crecer el monte en los campos agrícolas, no siembres vida, mejor cóbrala, hay muchos premios a la holgazanería, gánate varios. Quédate en casa, déjanos las calles, los espacios públicos, y así un día que vuelvas a la normalidad, los hallarás ocupados por una gran alfombra verde militar que controla puertos, trenes, aeropuertos, retenes, estaciones, carreteras y todo aquello que sea de interés público, incluyendo a tu persona. No te preocupes, es el Estado protector que vigila que tú sigas en el bienestar. 

Tahdziú representa esa población que fue doblada en su orgullo a base de caridad. Ni siquiera es un voto cautivo, siempre habrá alguien que dé más y encarezca la miseria. Tahdziu es un reflejo de todo lo que ocurre en un país con la sociedad postrada, pidiendo ayudas y volteando para otro lado. Mientras, se nos acaba la riqueza nacional.

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Lee, de este mismo autor: Son ciberdelincuentes

 

Edición: Mirna Abreu


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