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La simulación de proteger a periodistas

Ya casi no sorprende contabilizar un nuevo inicio de año letal para el sector
Foto: Afp

Melisa Agüero

Ya casi no sorprende contabilizar un nuevo inicio de año letal para el periodismo y no porque sea un asunto menor, sino porque en realidad cada año comienza casi igual.

Para tranquilidad del presidente podemos asegurarle que esto no es nuevo, que pasó con Fox, con Calderón y con Enrique Peña Nieto; lo que no pasó con ellos tres es el nivel de denostación pública sobre la labor periodística, ni la polarización que esto conlleva generando bandos en lugar de unión.

Polarizar genera un ambiente turbio, hace que perdamos el tiempo pensando quiénes son verdaderos periodistas y quiénes no, quiénes son valientes y quiénes son vendidos, cuando en general el contexto violento de México no deja vastas opciones para ejercer la profesión de manera segura.

Los medios asentados en la periferia o muy alejados de la Ciudad de México se encuentran vulnerables a las reglas de casa, y esas reglas las generan los gobiernos estatales o municipales junto a las organizaciones delictivas autóctonas de la región, lamentablemente no las hacen los periodistas, y por ende, su trabajo se vuelve un malabarear entre ejercer y a la vez no poner en riesgo su integridad y la de su familia.

No todo silencio se debe a la chayotiza, los periódicos regionales viven amenazas cercanas y un protocolo de atención a víctimas deficiente. Si bien durante la época de Calderón se creó (en 2010)  la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) y posteriormente en 2012, con Peña Nieto, se publicó el Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, los esfuerzos han sido parte de una cadena de simulación, y este sexenio de AMLO no lo está haciendo más fácil.

Por un lado, la Fiscalía creada en la administración de Calderón nunca fue fortalecida, y las denuncias interpuestas terminaban (en lo que hasta ahora terminan también) en la recomendación de que lo mejor era que las y los periodistas se fueran del país o que se resguardaran en otro estado de la república con un bajo perfil, que dicho de otro modo significa que dejes de publicar porque el Estado no va a protegerte.

De la misma manera, EPN “se la aplicó” a la libertad de expresión, pues a pesar de poner en marcha un mecanismo innovador que no solo reconocía la vulnerabilidad de los periodistas, sino de las y los defensores de derechos humanos, poco a poco comenzó a dejarlo sin recursos, y aunque las denuncias y los ataques aumentaban, la dependencia cada año contaba con menos presupuesto para defender a los comunicadores.

Según dio a conocer la organización Comunicación e Información de la Mujer (Cimac), el 98 por ciento de los delitos contra la libertad de expresión están sin investigación y sin castigo. “Una cifra que de repetirse deja de tener el efecto de la indignación”, dijo su directora general, Lucía Lagunes; y sí, así como remarca Lucía, así ocurre: los números nos alarman comenzando el año, pero los vamos olvidando conforme pasan los días; nos alarma que “entrando en un ciclo nuevo, con 365 páginas nuevas por escribir”, se presenten estos hechos, pero los asesinatos ocurren todo el año y se van perdiendo entre las decenas de muertos que escurre el país.

Si bien, como documenta Cimac en su informe Simulación y desplazamiento. Violencia contra las mujeres periodistas 2012 -2018, no hubo incremento sostenido en el número de periodistas que accedieron a los mecanismos de protección, sí hay un incremento notorio durante 2017, el año que se dieron las llamadas reformas estructurales, sumado a que en el mismo año se presentaba un reacomodo entre grupos delicuenciales. Y a partir de ahí, con la llegada de López Obrador al poder, las cosas no mejoraron mucho, y mucho menos para las mujeres, a quienes este mecanismo de protección desdibuja y desplaza de maneras sutiles.

Y es que estos protocolos, desde el sexenio de EPN con su Pacto por México, no ha cambiado dos cosas: una, sigue la premisa de que periodistas y defensores de derechos humanos son amenazados por el crimen organizado, cuando las estadísticas señalan que muchas de las denuncias interpuestas tienen relación con funcionarios públicos, por ende, las medidas de protección tienen un sesgo importante que terminan por no proteger; dos, otro discurso es el que no se necesita brindar seguridad diferenciada por género, cuando los ataques a mujeres periodistas documentan amenazas especialmente pensadas con este distingo por su cercanía con las actividades del cuidado de la familia y/o por su sexo. Hasta el momento desconozco que algún hombre periodista, cuando grupos armados entran a sus casas a robarles las computadores que guardan sus trabajos de investigación, también le revuelvan con especial atención el cajón de la ropa interior o hasta se lleven calzones de souvenir, ¿o a los hombres también les pasa? Porque la mayoría de mujeres que denunciaron daño a su propiedad de parte de grupos delincuenciales por su labor periodística, señalaron que su ropa interior y artículos de cuidados íntimos habían sido intervenidos de manera peculiar como parte de la intimidación sexual.       

Lo que el presidente no comprende es que el asesinato de cada periodista, lleva consigo el desplazamiento o exilio de unos cuantos más como efecto dominó, porque se convierte en una muestra de que el Estado no puede protegerlos, así, muchos han recibido su última recomendación del Mecanismo de Protección, y esta es: “si puedes irte del país, vete; porque aquí ya no podemos hacer más por ti”.

Y no pueden hacer más porque no hay presupuesto y tampoco hay voluntad política para trabajar en las observaciones que han hecho organizaciones civiles al respecto durante los últimos años y que sí le competen al actual presidente, porque no todos los comunicadores tienen los recursos para irse a otro país a comenzar una vida desde cero, ni tendrían que verse en la necesidad de dejar a sus familias y hasta cortar contacto con ellas para evitar las represalias del crimen organizado. ¿Y entonces con cuántos periodistas contará México? ¿Sólo van a quedar los que al gobierno le convenga? “Cuestionar y desafiar a los que tienen el poder, para eso sirve el periodismo”, dijo Jorge Ramos una vez en conferencia.

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Sigue leyendo: Los rostros de los periodistas asesinados este 2022 en México

 

Edición: Estefanía Cardeña


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