Ciclo escolar 2022-2023. Mesurar los impactos retardados de la pandemia

Desde junio pasado la Secretaria de Educación Pública (SEP) anunció el calendario escolar para el ciclo 2022-2023. Las clases inician el 29 de agosto y terminan el 26 de julio de 2023. Son dos periodos vacacionales los que se contemplan. El primero por fiestas decembrinas entre el 19 de diciembre de 2022 y el 2 de enero de 2023. El segundo corresponde a Semana Santa entre el 3 y el 14 de abril. De igual manera, los días festivos serán 16 de septiembre, 2 y 21 de noviembre de 2022, y para 2023 corresponderá al 6 de febrero, 20 de marzo y primero, 5 y 15 de mayo. Se vislumbra realizar 13 sesiones de Consejo Técnico Escolar, priorizando los últimos viernes de cada mes. 

En Yucatán, la Secretaria de Educación de Yucatán (Segey) acortará el fin del ciclo escolar al 17 de julio y no al 26. Con ello se garantizan 185 días efectivos de clases. Las modificaciones son resultado de acuerdos establecidos entre la Segey y actores como el magisterio yucateco, sectores empresariales (la variable del carnaval siempre juega en estos acuerdos), padres de familia y agrupaciones sindicales. En esta ocasión también participaron en los acuerdos autoridades sanitarias estatales, quienes buscan repetir las experiencias exitosas pasadas de un retorno seguro a clases que tuvieron lugar en septiembre de 2021 y enero 2022. Para ello se mantendrán los mismos protocolos sanitarios de sana distancia, uso de cubrebocas, gel antibacterial y jornada de limpieza e higiene en las instalaciones educativas. 

A lo anterior hay que sumar el hecho de que desde junio pasado inició el proceso de vacunación para menores de 5-11 años. El subsecretario López Gatell había informado de la disponibilidad de alrededor de 10 millones de vacunas para ese sector de la población en una primera dosis y con números optimistas para las dosis subsecuentes. En estados como Yucatán la vacunación de los menores 5-11 años ha sido bien recibida, en tanto la población 12-14 años ya se encuentra en su segunda dosis y arriba de los 15 años ya en la tercera. 

Lo anterior nos daría un escenario esperanzador para poder tener ese anhelado regreso a clases presenciales. Sin embargo, la pandemia trajo consigo otro tipo de fenómenos como el recrudecimiento del trabajo infantil y el abandono escolar. Es ahí donde se deben tomar acciones fuertes para hacer retornar a las aulas a los millones de estudiantes que en 2020 cruzaron por última vez el portón de una escuela.        

Una nota técnica realizada por el Inegi en 2021, permitió observar la evolución del abandono escolar por causa del Covid-19 entre los años escolares de 2019-2020 y 2020-2021. Resalta el hecho de que todos los niveles confundidos y con una población que oscila entre los 3 y los 29 años, en 2020 al momento de la declaración de pandemia, se encontraban inscritos 33.6 millones de estudiantes de los cuales 700 mil abandonaron la escuela durante el año escolar por motivos de Covid-19 o falta de recursos materiales (dinero y tecnologías). 

Sin embargo, estas cifras palidecen frente al año escolar 2020-2021, ya que para dicho ciclo solo se reportaron 30.4 millones de inscritos, es decir que al menos 2.3 millones de individuos no volvieron al aula para el año de plena pandemia. No obstante, la cifra es engañosa dado que de esos 30.4 millones inscritos en 2020-2021, 2.5 millones son nuevos alumnos (los preescolares), por lo cual la cifra de abandono escolar entre 2019-2020 y 2020-2021 se dispara a 5.2 millones de individuos, de los cuales 3 millones reportaron causa Covid-19 o falta de recursos materiales. La cifra aumenta aún más con 3.6 millones que abandonaron la escuela para trabajar. La suma total es de casi nueve millones de alumnos perdidos entre un año y otro. Las cifras de este año no se conocen aún, pero el panorama no luce alentador.      

Lo anterior nos hace reflexionar sobre la necesidad de no sólo ocuparnos de esquemas de vacunación y espacios desinfectados, sino sobre la manera en como podemos procurar y garantizar que todo el universo infantil y juvenil acceda a la escuela y encuentre condiciones para mantenerse en ella hasta finalizar su formación. Sin importar el motivo, el abandono escolar es sinónimo de condenar al individuo y a la sociedad a una desigualdad e injusticia perpetua. Es necesario que desde ya los actores involucrados como lo son gobierno, padres de familia, empresariado, magisterio y sociedad civil debatan y lleguen a acuerdos para facilitar y garantizar el regreso a las aulas de millones de estudiantes que, por la crisis sanitaria y sus secuelas poco visibles, abandonaron la escuela. 

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Edición: Estefanía Cardeña