Nalliely Hernández Cornejo*
Hace unos días Mauricio Schwarz respondió en un video a mi artículo sobre el concepto de ciencia en los libros de texto de la SEP (https://www.youtube.com/watch?v=GAt1c-Ho_DQ).
Soy licenciada en física por la UNAM, amo la ciencia, me parece uno de los lenguajes más fascinantes y exitosos que hemos creado. Me dedico a analizar la ciencia desde un punto de vista filosófico; me interesa cuáles son sus procedimientos, sus criterios de decisión, cómo evolucionan y cambian las teorías científicas, etc. Como afirma el periodista, mis afirmaciones están basadas en la filosofía de la ciencia porque es esta la disciplina que analiza, con rigor historiográfico y teórico, el desarrollo de esta (una especie de metaciencia). Dicho esto, me gustaría comentar la crítica que realiza el periodista Schwarz.
De acuerdo con él la ciencia no está condicionada por factores históricos y culturales porque consiste en realizar verificaciones que son invariables respecto de la cultura y la historia. Esta es una visión normalmente atribuida a una escuela filosófica que tuvo su auge en la primera mitad del siglo pasado denominada positivismo lógico. Si bien esta escuela aportó muchísimo para entender algunos elementos de las teorías científicas, también mostró sus limitaciones, las cuales fueron mostradas justamente por filósofos como Thomas Kuhn (que era doctor en física) o Imre Lakatos. Dichos estudiosos señalaron que el concepto de verificación empírica era insuficiente para explicar la constitución de las teorías científicas y señalaron elementos de la historia que influían en los cambios científicos.
En relación a los ejemplos que ofrecí en el artículo referido, voy a argumentar dos de ellos por cuestiones de espacio. En primer lugar, afirmé que las convicciones teológicas de Newton influyen en su teoría física. Diversos estudios muestran que el pensamiento científico del inglés está ligado con su proyecto teológico y alquímico. Por ejemplo, hay un vínculo fuerte entre su concepto de dios y su concepto de espacio físico, condición indispensable de su mecánica. El espacio físico era absoluto, inmóvil, infinito, como dios. De hecho, el estudioso de Newton, José Antonio Robles (2001), afirma que el filósofo natural era panteísta puesto que dios y el espacio parecían ser el mismo ente en su filosofía. Es cierto que la física newtoniana fue eliminando sus elementos teológicos, gracias a la secularización, pero ello no evita que estos elementos, muy propios de la época, fueran condicionantes del desarrollo científico.
También afirmé que la sincronización de los trenes de Europa influyó en la elaboración de la teoría de la relatividad por parte de Albert Einstein. El historiador y filósofo de la ciencia Peter Galison (2005) muestra que, en los años de gestación de la teoría, Einstein trabajaba en una oficina de patentes donde llegaban relojes y dispositivos que motivaron su reflexión sobre la simultaneidad, concepto central de esta. A su vez, dichos inventos estaban motivados por el proyecto de sincronizar los trenes de Europa, lo que exigió trazar los usos horarios comunes en los meridianos. En este contexto nace su famoso experimento mental.
Adicionalmente, profundizaré brevemente en la tesis del condicionamiento cultural. Desde la segunda mitad del siglo pasado, los filósofos de la ciencia notaron que, cuando las comunidades científicas eligen una teoría o modelo sobre otro, entran en juego diversos valores epistémicos: la economía explicativa, la simplicidad, etc. Sin embargo, también advirtieron que muchas veces entraban en juego valores sociales que no eran estrictamente epistémicos, por ejemplo, cuando los científicos preferían una teoría sobre otra debido a su autor, a una apreciación estética de esta, o debido a que la encuentran consistente con alguna convicción ideológica o política. La filósofa de la ciencia, Helen Longino, explica que muchas veces los valores epistémicos y los valores sociales no son claramente distinguibles. En tales ocasiones los valores sociales resultan condicionantes de la elección teórica, lo que deriva en una determinación cultural e histórica de las teorías aceptadas. Ahora bien, la relación entre valores sociales y teorías científicas no es unívoca ni definitiva, puede cambiar con el tiempo y la teoría, tampoco denigra el valor epistemológico de la ciencia. Estos elementos culturales a veces son más y a veces menos relevantes para el aparato de justificación de la teoría. Esta no es una perspectiva relativista: es la idea de que los criterios de decisión evolucionan entrelazados con la cultura. Ello no impide hablar de objetividad o de verdad; de corrección o incorreción.
En definitiva, la perspectiva de que la ciencia es condicionada por elementos culturales tiene argumentos sólidos que, sin embargo, no la demeritan. Por ello, afirmé en mi texto que la concepción filosófica de la ciencia es un debate abierto que es saludable discutir respetuosamente. Sin embargo, mi crítico afirma que la ciencia es indiscutiblemente como él dice, lo cual en mi consideración, refleja un espíritu poco deliberativo (actitud que irónicamente es poco científica).
Por otro lado, resulta curioso que Schwarz interprete mi defensa de la dimensión cultural de la ciencia como una posición anti-ciencia, no veo cómo se sigue lo segundo de lo primero. Relatar la historia de las teorías y analizar los elementos culturales que influyeron en ellos no es menospreciar la ciencia: es entender cómo se ha construido uno los más grandes logros de la humanidad. Tampoco veo que eso implique defender la magia o la superstición. ¿Por qué esta concepción de la ciencia defendería que no podemos controlar los fenómenos naturales? Lo siento, pero no veo la conexión.
Además, el periodista y escritor afirma que confundo ciencia con conocimiento. Curiosamente, en su video, él en algunas ocasiones parece igualar ciencia y conocimiento, y en otras parece distinguirlas. Si admitimos que el conocimiento es una creencia justificada, entonces tenemos diversos sistemas de conocimiento: conocimiento del sentido común, estético, moral, etc. Ahora bien, la ciencia (natural) se distingue porque sus sistemas se justifican para elaborar explicaciones y predicciones a nivel empírico. En relación a estos fines, la ciencia es el conocimiento más exitoso que tenemos: la relatividad general o la genética son más exitosos que sus alternativas no científicas. Este criterio permite desechar a la magia o las supersticiones en las respuestas que ofrecen porque no están mejor justificadas. No obstante, para otros fines humanos tenemos otro tipo de conocimientos.
En suma, la ciencia es una forma de conocimiento entre otras, que es altamente eficiente para algunas cosas, y para otras no. Por tanto, hay que distinguir entre que algo sea un buen instrumento para unos fines y que sea mejor a secas.
*Profesora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Guadalajara
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