Contingencia sanitaria: la quema de residuos y sus ''daños colaterales''

Ian Ávila

El pasado 22 de febrero, aproximadamente a las 5 PM, vecinos de Ciudad Caucel avistaron una gran cantidad de humo sobrevolando cerca de las casas. Por la mañana del día siguiente, el viento llevó el humo hacia las instalaciones de la Universidad Politécnica de Yucatán (UPY) y la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES-UNAM). Ambas universidades se vieron obligadas a suspender las clases debido a que la presencia del humo provocó malestar físico en el alumnado y el personal académico, técnico y administrativo.

Hasta ese momento, la mañana del jueves 23 de febrero, se supo que el humo provenía del Relleno Sanitario de Mérida, ubicado a las afueras de la comisaría de Chalmuch, que se encuentra   al sur de Ciudad Caucel y, por tanto, cercano a las dos universidades. 

Con la espera de que el humo se disipara a la brevedad, el lunes 27 de febrero se intentó regresar a clases de manera presencial, resultando esto imposible por lo espeso del humo en ambas universidades. Esta situación, obligó a una vuelta a clases por vía remota para ambas instituciones. 

Desde mi experiencia personal, como estudiante que cursó las clases en línea a lo largo del confinamiento por la pandemia de Covid-19, la vuelta a clases de manera presencial fue una experiencia agradable que compartí con compañeros y profesores. La vuelta a clase por vía remota me resulta desgastante, sensación colectivamente compartida con mi comunidad universitaria. Al respecto, existen diversos estudios compilados en materiales académicos, notas en periódicos y revistas que hablan sobre las afectaciones de la pandemia en este aspecto del distanciamiento social en el contexto escolar y siendo la parte social tan importante para el desarrollo por lo que retomar la virtualidad nos regresa ese mal sabor de boca.

La vuelta a clases presenciales, no solo se trata de “habitar espacios”, sino de estar físicamente presente y disfrutar de las instalaciones – que es cosa seria –, para el óptimo desarrollo de las actividades académicas. Otro punto a considerar es que, la presencia de los densos humos también afecta al alumnado de las universidades que renta o vive en Ciudad Caucel, pues gran porcentaje de este es foráneo. De manera personal, esperaría que la experiencia de pandemia de Covid-19, en colectivo, pero, sobre todo, desde el ámbito de gobierno, se aprendería sobre la importancia de la salud pública y mejorar las condiciones de salubridad en la ciudad, poco parece que esto ha resultado. Mientras se busca apagar el incendio, ¿qué se hará para apoyar a los afectados? Las afectaciones tienen un impacto ambiental, social y a la salud. 

Los vecinos de Ciudad Caucel, Umán, Chalmuch, Susulá han comenzado a padecer consecuencias en su salud, a causa de la desatención como: dolor de cabeza, fatiga, ojos llorosos, vómitos y dolor de garganta. Claramente esto es una problemática de salud pública por parte del Ayuntamiento de Mérida, o al menos no se le ha dado la difusión que la contingencia amerita.  

Es gracias a la comunicación entre alumnado y vecinos que en redes sociales se han publicado quejas y reportes sobre la situación. Basta con buscar “incendio relleno sanitario” para encontrar información, por ejemplo, en Facebook. Por el contrario, otros noticieros como PorEsto, TV Azteca, La Jornada Maya o Meteorología Yucatán han hablado de esto.

Con la espera de que se acabe el incendio, se disipe el humo, también espero que el Ayuntamiento de Mérida no ignore los impactos ya mencionados que narro desde la experiencia personal, pero es compartida por una comunidad universitaria y que no ignore a la población que ha enfermado debido a esta contingencia sanitaria y que, sobre todo, se le brinde el debido apoyo. Este acontecimiento, me deja con más dudas ¿Se debe repensar la quema de los residuos? ¿Hay otras alternativas? ¿Está bien que haya rellenos sanitarios tan cerca de poblaciones humanas? ¿Acaso se tiene la suficiente supervisión y control sobre la quema de los residuos? ¿Cómo puede la población participar? ¿Hay suficiente información sobre lo que se hace con nuestra basura? 

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Edición: Emilio Gómez