Las entregas sobre seguridad alimentaria dieron cuenta de dos experiencias positivas. Una basada en la intervención del gobierno federal (Brasil y su programa hambre cero) y la otra basada en iniciativa local y con el apoyo de un estado de la India (agricultura natural de costo cero, ZBNF). También hay experiencias internacionales no tan positivas de las cuales se puede aprender mucho.
Una corriente de pensamiento analiza la política alimentaria basada en la dinámica de la población humana. Actualmente, somos más de 8 mil millones de personas en el planeta, lo cual representa una enorme demanda de producción de comida, su almacenamiento, transportación y procesado para “aguantar” tiempo de anaquel. Reto nada fácil, se necesita política pública inteligente para estar en condiciones de atender la población actual y prepararse para recibir 10 mil millones de habitantes para el año 2050. ¿Qué cambios en política pública se necesitan? ¿Qué modelos de producción pueden implementarse para enfrentar ese enorme reto? ¿Qué cambios en nuestra cultura de consumo debemos impulsar?
En el vol. 23, núm. 2, de 2022, la revista The Estey, especializada en legislación internacional y política de comercio, publicó un artículo de May T. Yeung, bajo el título: Seguridad Alimentaria, Agricultura y Diseño de Política: Cuando Creer No Es Suficiente (Food security, Agriculture and Policy Making: When Believing is Not Enough). El autor analiza las políticas públicas en materia de seguridad alimentaria por parte de: Sri Lanka, México y la Unión Europea.
En 2019 el gobierno de Sri Lanka impulsó la política llamada Vistas de Prosperidad y Esplendor, en ese contexto en abril de 2021 prohibió el uso de agroquímicos y fertilizantes sintéticos, y cambió el 100 por ciento de sus sistemas de producción a un modelo orgánico. Los agricultores no tuvieron el tiempo suficiente para hacer los cambios en sus sistemas. El gobierno prometió entregar alternativas naturales como reemplazo a los agroquímicos.
El ciclo agrícola inmediato a la medida gubernamental observó pérdidas de producción de entre 20-70 por ciento, dependiendo del cultivo, y continuó el siguiente ciclo. El arroz, alimento básico de ese país, redujo su producción entre el 40 y 50 por ciento. Con estos resultados el gobierno se vio obligado a cambiar su política, permitiendo de nuevo el uso de fertilizantes. También otorgó compensaciones económicas a los agricultores. Pero las medidas no fueron suficientes para detener la caída en la producción, en parte porque los esfuerzos para importar fertilizante estaban limitados por falta de fondos. No es difícil imaginar que hubo fuertes protestas en todo el país, a partir de marzo 2022, y reducción de disponibilidad de alimentos. El país tuvo que recurrir a ayuda internacional para evitar la hambruna.
Por supuesto que la pandemia de Covid-19 fue un factor en los problemas de Sri Lanka, junto con mal manejo de la economía, corrupción, alta deuda externa, entre otros. No obstante, es importante destacar que también el problema se debió a una mala planeación, un mal cálculo debido, deja entrever el autor, a un exceso de confianza en que la mejor alternativa al sistema convencional de producción de alimentos es la agricultura orgánica. Por eso en el título menciona que creer no es suficiente para lograr la seguridad alimentaria.
El mensaje es: sin duda hay que cambiar, la agricultura convencional ocasiona grandes problemas ambientales e injusticia alimentaria. Pero el cambio debe ser muy bien planeado y con bases científicas. La Agroecología ofrece una opción viable que no hemos aprovechado en México para enfrentar el enorme reto de producir alimentos en forma adecuada.
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