Miro este calcetín viudo que no entiende la circunstancia de su inutilidad.
Yo ya lo había advertido. Las lavadoras se alimentan de calcetines: no gustan de la ropa interior, se les indigestan las manchas de mostaza que usualmente tienen las camisas y mascan los pantalones, pero no los tragan.
Por eso me apena este viejo calcetín y compadezco su soledad de pie derecho.
Uno puede perder un brazo, un ojo, un pie: lo que queda sigue cumpliendo sus funciones imprecisamente doctrinarias; mas un calcetín solitario es casi una aberración ontológica, un atentado contra cualquier mundo posible, una anomalía de la naturaleza, el mayor de los infortunios.
Este calcetín viudo es ya solamente una metonimia de la soledad, una metáfora siniestra del “no-ser”.
Edición: Ana Ordaz
Autoridades ambientales recordaron a la ciudadanía que sacar a un animal de su hábitat es un delito
Miguel Améndola
La iniciativa pretender mejorar la seguridad vial y disminuir la congestión en las calles principales
Miguel Améndola
Cárdenas Govea fue interceptado en un camino vecinal de la carretera estatal 22, a la altura de La Bonita
La Jornada
La Iglesia católica alaba el álbum Lux, de Rosalía: ''tiene gran espiritualidad''
Ap