El gobierno de Yucatán ha recibido de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) un diagnóstico ambiental sobre el impacto de las granjas porcícolas que operan en el estado. El conteo que ofrece la dependencia federal supera las 500 granjas, y es tal vez la primera cifra verificada sobre el terreno, ya que cada instancia vinculada con la actividad tenía distintos números.
El documento de la Semarnat, según expresó su titular, María Luisa Albores González, durante la conferencia mañanera de este lunes, tiene por objetivo detectar “focos rojos” en municipios donde no puede haber “ni un cerdito más”. Es entendible que el gobierno federal busca llegar a un punto de convivencia entre granjas porcícolas y poblaciones, pero una alerta de que la producción porcícola está por llegar a su máxima capacidad en un municipio tendrá consecuencias sobre la economía local.
De ninguna manera un negocio debería ser más importante que la salud de la población, y el diagnóstico de la Semarnat seguramente va en el ánimo de contribuir a que se llegue a un equilibrio entre la capacidad del medio ambiente y la generación de empleos y de desarrollo económico; esto sobre una base de análisis científico, y por lo expresado durante la conferencia presidencial, la preocupación por la calidad del agua en el subsuelo yucateco es genuina.
Pero el diagnóstico puede tener otras consecuencias considerando especialmente la actividad porcícola. La primera es un reordenamiento en la fase de producción primaria, es decir, seguramente las granjas industriales podrían cambiar de sede o bien disminuir su capacidad productiva dando lugar a plantas medianas; en lugar de concentrarse en un municipio, se establecerían en dos o más, dependiendo de la factibilidad, costos, y por supuesto el límite que indique el diagnóstico de la Semarnat.
La otra es un previsible aumento de precio para la carne. Tomemos en cuenta que durante 2022 Yucatán alcanzó las 150 mil 950 toneladas de carne de cerdo producidas, pero también que esta carne cuenta con distintivos que la convierten en un artículo que compite en el mercado mundial por su calidad, y esto es que la entidad se encuentra libre de fiebre porcina, cisticercosis, entre otros. Si éste será su máximo histórico, y de hecho hay puntos en los que se indica que la cantidad de cerdos en cría debe disminuir, la vía que quedará disponible para obtener más divisas estará precisamente en elevar todavía más la calidad, para lo cual se necesitará de mano de obra calificada, certificados en manejo de alimentos, e ir implementando mayores controles a los cuales los productores tradicionales no tienen acceso en este momento.
Otra posibilidad es que se requiera de mayor tecnificación en el procesamiento y empaquetado de la carne que se envía al mercado exterior, para controlar todavía más la higiene que exigen países como Estados Unidos y China. La porcicultura, finalmente, es uno de los principales motores de la economía yucateca y es también un rasgo cultural del estado. Conciliar la actividad con el cuidado del medio ambiente debe resultar en mayores beneficios, empezando por los criadores.
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