Inflación contenida: trabajo discreto

La intervención de Rusia en Ucrania inició en un momento en que los índices de propagación y mortandad del Covid-19 comenzaron a disminuir notablemente. Si la pandemia había propiciado la caída generalizada de la producción industrial y el cierre de rutas comerciales, la guerra disparó el precio de los cereales, de los que Ucrania es abastecedor mundial, y el gas natural en Europa, que depende en gran medida de Rusia.

La inflación llegó a niveles inesperados en todo el mundo. En México no faltaron los agoreros malquerientes del presidente que señalaron que no se tomaron las medidas pertinentes para contener la escalada de precios, aunque la inflación no llegó, en ningún momento, al 10 por ciento. En otros países, como Argentina, el índice superó el 100 por ciento. Cuando en el país se hablaba de hiperinflación, esa de tres dígitos o más, gobernaba Miguel de la Madrid. Su sucesor se propuso, y consiguió, contenerla en uno solo.

Siendo un problema económico mundial, el combate a la inflación se ha dado también en todo el orbe. Los resultados se están haciendo visibles también, pero México tiene por ahora un desempeño inesperado, pues a la par que la inflación general disminuye, ubicándose en mayo en menos de 6 por ciento, el peso ha sido una de las monedas que más se han apreciado frente al dólar, y el tipo de cambio se encuentra en un mínimo que no se tenía desde hace por lo menos 12 años.

Cabe recordar que desde que se hizo oficial la victoria de López Obrador en las urnas, el 2 de julio de 2018, sus adversarios se dedicaron a pronosticar que el dólar llegaría a los 30 pesos, o que se regresaría a los tiempos de Ernesto Zedillo, cuando se hizo un chiste de la definición del “nuevo peso”, llamándolo “moneda a la que el gobierno anterior le quitó tres ceros y el actual se los quiere volver a poner”.

Esta labor de contención de la inflación y estabilización de precios ha estado a cargo del gabinete económico de la actual administración, especialmente de Rogelio Ramírez de la O, titular de la Secretaría de Hacienda, y Raquel Buenrostro, quien encabeza la Secretaría de Economía desde octubre del año pasado. Otra mujer destaca en esta tarea: Victoria Rodríguez Ceja, gobernadora del Banco de México desde el 1 de enero de 2022. Habría que considerar también a la antecesora de Buenrostro, Tatiana Clouthier.

Ninguno de estos funcionarios ha tenido grandes reflectores en la mañanera. Antes bien, su tarea ha sido discreta pero efectiva. El Banco de México mantiene la ortodoxia en cuanto al manejo de las tasas de interés, a fin de evitar crear excesos de dinero circulante, y siguiendo indicadores económicos como el entorno externo y las revisiones salariales. Por su parte, la Secretaría de Economía se ha dedicado a atraer inversiones; las más recientes de los países nórdicos: Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega. Por último, la SHCP diseñó el Paquete Contra la Inflación y la Carestía, al cual se acogieron varias tiendas de autoservicio, y ha ido ajustando los impuestos y estímulos fiscales a las gasolinas y el gas doméstico, combustibles que inciden directamente en la inflación.

Cierto que los precios de las gasolinas se han mantenido estables en las alturas y no bajaron a los 10 pesos que López Obrador prometió en su campaña. Lo que se ha ido ajustando es el porcentaje de su venta que ingresa a las arcas nacionales. Pero en esto, AMLO ha ganado otra partida: durante el gobierno de Enrique Peña Nieto los incrementos a las gasolinas superaron el dólar por litro. Hoy el precio es superior al de la divisa estadunidense, pero por fortalecimiento de la moneda mexicana.

El trabajo de estos tres funcionarios es esencialmente técnico. Su efectividad no se traducirá en candidaturas, pero sí en capital político para el presidente, y posiblemente de quien pueda asegurar la continuidad de Buenrostro y Rodríguez de la O. Pero para sus detractores, que gustan de compararlo con Luis Echeverría, el mensaje de AMLO es contundente: la economía no se está manejando desde la residencia presidencial.

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Edición: Estefanía Cardeña