Sara Esperanza Sanz Reyes
Hace un tiempo, en una conferencia sobre las mujeres en la ciencia, una compañera relató lo dicho por uno de sus colegas: “Las mujeres entran siempre con el cuerpo al laboratorio”, en referencia a que el cuerpo de las mujeres producía inquietud en el equipo de investigación, lo cual no les permitía trabajar con tranquilidad. Nos preguntamos entonces, ¿Cómo entran los varones al laboratorio? Sin duda, la respuesta puede dar pie a algunas bromas pero quisiera ir un poco más lejos: ¿Qué significa el cuerpo de las mujeres en el espacio público, en la ciencia, en el trabajo?, ¿Qué diferencia existe con el de los varones? En este artículo expondré cómo se manifiestan algunas demarcaciones en el tránsito de las mujeres por el trabajo, y retomaré algunas propuestas que invitan a la acción.
A mediados de junio, el presidente designó a Luisa María Alcalde Luján como Secretaria de Gobernación y no se hicieron esperar una serie de comentarios sobre la edad y el cuerpo de la funcionaria. Se replicaron miles de veces sus fotografías con el logo de la Secretaría para oscurecer su desempeño en la Secretaría del Trabajo o su trayectoria académica. Lo mismo ocurre, cada vez que una mujer va obteniendo reconocimiento y escalando en espacios públicos.
Estos juicios que desvían la atención sobre las capacidades profesionales, se suman a las oportunidades diferenciales de acceso al trabajo y su movilidad. Los obstáculos están tan naturalizados que solemos pasarlos por alto. Afortunadamente, desde la academia y el activismo se han caracterizado y nombrado. A continuación, presentó algunos de ellos:
Una vez en los espacios laborales y logrando altos niveles de autoridad, se pueden sortear otras diferencias como los acantilados de cristal donde pese a tener el lugar, existen muy pocas posibilidades de desarrollar una gestión exitosa por el entorno hostil, individualista y competitivo. Estas circunstancias pueden llevar a pisos pegajosos donde las inseguridades dificultan mostrar las capacidades.
Para desbaratar estas limitaciones son necesarias políticas afirmativas (a la francesa), políticas de cuidado como las que se están desarrollando en Sudamérica y programas como el de Vocaciones Científicas en Niñas de Yucatán, coordinado por la Lic. Diana Falcón en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES, UNAM, Mérida). En su tercera emisión mostró que empoderar a las niñas en sus capacidades científicas abre el camino para transformar los lugares, las formas y dinámicas en las que se desempeñarán. Es un parteaguas en sus vidas porque se miran en las demás niñas y tejen redes de acompañamiento para que cuando entren en el futuro al laboratorio, entren con todo.
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