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Campeche y Quintana Roo en Transformación: el impacto del Tren Maya y la visión integral desde Sedatu

El beneficio económico para la península de Yucatán asciende a 2.1 billones de pesos, de acuerdo con ONU-Habitat
Foto: INAH

En diciembre pasado tuve el privilegio de acompañar al presidente de la república y mis compañeros del gabinete en la inauguración del primer tramo del Tren Maya, que comenzó en la estación de San Francisco de Campeche y terminó en la estación de Cancún. Posteriormente, también recorrimos el tramo en sentido contrario, iniciando en Cancún, pero ahora terminando en Palenque. 

Este momento es un cambio de paradigma positivo en el desarrollo de la península de Yucatán. Lo afirmo porque, más allá del beneficio económico local esperado —que de acuerdo con ONU-Habitat puede ascender a más de 2.1 billones de pesos—, este proyecto de infraestructura pública se ha complementado con una serie de acciones y programas de varias dependencias de los tres niveles de gobierno, cuyo fin es que el crecimiento económico y social de la región suceda de manera inclusiva y sostenible. 

Estos esfuerzos interinstitucionales, algunos coordinados por la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu), están enfocados en asegurar que las comunidades locales se beneficien directamente de las oportunidades generadas por el Tren Maya y suponen desde la mejora en la infraestructura urbana y rural, hasta la promoción de proyectos de vivienda y desarrollo comunitario. 

Dicho esto, quisiera aprovechar para hacer un recuento de los esfuerzos más notables que ha llevado a cabo la Sedatu y su sector en los estados de Campeche y Quintana Roo, que albergan secciones importantes del proyecto ferroviario. 

En primer lugar, destaco la construcción de 84 obras de espacios públicos —parques, mercados, centros de desarrollo comunitario, deportivos, entre otros— en 13 municipios diferentes, mediante la inversión de cerca de más de 4 mil 700 millones de pesos del Programa de Mejoramiento Urbano; todas hechas con proyectos arquitectónicos que no sólo promovieron el uso de materiales y técnicas constructivas locales, sino que las dotaron de un diseño estético agradable, el cual les provee un valor agregado. 

A este respecto, sobresale el desarrollo del Parque del Jaguar en Tulum —que contiene la zona arqueológica— como un proyecto de preservación histórica, ambiental y cultural de cerca de mil hectáreas. Por otro lado, en relación con el tema de vivienda se han realizado casi 110 mil acciones de mejora, construcción y regularización, que suponen un monto de inversión de más de 32 mil millones de pesos. Vale mencionar que una parte importante de éstas han consistido en créditos y subsidios para la autoproducción, lo cual ha derivado en una importante derrama económica a nivel local, pues las personas beneficiarias han administrado o se han encargado directamente de los procesos constructivos.

 

Entérate: Zona arqueológica de Tulum recibirá el 2024 con nueva cara por activación del Parque del Jaguar

 

Pero más allá de las acciones que han significado cambios inmediatos en el entorno físico de las comunidades campechanas y quintanarroenses, no puede obviarse el enorme trabajo hecho para ordenar el territorio y desarrollo urbano de ambos estados. En específico, me refiero a los 26 instrumentos de planeación que se han hecho durante este sexenio para combatir las desigualdades socioterritoriales presentes a nivel regional, estatal y municipal y promover el desarrollo sostenible. 

Cabe destacar que la mayoría de los programas de ordenamiento territorial y desarrollo urbano desarrollados son municipales, uno es metropolitano, otro regional y uno más está centrado en la operación del nuevo aeropuerto de Tulum. El común denominador de todos es que proveen información, acciones y estrategias a corto, mediano y largo plazos sobre el ordenamiento, ocupación, usos y aprovechamiento del territorio, para que las personas tomadoras de decisiones y la población en general puedan proveer y exigir, respectivamente, equipamientos, infraestructura y servicios en armonía con el medio ambiente. Sobra decir que todos se han elaborado considerando los impactos del Tren Maya, buscando potencializar los positivos y disminuir los negativos. 

Para concluir, quiero dejar en claro que el trabajo en favor de Campeche y Quintana Roo seguirá hacia el final de este gobierno y el inicio del próximo. En la Sedatu y en todo el sector a su cargo, estamos conscientes de que son territorios donde aún hay mucho que hacer en favor de la justicia social y ambiental. Por consiguiente, de cara a los últimos meses del sexenio, y sobre todo a la luz de todos los cambios que detonará el nuevo proyecto ferroviario insignia del país, seguiremos trabajando sin bajar el ritmo en favor de la transformación.

 

Edición: Fernando Sierra


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