En el primer estertor del partido único, arribaron a Yucatán una serie de oscuros personajes; estas aves de mal agüero provenían de diversos estados, y tenían como objetivo operar en contra de la oposición durante los procesos electorales.
Alquimistas electorales, “promotores” del voto, mapaches, movilizadores… Un aquelarre de hechiceros de las malas artes del fraude. Había un brujo en especial, un tal José Guadarrama Márquez, que hizo de la trampa una forma de vida. Desde entonces, el fin justificaba los medios.
La irrupción de esos artífices de amaños electorales en Yucatán vacunó a nuestra democracia; desde aquellos tristes tiempos se ha protegido la voluntad popular, tanto de intereses internos como de externos: No hay nada que una más a los yucatecos que la intromisión a nuestros procesos.
Y por eso la bravata de Layda Sansores San Román contra Renán Barrera Concha en lugar de beneficiar a su partido, Morena, lo perjudicó. La gobernadora de Campeche quiso cruzar el Rubicón de las fronteras peninsulares, pero en su intento naufragó.
El ataque de la mandataria campechana al candidato a la gubernatura de Yucatán además de cuestionable —tuvo como epicentro un espacio oficial, producido con recursos públicos— fue enclenque en fondo y forma. Según la misma Layda Sansores, así dio respuesta a una declaración de Renán Barrera respecto a la inseguridad en Campeche.
No se desmintió la realidad: desde hace años, el índice de delitos en su estado se ha incrementado considerablemente. Antes, Campeche y Yucatán coincidían como los estados más seguros del país; hoy día, Campeche sólo puede presumir la disminución de la percepción.
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Eso lo sostienen las cifras. Sólo entre la última semana de 2023 y la primera de 2024 se registraron tres ejecuciones en Campeche: en Champotón fue asesinado un hombre de un tiro en la cabeza, en calles de Campeche capital, y en Ciudad del Carmen.
“El Partido te dijo que rechazaras la evidencia de tus ojos y oídos. Era su última orden, la más esencial”. La advertencia que Orwell hizo en la distopía de 1984 se cumple ahora, cuando la reacción a una verdad es una metralla de mentiras.
Los lazos que unen a Campeche con Yucatán son mucho más fuertes que cualquier partido político. Sin embargo, hay que evitar que esa relación se erosione con enfrentamientos de este tipo. Hay delgadas líneas rojas que no se deben traspasar, como la intromisión de autoridades de otros estados en procesos meramente internos.
En ese aspecto, Morena desenterró las peores prácticas del pasado, como recurrir a fuerzas externas para desviar los cauces de las democracias estatales. Ahora, con la agravante que los de afuera no intentarían entrar si no estuvieran seguros que hay alguien adentro que les abrirá la puerta.
Esa quinta columna lo único que está logrando es una polarización mayor de la sociedad —aunque, tal vez, ese sea su principal objetivo: divide y vencerás. A la larga, todos perdemos. Por ejemplo, al intentar explicar la ausencia de la gobernadora de Campeche al informe de su homólogo de Yucatán, un analista señaló: ”[No vino porque] no iba a ser bien vista en el informe, la iban a recibir con abucheos y rechiflas en vez de aplausos cuando la presentaran”.
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