de

del

Mudarse

Un acto que se emprende con frecuencia
Foto: Rodrigo Medina

Mudarse es un acto que se emprende con frecuencia. Movemos una parte del propio mundo, y naturalmente algo se queda atrás, se abandona. El movimiento permite revisar lo que se acumula. Lo material resulta doblemente innecesario cuando no hay tiempo ni espacio. Es así que toda mudanza es un pretexto para repasar lo que ya no queremos que nos acompañe, un examen sobre lo valioso que es conservar y cuidar.

Hay tipos de mudanzas como hay especies de abejas u orquídeas. La palabra mudanza deriva del verbo mudar (mutare) que en su etimología latina significa “cambiar”. Cuando uno se muda, cambia. La cuestión es (al menos para mí, ahora), ¿qué sucede cuando uno regresa, es decir, se muda de vuelta al lugar de donde se fue? Es una obviedad decir que los lugares a los que regresamos se transforman, así como nosotros mismos. Lo que sorprende es la apariencia. El engaño adscrito al sitio al que se regresa.

 

Foto: Rodrigo Medina

 

Desde hace seis meses vivo en Mérida después de 10 años. Volví con frecuencia. Pero nunca regresé, hasta ahora. Presentarse momentáneamente al lugar que se abandonó no es regresar a él. Aquí, el lenguaje es claro, regresar significa, si respetamos su definición: “acción de volver hacia atrás”. Pero, ¿cómo volver hacia atrás, qué parte de nosotros es la que vuelve?

Una de las cosas que me prometí al volver fue aprender a manejar un auto. Había practicado antes, pero no recordaba la sensibilidad de los pedales. Al inicio, avanzaba muy rápido en calles en las que era innecesario. Frenaba con fuerza. Hacía brincar a quien me acompañaba cuando, por estar a velocidad, no advertía un tope. Y esto no es solamente la torpeza del principiante sino una lección: hay un ritmo único en los aprendizajes, uno que de no ser entendido, hará más tortuoso el proceso. Todos los aprendizajes ejercitan nuestra capacidad de asimilar el punto cero.

Cuando regresé hace unos meses, creí poder insertar un ritmo heredado de un espacio distinto. En el acto de mudar, supuse también que era suficiente con trasladar algunos objetos valiosos y a mis dos gatos. Uno cree que un movimiento de esa magnitud es sencillo: se vuelve al lugar que ya se conoce, en mi caso, lo hice acompañado por alguien a quien quiero mucho. ¿En qué momento de la ecuación podríamos perdernos? El resultado está previsto, en apariencia.

Los primeros días de mi regreso quise entrar en las dinámicas que me constituyen, en un intento por hacer una transferencia, un calco rítmico anterior. No me detuve en ningún momento a pensar que estaba en un punto cero y que tenía que valorar y cuidar mi alrededor. La realidad, no yo, fue lo primero que me colocó en la acción de volver hacia atrás.

Las grietas se abren a nuestro lado cuando no entendemos que no es a través de la fuerza que se crean los espacios habitables y compartidos. 

 

Foto: Rodrigo Medina

 

Entiendo por “mudar” un acto de cambio. Por “regresar”, un examen no sólo nostálgico sino personal. Más cuando volvemos a un lugar del que nos fuimos por años y comparamos quiénes fuimos con quiénes somos. Entonces, todo acto de mudar implica el abandono de los rasgos, sentimientos y patrones que ya no deseamos seguir cargando, y el regresar, una ruta de repaso interior a la que se asiste caminando, porque algo nuevo nace en los límites del sendero.

Desde los primeros días, pensé que debía hacer lo que siempre hago en los lugares en los que vivo: trazar en bicicleta las calles y los caminos, a velocidad. Y a veces no sólo con rapidez sino con furia. Cuando vivía aquí, eso me ayudó a entender no sólo mi espacio sino a mí mismo. Fue en su momento un mecanismo defensa: pedalear, poner en marcha la maquinaria en la que (en apariencia) avanzo. Cuando me fui de Mérida, pensé que no me llevaba nada. No quería llevarme nada. Pero me llevé esa velocidad intranquila, que asimilé natural, y que poco a poco sepultó lo delicado y hermoso que apenas nacía. El filo del arma que en su momento nos defendió puede bien lastimar nuestras manos y las del otro si no tenemos cuidado.

Sobre los límites de ese camino que tracé y olvidé, nacieron flores. Pequeñas flores amarillas y blancas de las que nunca supe sus nombres. Hablo de flores de verdad, en los caminos que emprendo con la fuerza de mis piernas y con la voracidad de mis ojos fijos en lo que se aproxima. Nunca las vi creciendo, por eso para mí son un descubrimiento ahora. Se llaman: flor de mayo, lilys, amapolas. Antes no tenían nombres porque no me detuve a pensar en eso. Para que algo tome su lugar: los errores, las actitudes equivocadas y egoístas, pero también un amor nuevo, un objetivo, es necesario detenerse y buscar en los límites de la ruta que se ha trazado: esta es la acción de volver hacia atrás que para mí significa la palabra “regresar”. 

 

Foto: Rodrigo Medina

 

Mudarse es también reconsiderar las amistades, los vínculos y la ternura que los resguarda. Deshacernos de aquellos que no queremos seguir conservando, porque no tenemos espacio para todo.

Para mudar y cambiar, hay que detenerse. Esto lo sabemos en teoría, ponerlo a la práctica es lo difícil. Las serpientes lo hacen con frecuencia. Cuando son jóvenes mudan de piel cada cuatro o seis semanas, cuando adultas, dos o tres veces al año. La piel vieja es opaca, gris. La nueva, por otra parte, es suave, como un líquido tornasol. 

Las flores crecen hacia arriba en busca de luz, de potencia solar. Las acciones que nos sujetan a aquello que ya no queremos ser y que pretendemos abandonar, buscan su ruta hacia adentro. Es difícil advertirlas a solas. No son hermosos los colores; sus pétalos y sus múltiples hojas no buscan la luz, y uno tiene que enterrar la mano con tranquilidad y paciencia para cavar el hueco, para crear un espacio nuevo. Largo proceso. 

Entonces, para mudarse (en soledad o en compañía), como parte del cambio, quizá haya que “regresar” primero. Evaluar el contorno de nuestros propios fantasmas, dudas, miedos, desesperaciones, para que no ocupen el lugar de aquello que amamos. En donde queremos que nazcan las flores con su delicadeza y sus múltiples nombres.

[email protected]

Edición: Ana Ordaz


Lo más reciente

Eliseo Fernández Montúfar responde a Morena en Campeche: Tienen miedo

El ahora ex candidato al Senado asegura que están haciendo uso del poder de Estado para dejarlo sin registro

Jairo Magaña

Eliseo Fernández Montúfar responde a Morena en Campeche: Tienen miedo

Empiezan despidos por impago de Pemex, afirma sindicato en Carmen

Las cesantías a causa de la deuda podrían sumar los 300 casos

La Jornada Maya

Empiezan despidos por impago de Pemex, afirma sindicato en Carmen

Claudia Sheinbaum se compromete a solucionar tema del agua en Campeche

La candidata presidencial reconoció que la red de distribución en el sureste requiere de mayor mantenimiento

Jairo Magaña

Claudia Sheinbaum se compromete a solucionar tema del agua en Campeche

Mauricio Vila hará campaña con su partido: PAN Yucatán

El gobernador con licencia es candidato al Senado de México por vía plurinominal

La Jornada Maya

Mauricio Vila hará campaña con su partido: PAN Yucatán