Según lo que reza en el Proyecto de Nación 2024-2030 en el apartado 14. Revolución Artística, “El arte es alimento del espíritu y la personalidad”, representa un punto de partida, por una parte, firme, pero, por otra, endeble. Si bien nadie discutiría que el arte sea alimento espiritual, muchos desconfiarían de que el arte sea también alimento de la personalidad, cuando ésta implica una entidad demasiado compleja y unitaria. Tal vez haya sido mejor considerar el arte como alimento espiritual en lo individual y lo colectivo. De acuerdo con lo establecido en el Proyecto de Nación, el arte también promueve valores humanos que van más allá del mundo material y nos acercan más al mundo inmaterial, con sus implicaciones en la sabiduría y la cultura. Y bien por eso. Sin embargo, cuando más adelante refiere que “no podemos transformar a la sociedad, si no transformamos al sector artístico y cultural”, tal vez no estén tan en lo cierto. Su planteamiento está en el enigma de ¿qué es primero: el huevo o la gallina? La transformación social implica necesariamente la transformación cultural y artística, sin que importe cuál afecta a la otra y de dónde viene una y a dónde va la otra. Si bien, como se señala en el Proyecto de Nación 2024-2030, el neoliberalismo de las administraciones anteriores favoreció un sistema cultural y artístico elitista y perjudicó a las culturas y las artes populares, ahora no se sabe con claridad si se trata de favorecer a la cultura del pueblo en perjuicio de la cultura elitista. No está suficientemente preciso, por lo que es requerido una aclaración al respecto y también en cuanto a la promoción de las culturas y las artes. ¿La promoción incluiría la cultura en sus diferencias clasistas, regionales, generacionales y demás categorías? Ya es necesario hablar las culturas y no de la cultura. Respecto de la producción cultural y artística, si bien ésta fue concesionada al sector privado, donde fue promovido, efectivamente, el individualismo y la competencia, habrá que quitar este privilegio a quienes dominaron la producción artística. Aunque esto no debería implicar otorgar este “privilegio” al sector popular de modo tan simplista. Sí habría que comprometer al sistema gubernamental a ofrecer los apoyos necesarios a los creadores artísticos natos, sin importar clase social, visión del mundo, técnica, y demás particularidades. Dado que en el gobierno actual no ha logrado desprender la corrupción y los “privilegios” del sistema público de las culturas y las artes, la obligación de la próxima administración federal debe erradicarla de una vez por todas, pero no deberá tardarse otro sexenio para obtener los logros esperados desde hace mucho tiempo. La democratización de las culturas y las artes no sólo sigue siendo una necesidad, sino que ahora es una urgencia. Si como en el Proyecto de Nación se señala que no hay transformación social sin transformación cultural y artística y viceversa, debe haber más precisión de cómo lograrlo. Por otro lado, el Proyecto de Nación propone 11 objetivos en el sector cultural y artístico. Es probable que nadie dude de éstos; sin embargo, hacen falta otros que no caben en los señalados. Además, habría que corregir otros por diversas razones. Por ejemplo, el primero refiere la “formación integral de arte, cultura y deporte a las niñas y niños”, como si el arte estuviera fuera de la cultura y el deporte también. Lo que sí, habrá que reincorporar la educación artística junto con la educación física en los planes de estudio y sus programas educativos. Si bien en marzo de este año fue convocada la comunidad cultural y artística a foros coordinados por la senadora Susana Harp para recoger las inquietudes e intereses de tal comunidad, habrá que realizar otros foros para revisar y afinar los contenidos del Proyecto de Nación en este rubro. También habrá que incluir en la política cultural propósitos que favorezcan particularmente a los talentos infantiles y juveniles en el arte y la cultura, a los que nunca nadie ha tomado en cuenta. Lea, del mismo autor: La educación en el Proyecto de Nación 2024-2030 Edición: Fernando Sierra
Esta es la octava ocasión en la historia de la organización que se tiene una seguidilla con ese número de encuentros ganados
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