Opinión
José Díaz Cervera
28/06/2024 | Mérida, Yucatán
Para Rodri
Cuando la naturaleza quiere hablar en metáforas, llueve.
Nunca igual a sí misma, la lluvia siempre cae por primera vez, mojando la tierra, los recuerdos y las cosas; humedeciendo el sueño y las ganas de abrazar.
La lluvia en los techos de cartón no es igual a la que sueña entre la paja. La lluvia en el pavimento es la advertencia severa de las debilidades humanas, y sobre las líneas de este escrito es una confesión de la nostalgia.
Tenía que llover para que se nos limpie la mirada; tenía que llover para que regresen las abejas, las moscas y la vida; tenía que llover para retocar el verdor de la selva y la campiña.
El agua sencilla ha regresado para ofrecernos su frescura e invitarnos a refrescar nuestra mirada. Sólo con ojos nuevos se puede crecer; sólo con ojos nuevos se pueden reformar los latidos de nuestros corazones; sólo con ojos nuevos se conquista un poco de sabiduría.
Que nunca falte la lluvia.
Que nunca sobre la lluvia.
Que nadie sufra por la lluvia.
Que llueva paz con justicia.
Que llueva esperanza para todos.
Que llueva hasta que todos nos inundemos de buena fe.
Que llueva lucidez.
Que lluevan pronto estrellas y canciones.
Que llueva la alegría.
Que lluevan amaneceres y buena fe en las palmas de las manos.
Edición: Emilio Gómez