Una definición básica de “cultura” (funcional a pesar de sus limitaciones) es la siguiente: “cultura es todo lo que no es natura”. En su sencillez, la conceptualización es la semilla de la complejidad que supone la “construcción” de un mundo de dimensiones humanas.
Aquí aparece una primera categoría importante: la noción de “mundo”, esa entidad con la que el ser humano establece una relación rica en matices y a través de la que se determinan formas de vivir, de convivir, de sentir y de interactuar que nos condicionan como habitantes de un tiempo y de un espacio específicos.
Uno de los aspectos más relevantes de nuestra pertenencia a un mundo lo constituyen las manifestaciones artísticas y por ello tradicionalmente se ha vinculado a “la cultura” con “el arte” y a las instancias culturales con el apoyo a los artistas, lo que es sin duda importante, pero extremadamente miope, sobre todo cuando los cambios económicos y políticos se traducen en cambios en nuestra manera de relacionarnos con nuestros semejantes y con nuestro entorno.
Si bien las líneas más “gruesas” del trabajo de construcción de un mundo a la medida humana se hacen desde los sistemas educativos de las sociedades, el trabajo fino se hace desde lo cultural, por lo que quizá las instancias culturales (que no siempre ni prioritariamente son parte del Estado) deberían denominarse como institutos de ingeniería sensible a través de los cuales se estructuren los rasgos básicos de interacción individual y grupal en los que se definan las maneras de pensar, de convivir, de solucionar conflictos y de expresar el mundo a partir de un esquema axiológico básico cuyo eje se determinaría a través de tres o cuatro valores que se conciban como fundamentales para la conquista de los objetivos políticos y sociales de una comunidad.
(A manera de acotación refiero que Kant definía la sensibilidad como la capacidad humana para recibir emocionalmente los estímulos del medio).
Hoy por hoy, la tarea es desarrollar la individualidad en detrimento del individualismo y ello supone la edificación del sentido comunitario a partir de valores como la paz, la solidaridad, la honradez y el respeto, mismos que sólo pueden alcanzar su nitidez a través de la dialogicidad cultural, lo que implica desarrollar nuestra capacidad para crear canales y mecanismos de interlocución entre individuos y grupos que se asumen como diferentes.
Si bien la paz ha sido una aspiración humana, ésta se ha tratado de conquistar por caminos espurios y uno de ellos ha sido la creación de un mundo uniforme y monocromático en el que se nos propone que si todos pensamos de la misma manera, el resultado de ello será la paz.
Hoy día, sin embargo, no se puede pensar en un mundo unidimensional y en la cotidianidad se cruzan diversas maneras de ver el mundo, de sentirlo y de proyectarlo, de tal forma que la vida aparece mucho más rica y conflictiva de lo que parecía y ello nos lleva a replantearnos la paz no como la abolición de la discrepancia, sino como la capacidad colectiva para desarrollar mecanismos que posibiliten la gestión de las controversias naturales que deriven de la interacción en la diversidad.
Lo diverso, por otro lado, no implica solamente la posibilidad del conflicto sino también la del encuentro enriquecedor y en ello el Estado podría tomar la iniciativa desarrollando políticas que permitan poner frente a frente a individuos y grupos sociales diversos. Las instancias culturales deben ser agencias del encuentro humano.
Durante muchos años se creyó que la paz era el resultado de que todos los hombres pensáramos y sintiéramos lo mismo; el resultado de ese equívoco se tradujo en intolerancia y represión física y simbólica. Hoy día podemos pensar que la paz es hija del conflicto y que éste tiene su raíz en la confrontación entre distintos: frente a frente, dos seres humanos saben que no están ante un espejo y sólo tienen dos caminos: cerrar los puños para pelear o abrir los brazos para ofrecer un abrazo; en cualquiera de los dos casos el pre requisito es el encuentro.
La pregunta seria: ¿podría, desde las instancias gubernamentales de cultura, instrumentarse un proyecto de ingeniería social que permita la edificación de nuestro sentido comunitario y de las diversas culturas de la paz?
Toda transformación comienza por la manera de mirar el mundo.
Lea, del mismo autor: Intelectuales poco inteligentes
En el mes de marzo, dicho producto se cotizó 60.4 por ciento más caro que un año atrás
Afp
La política incluye tratar a los 'cárteles' como ''organizaciones terroristas'' parar imputar cargos más severos
La Jornada
El consenso casi unánime entre las encuestas es que Albanese ganaría para un segundo mandato
Afp
El ex presidente acusó al gobierno de Luis Arce de orquestar una persecución judicial
Afp