Opinión
Teresa Quiñones Vega
15/07/2024 | Mérida, Yucatán
En las fiestas patronales tradicionales de muchas localidades de la península, en especial en las de Campeche y Yucatán, es común observar “venteras” de diversos productos a las puertas de los templos católicos. Entre estas personas, generalmente mujeres, destacan algunas por los artículos que ofrecen. Nos referimos a vendedoras de ramas de ruda, velas, veladoras y pequeños objetos de metal en forma de cuerpo humano o de diversas partes del cuerpo (piernas, manos, brazos, corazones, entre otros), de animales (caballos, reses, cerdos) y hasta de vehículos (camiones, coches). Cada uno de estos objetos pende de un hilo de estambre de color gracias al cual puede ser “colgado” en la imagen venerada. A estos pequeños objetos se les conoce en la región, como “k’exitos”.
En el marco del catolicismo popular, estos objetos reciben el nombre de exvotos y también puede tratarse de joyas, ropas, bailes, figurillas, fiestas, comidas, etcétera. El exvoto expresa gratitud por un favor concedido, pero también mediante éste, se busca la protección o el apoyo de un ser sagrado. Dicho de otro modo, significa el intercambio de dones o favores entre la divinidad y las personas creyentes.
La palabra “k’exitos”, viene de la voz k’eex, que en lengua maya quiere decir trueque, cambio, permuta, canje o exvoto, de acuerdo a lo que nos dice el Diccionario maya Cordemex. Estos “k’exitos” son ofrecidos a las entidades sagradas, ya sean santos, vírgenes o cruces, en virtud del prestigio de que gozan como hacedores de milagros. En otras palabras, las personas creyentes se sirven de los “k’exitos” para solicitar un favor, protección o milagro. De tal manera que al ofrecer a la imagen venerada un k’eex con forma de pierna, la persona está pidiendo se le conceda recuperar la salud de esa parte del cuerpo; si el objeto de intercambio tiene la figura de un animal, el creyente pide la bendición para los animales del solar o de su propiedad.
Así, la gente de la región considera que mediante el “k’exito” se solicita un milagro, en lugar de agradecer o reconocer un favor recibido. Por lo general, el agradecimiento se expresa de otras maneras, como visitar el lugar donde se encuentra la imagen sagrada, ofrecer rezos, misas, fiestas, etc. En algunas localidades mayas del centro de Quintana Roo, donde no era común la venta de estos objetos de metal, las personas que necesitaban un milagro elaboraban ellas mismas, con cera de abeja, el cuerpo o la parte del cuerpo que requería la atención del santo (virgen o cruz) y lo sujetaban a la imagen o lo dejaban cerca de ésta para solicitar sus favores.
Las vendedoras de “k’exitos”, a quienes llamamos "venteras de milagros" por la razón mencionada, son generalmente mujeres cuyas familias se han dedicado por generaciones a la venta de estos objetos. Encontramos a estas "venteras" principalmente en las puertas de reconocidos santuarios. Tal es el caso de un grupo de mujeres de Halachó, Yucatán, encabezado hasta hace poco por Valita Cen (recientemente fallecida), quien pertenecía a una familia que por tres generaciones se ha dedicado a esta tarea. Estas mujeres asisten a las fiestas patronales más importantes de la región, especialmente a los santuarios de imágenes consideradas muy milagrosas, como la Virgen de Hool y de Chuiná en el estado de Campeche, así como a la fiesta de los Tres Santos Reyes de Tizimín y a la del Santo Cristo de la Transfiguración de Chumayel. Por lo general, estas mujeres se mudan durante una semana o el tiempo que dure la fiesta al lugar donde se encuentra el santuario.
En ocasiones, construyen sus viviendas temporales con palos o bajareques y utilizan cobertores como paredes; en estas pequeñas carpas cuelgan sus hamacas o duermen en el piso si el grupo es numeroso, ya que incluso dan cobijo a peregrinos o familiares que también acuden a la fiesta. Llevan utensilios para cocinar y hasta cargan con la imagen del santo de su devoción para que las proteja durante su estancia fuera de sus comunidades.
Esperamos que estas líneas sirvan para visibilizar a las personas que se dedican a vender “k’exitos”. Su trabajo es crucial para la religiosidad popular en la península de Yucatán, ya que no sólo ayuda a los creyentes católicos a aliviar sufrimientos, preocupaciones u obtener protección, sino que también les permite agradecer los favores recibidos. Al proporcionar estos pequeños objetos devocionales, las vendedoras no solo apoyan la fe de los creyentes, sino que también resaltan y hacen visible el poder milagroso de las imágenes sagradas al ser colocados en sus manos y vestiduras.
Con cada “k’exito” vendido, estas mujeres mantienen viva una tradición que conecta a las comunidades con sus creencias y tradiciones, recordándonos expresiones devocionales de nuestra cultura. Así, detrás de cada milagro concedido, hay una historia de dedicación y fe que merece ser recordada y celebrada.
Teresa Quiñones Vega es antropóloga social del Centro INAH Yucatán
Coordinadora editorial de la columna:
María del Carmen Castillo Cisneros; profesora investigadora en Antropología Social
Edición: Estefanía Cardeña