Opinión
Normando Medina Castro
24/07/2024 | Chetumal, Quintana Roo
La cuenta regresiva para el fin de la administración pública federal que preside Andrés Manuel López Obrador ya inició, con poco más de dos meses restantes, que una vez cumplidos dejará a la 4T sin su caudillo que, asumió en los hechos el papel del rasero con el que se miden las acciones y determinar el bien y el mal a partir del enorme apoyo popular que lo ha acompañado.
Desde su fallido desafuero en el que participó todo el aparato de Estado, medios de comunicación, partidos políticos, la jerarquía católica, las mujeres y hombres más ricos de México, siguió una campaña presidencial con la misma estrategia de mentir, calumniar y difamar libre e impunemente a López Obrador para desfigurarlo y proyectarlo como “un peligro para México”, lo cual no consiguieron y solo lo victimizaron y recurrieron al fraude para darle la primera magistratura del país a Felipe Calderón Hinojosa con una ventaja de medio punto porcentual en las elecciones de 2006.
El desgaste del gobierno ilegítimo del panista Felipe Calderón que convirtió al país en un narco Estado, evidenciado en el
juicio en Estados Unidos contra Genaro García Luna, su cercanísimo Secretario de Seguridad Pública, obligó a darle la presidencia al prista Enrique Peña Nieto, cuyos excesos se hicieron más que evidentes, lo cual dio el golpe mortal a la credibilidad indispensable para retener el poder.
Con ese material, apoyado en la interconectividad de “las benditas redes”, AMLO arrasó en las elecciones de 2018. Los opositores a López Obrador no reaccionaron adecuadamente y se negaron a dejar las mentiras, calumnias y difamaciones, menospreciando la capacidad de percepción de las mayorías. El resultado previsible fue otra aplastante derrota en las recientes presidenciales de julio de 2024.
La credibilidad la dejaron en manos de AMLO. Ahora será interesante saber cuánto le durará esa credibilidad a Morena y sus empoderados una vez que el presidente se retire a su rancho de Palenque. La columna Astillero de Julio Hernández, publicada el miércoles en La Jornada, señala que “Morena es el partido del bienestar, sobre todo para sus élites”, que carecen de autocrítica y se solazan en “el volumen de votos obtenidos”, acallando críticas internas.
En lo local
En Quintana Roo, sin aval ciudadano, la legislatura local con 22 de 25 diputados pertenecientes a Morena y sus aliados modificaron la ley de movilidad dando facultades excesivas al titular del Instituto de Movilidad para que las licencias, permisos y concesiones dependan de su decisión unipersonal. Ya antes quitaron la expedición de licencias de manejo a las direcciones municipales de tránsito para dejarlas en manos del mismo Rodrigo Alcázar Urrutia. Hay una rebelión de motociclistas debido a lo que llaman la “
Ley chaleco” que obliga el uso de cascos y chalecos reflejantes, con las placas del vehículo. La XVII legislatura sale al paso y asegura que el gobierno los dará gratuitamente. ¿qué empresa y funcionarios se benefician con los cascos y chalecos reflejantes? Si los da el gobierno se pagarán con dinero público. “primero los negocios”, no los pobres. También crearon impuesto estatal para venta de inmuebles. Sume el escándalo de las “extrañas” listas de apoyos sociales de la alcaldesa de Othón P. Blanco, Yensunni Martínez, donde aparecen varios difuntos. ¿cuánto durará la credibilidad de Morena y sus aliados sin López Obrador?
En fin, son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño estado.
¡Hasta la próxima!
Edición: Fernando Sierra