Opinión
La Jornada Maya
04/08/2024 | Mérida, Yucatán
Sara Esperanza Sanz Reyes
El proceso de institucionalización de la perspectiva de género en México se inició en el año 2001 con la creación del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres). Es cierto que con anticipación había esfuerzos desde el gobierno (sobre todo municipal), la sociedad civil y la academia. No obstante, hasta que se aprobaron leyes en el Congreso de la Unión y se instaló el Inmujeres fue que se decantó hacia los tres niveles de gobierno la obligatoriedad de abrir en sus estructuras oficinas especializadas para la atención de las mujeres: desde eliminar la discriminación, proveer un efectivo acceso a la justicia en casos de violencia, desarrollo económico y la tarea de desagregar toda la información por sexo para tener un diagnóstico que acompañará las propuestas.
Estas tareas se asumieron con anticipación por gobiernos municipales del centro del país y en Yucatán, inició este ejercicio en 1999 con la creación del Consejo Municipal de la Mujer en el ayuntamiento de Mérida. En una entrega anterior, reflexioné sobre su importancia y organización. Esta vez, a partir de la revisión de las actas de reuniones de trabajo presentaré porque debe considerarse como una buena práctica para la gobernanza para la igualdad.
En Mérida, el Consejo de Colaboración Municipal de las Mujeres cumplió 25 años este julio. Marca un antes y un después en la institucionalización de la perspectiva de género porque concibió un lugar de discusión con integrantes de la sociedad civil organizada que levantaba la voz y hacia propuestas sugerentes como la Dra. Sandra Peniche (Unasse S.C.), el grupo Indignación, representantes de distintos partidos políticos, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), un grupo de Paternidad Responsable y la academia. Se encontraban constituidos cuando aparecen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus tareas se alinean a ellos. Antes de que se armonizara la planeación municipal en ese sentido, el Consejo ya tenía como meta el ODS número 5.
De una revisión de sus actas de reunión del último gobierno municipal destacaré cinco tareas elementales: Primero, el Consejo socializa de forma constante las acciones que se desarrollan en el ámbito municipal tanto desde el gobierno como la sociedad civil y la academia a favor de las mujeres. En la mayoría de las sesiones participan como invitadas funcionarias municipales para exponer sobre programas y proyectos, dialogan sobre las novedades en materia legislativa, presentan avances de las mesas de trabajo y proponen mecanismos de difusión.
Segundo, generan actividades en red: reuniendo el talento, los contactos y el trabajo de cada una de sus integrantes, siendo el ayuntamiento un ente gestor más que conductor. Por ejemplo, organizaron un foro donde cada mesa de trabajo presentó una actividad diferente y en el 2022 realizaron convocaron a un “tendedero” en el Centro Cultural Olimpo, donde la ciudadanía colocó sus denuncias de violencia de género.
Tercero, contribuye con propuestas específicas para el fortalecimiento institucional planeando talleres para funcionarias/os municipales, lineamientos para incorporar la perspectiva de género en la planeación y evaluación municipal. También proponen el diálogo con otras oficinas que no participan en el Consejo y la reforma al reglamento del propio IMM donde se señala que para ser Directora del Instituto, además de otras cualidades profesionales, la funcionaria elegida debe ser recomendada por instituciones académicas públicas o privadas y organizaciones de la sociedad civil.
Cuarto, empodera a la ciudadanía porque sus propuestas se discuten e incorporan de forma continua al quehacer municipal sin intermediarios, ni representaciones políticas. Quinto, genera espacios de diálogo más allá de las diferencias como en una reunión posterior a la marcha del 8 de marzo de 2023 donde expusieron abiertamente sus opiniones respecto a la marcha pero prevalecieron las coincidencias, los objetivos en común y la cultura de la paz sobre las divergencias. En suma, se construyen puentes intergeneracionales e ideológicos, se tejen alianzas y se escuchan voces en un marco de respeto y creatividad para la búsqueda de la igualdad.
Edición: Fernando Sierra