Opinión
Margarita Robleda Moguel
11/08/2024 | Mérida, Yucatán
La cortina de los Juegos Olímpicos de París 2024, cayó. Tantos años de preparación, tantos sueños de 10 mil 500 atletas de más de 200 nacionalidades quienes participaron en las 300 pruebas de los 45 deportes aprobados en pos de: alcanzar una medalla, si es posible la de oro; quedar entre los 10 mejores del mundo, envolverme en la bandera y cantar el himno nacional a la hora de la premiación, que me reconozca la federación que, a pesar de su falta de apoyo logré lo que sus consentidos no pudieron… ¿Enamorarme junto a la torre Eiffel? ¡Cancelado…! Ninia, ¡no te distraigas con tonterías!
Después de la exposición de talento que manifestaron los organizadores para darnos la bienvenida a París y que vimos desfilar la historia infinita de sus propuestas artísticas, porque París, es París, ahora pienso en el agotamiento que han de padecer al finalizar la fiesta: la cantidad de basura generada, enfrentar problemas surgidos como la contaminación del Río Sena, albergar a atletas, entrenadores, médicos, masajistas, ofrecer la variedad de comidas acorde a la alimentaciones de 200 nacionalidades, plus la vigilancia de sus nutriólogos; la seguridad de los decididos de conocer, aunque sea, una rebanada de París de noche. ¡Uff!
En medio de todo lo anterior, las historias que circulaban en las redes sobre verdaderos héroes y heroínas me conmovieron profundamente y pensé qué mejor cierre de fiesta, que hacerlos presentes, en este pequeño homenaje, en representación de tantos seres humanos extraordinarios que participaron.
Como la francesa Karla Nempur a quien el comité olímpico francés impidió competir por su país. Ella, empeñada por lograr el sueño por el que había trabajado tanto, eligió representar a Argelia, el país de su padre y a los 17 años, se convirtió en la primera persona que gana una presea olímpica en gimnasia para África.
O la dominicana Thea Lafond, quien no contaba con una pista accesible para ejercitarse, por lo que junto con su esposo, quien también es su entrenador, construyeron, con algo de apoyo del comité olímpico dominicano, el carril para practicar su triple salto olímpico, cubriendo la superficie de goma y siete toneladas de arena que cargaron con carretillas. Lafond se animaba con la corredora de 100 metros de la nación de Santa Lucía, quienes mutuamente se decían: ¨Nosotras somos tan grandes como cualquiera’. ¡Y lo lograron! Ambas caribeñas regresaron a sus casas con medallas de oro.
En México, la oaxaqueña Ale Estudillo de tan solo 19 años de edad alcanzó la final, logró la sexta posición para México y nos regaló una hermosa imagen donde se ve a su madre peinándola para su final del trampolín individual de tres metros. Tenemos Ale para rato.
Emiliano Hernández de Morelos, pidió disculpas a su familia y a México por no haber alcanzado ninguna medalla en la competencia de Pentatlón Moderno…¡Emiliano, lograste el cuarto lugar a nivel olímpico! ¡Toda una hazaña, bravo!
Julio César Chávez mandó a felicitar a Marco Verde y no pudo evitar destilar un sueño mallugado: “No pudiste alcanzar la medalla de oro”. Al no tener apoyos de la Federación, Marco Verde vendió su coche para llegar a París y logró plata. Me pregunto si estos recursos se fueron en favor del equipo Ecuestre mexicano que presenta el programa: Carlos Hank de 25 años, José Antonio Chedraui de 58 años, Eugenio Garza de 28 años, Andrés Azcárraga de 31, quienes están en todo su derecho de realizar sus sueños y vaya que tienen con qué, incluso, para apoyar al de otros compatriotas que se ganaron sus lugares en Paris 2024 con tenacidad y pasión.
Edición: Fernando Sierra