Opinión
Óscar Muñoz
27/08/2024 | Mérida, Yucatán
Recientemente, el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (Macay) “Fernando García Ponce” ha sido amenazado con la reducción de sus espacios interiores para exposiciones. Al parecer, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) requiere el uso de la mitad de los espacios interiores para la exhibición de piezas arqueológicas que han sido descubiertas durante la construcción del Tren Maya.
Sin embargo, por una parte, el Macay ha logrado destacar como museo de arte contemporáneo no sólo en Yucatán y el país, sino también en el mundo. Esta circunstancia exigiría no sólo mantener el museo en el prestigio logrado nacional e internacionalmente, sino consolidarlo como un gran recinto de exposiciones de arte contemporáneo. La trayectoria del Macay lo exigiría, al considerar los pocos museos de este tipo de arte.
Por otra parte, mezclar obras del arte contemporáneo con piezas de la antigüedad maya resultaría una paradoja. Es necesario y fundamental considerar que los objetos a exhibir en el mismo recinto provocarían una gran confusión entre los visitantes al museo. No es conveniente reunir en un mismo espacio objetos de distintas épocas, diferentes intenciones, diversas manufacturas. Las exposiciones darían lugar a una especie de conglomerado sin sentido.
Cabe destacar que durante treinta años (este año 2024 cumple 30 años abierto), el Macay ha diseñado y operado distintos proyectos y programas que han ido más allá de las exposiciones, como la atención especial de escolares a través de sus programas escolares en el recinto. Asimismo, destacó por varios años el proyecto Xiímbalarte, que luego tomó el nombre de Chuumpajal, consistente en llevar las artes visuales y la literatura contemporáneas a las comunidades de Yucatán, ofreciendo atención directa a los escolares de primaria de todos los planteles educativos.
Han resaltado, de igual forma, las exposiciones de escultura contemporánea en el Pasaje de La Revolución, tanto para los visitantes al museo como a los transeúntes del Centro de Mérida. Junto con estas exhibiciones al aire libre, lograron sobresalir un tiempo pequeñas exposiciones del acervo artístico del Macay en los centros culturales de varios municipios de Yucatán, que aparecían en las rutas de Chuumpajal, aquel programa itinerante de arte para niños, Cabe destacar que tales exposiciones eran temporales e itinerantes (las obras iban y venían de un centro cultural a otro).
También han sido fundamentales las ediciones del Boletín del Macay, que dan cuenta cada trimestre de las exposiciones temporales de arte contemporáneo que ha albergado este recinto. Y no habrá que olvidar las reseñas y artículos de opinión publicados por el Diario de Yucatán, particularmente en la columna El Macay en la Cultura, que cada semana han escrito distintos colaboradores. A todo ello, es necesario añadir la publicación de ocho cuadernos de trabajo para niños, que incluían ejercicios de artes visuales y literatura especialmente editados para niños.
Bien valdría la pena, como fue mencionado al principio de este texto, no sólo mantener todos los espacios del Macay para el arte contemporáneo sino impulsar su consolidación y ampliar los apoyos gubernamentales para diversificar su operación. Y el INAH bien podría aprovechar los espacios del Museo de Antropología del Palacio Cantón y del Gran Museo del Mundo Maya, que son los más adecuados para la exhibición de sus piezas arqueológicas. De este modo, serían evitadas exposiciones contrapuestas, que no tendrían nada que ver una con otra.
Edición: Fernando Sierra