Opinión
Óscar Muñoz
22/08/2024 | Mérida, Yucatán
Tradicionalmente, en el siglo pasado, las personas esperaban que, cuando llegara un nuevo miembro a la familia, naciera con una torta bajo el brazo. Con los años, la torta fue cambiada por otras cosas, como el lápiz. Y sí, todavía a finales del siglo XX los niños nacían con un lápiz bajo el brazo, con el cual trazaban garabatos sobre las paredes o el piso o los muebles. Sin embargo, desde hace ya algunos años, los niños comenzaron a nacer con un teléfono bajo el brazo, y el lápiz fue a dar al basurero.
Tal parece que los medios tradicionales de expresión se verán sustituidos por otras formas como la Inteligencia Artificial. Entonces, habrá que anticipar desde ahora lo que podría suceder en las nuevas generaciones: crearían imágenes en el teléfono y las enviarán por el mismo dispositivo para compartirlas con otros. Y todo ello sin necesidad de un lápiz, ni un pincel, ni un carboncillo, ni ningún otro instrumento para crear imágenes. Y es que el problema no está en las herramientas, sino en la ausencia de la expresión personal y la nulificación de la capacidad creativa de las personas.
Sin embargo, los niños aún conservan su curiosidad y su impulso hacia la experimentación. Esta circunstancia permite que, si se les ofrece un lápiz o cualquier otro instrumento para la expresión, ellos quieran experimentar desde sus sensaciones más básicas hasta sus visiones infantiles más profundas. Claro que ello implicaría una lucha dispareja entre el lápiz y el teléfono. Para enfrentar este combate desproporcionad, habrá que buscar alternativas para lograr que los niños dibujen lo que les rodea y los que viven dentro de sí.
Claro que hay otras formas de expresión más atractivas entre los niños, como lo es la pintura. Si bien dibujar y pintar son actividades diferentes, una y otra acción son medios idóneos para que los niños se expresen sin mayores problemas. Mientras dibujar implica trazar figuras, pintar involucra imágenes de color, aunque una y otra actividad crea visiones del mundo. Sin embargo, dibujar resulta una acción más simple en comparación con pintar. En la primera, sólo habrá que deslizar el lápiz, en tanto que, en la segunda, habrá que extender los colores con un pincel, de tal modo que surjan las imágenes que se quieren crear.
No cabe duda que el mayor reto ante los niños está en la actividad de la pintura, que compromete el manejo de pinceles de diferente grosor y la combinación de los colores. No es igual, claro está, pintar que dibujar primero y luego colorear. He aquí una tercera opción de expresión, aunque nunca podría superar las exigencias de la pintura. Si bien, trazar las figuras y después colorearlas representa un reto mayor al de sólo dibujar, la pintura siempre estará por encima de las anteriores. Además, es posible que las exigencias de la pintura conduzcan a los niños que la enfrenten a desarrollar con más profundidad sus capacidades artísticas.
Por lo anterior, será más que importante y necesario que los sistemas públicos de educación y fomento cultural y artístico, representados por las secretarías de educación y de cultura, tanto federal como estatal, promuevan programas, más allá de los ordinarios, que estén orientados a impulsar el desarrollo de las capacidades de expresión y de creación entre la población infantil y juvenil. La educación artística en las escuelas parece abandonada, y sólo ha sido simulada a través de las festividades que tradicionalmente son organizadas. Y tampoco los centros culturales han promovido eficazmente la realización de talleres de pintura o dibujo para niños.
Hay por ahí algunas propuestas, ciertamente pocas, que pretenden favorecer las capacidades críticas y creativas de los niños a través de la pintura, el dibujo, la lectura y la literatura, entre otras formas de expresión artística, que habrá que impulsar desde las secretarías de educación y cultura. Ojalá los próximos gobiernos federal, estatal y municipal realicen todo lo necesario para la transformación creativa de los futuros ciudadanos, en este segundo piso de la 4T.
Edición: Estefanía Cardeña