Opinión
Jorge Buenfil Ávila
01/09/2024 | Mérida, Yucatán
Tuve la fortuna de vivir muy pegado a Pastor Cervera, nos veíamos casi a diario, teníamos una dinámica tal que cuando un día “x” no pasaba a su casa, en la tarde sin falta, sonaba mi teléfono, era él diciéndome: "¿Qué hiciste hoy compadre?" Yo contestaba: es que tuve que ir al ICY. Con gran desdén e ironía soltaba un “Ajá, ¿y por dónde te vas?” Por la Canek, compadre ¿por qué? "¿Pasas por la gasolinera que está a la altura de Pensiones?" Sí... "¿Y no te pudiste dar vuelta allá, seguir todo derecho, agarrar la calle de mi casa, tocar la puerta para que te abriera este chingado viejo y decirme: hola hijo de tu tal por cual y te ibas?" Es que... "Nada de 'es que', pasa a verme huepu... no te cuesta nada". Y colgaba. Así fue desde el 90 que llegué a Mérida hasta que él se quiso ir. Muchas anécdotas llevo en el alma con Pastor; un día me dice: "Compadre, tengo un amigo que es abogado y dice que compone. Dice que tiene como mil composiciones, un día me cantó, (según él, las mejores) y yo creo que si esas mil canciones las metes a una licuadora no sale ni el título de una. ¡De ese tamaño! ¿Se cultivan o los cultivan?"
Y sí, cuánta razón tenía mi compadre en eso del cultivo y el autocultivo; es tremendo. Acabo de ver en Facebook a una “maestra” que dice que toca saxofón, clarinete, flauta transversa, guitarra, ukulele y todo tipo de percusiones, además dice tener un método creado por ella para dar una adecuada enseñanza a los niños, vi su trabajo y ¡qué miedo! Si en sus manos está el futuro musical de su pueblo, ¡es verdaderamente terrible! Y así nos encontramos poetas, músicos, compositores, pintores etcétera, que están sobrevalorados o ellos mismos se autocultivan. Padecemos de esto y de todos es bien sabido cuánto daño le hacen a la comunidad artística, es un boleto a la mediocridad; por eso hay que tener cuidado.
Sin duda existen sus excepciones. He seguido muy de cerca la carrera de Las Hermanitas Pech y cada vez que acudo a sus conciertos me sorprenden con sus avances; estas niñas no se marean, saben perfectamente que el estudio las va a llevar a realizar cosas importantes en la música, saben que en esta labor destacan quienes tienen el tesón y la perseverancia de alimentar sus conocimientos, que eso es de todos los días. La música es maravillosa y muy demandante y tiene la posibilidad de ser como el horizonte, vamos hacia ella y nos va abriendo nuevos escenarios, vemos otros brillos, otros colores, otra luz, siempre hay algo nuevo.

Foto: Jorge Buenfil
El sábado pasado estuve en el concierto Trova de mi corazón que se llevó a cabo en el museo interactivo del Palacio de la Música; fue muy grato ver a Las Hermanitas Pech acompañadas por su abuelo y por su padre; es ahí cuando uno dice: ahora lo entiendo todo, hay en esta familia un gran amor por la trova. La tradición la llevan en el alma y esto se lo han transmitido a estas talentosas niñas y algo más, muy importante: hacen las cosas bien, como debe de ser, el montaje de cada pieza nos deja escuchar que atrás hay un gran trabajo de creación, de ensayo y dedicación y eso los oídos lo agradecen. Notable también es la labor de doña Alejandrina (la mamá); ella es quien está al pendiente de llevarlas y traerlas a los diferentes centros donde se capacitan, además de los ensayos, trabajo que no es del escenario pero sí fundamental para el desarrollo de sus hijas.
¡Bravo, don Francisco Pech! (abuelo), ¡Bravo, Javier Pech! (padre), por haberle dado este legado a sus talentosas niñas; sin duda, ellas lo cuidarán como el tesoro que es.
Gracias Sofi Y Dianita, van por el camino correcto, sigan estudiando: las brechas por recorrer suelen tener menos piedras, menos obstáculos, cuando sabemos por dónde caminar.
Edición: Fernando Sierra