Opinión
La Jornada Maya
08/09/2024 | Mérida, Yucatán
A menos de un mes de que Joaquín Díaz Mena tome posesión como gobernador constitucional de Yucatán, este domingo fue presentado al Congreso del estado el sexto y último informe correspondiente a la administración que encabezó Mauricio Vila Dosal.
El mensaje que al respecto dirigió la encargada del despacho, María Fritz Sierra, destacó que se trató de una gestión cuyo objetivo fue siempre velar por un mejor Yucatán y trabajar en equipo; sin distinción de colores, ni signos partidistas.
En el ámbito de lo ideal, el gobierno entrante deberá mantener lo que funciona y modificar o suprimir lo que no esté dando resultados. Sin embargo, estamos ante dos proyectos de desarrollo de la entidad que poseen diferencias de fondo, por lo que seguramente en los próximos meses seremos testigos de diversos reclamos que se relacionarán más con la intención de desmontar parte del andamiaje normativo heredado de la administración de Mauricio Vila.
La historia política mexicana se divide artificialmente en sexenios, cuando también tenemos amplios periodos que vale la pena analizar, y por lo pronto aventurar que con Mauricio Vila concluye una etapa que aprovechó el legado de Víctor Cervera Pacheco en lo económico y a la vez pretendió modernizar las prácticas políticas, y en este momento la entidad ha alcanzado máximos en rubros sumamente importantes para el futuro, pero que también serán los más cuestionados en el futuro.
Yucatán presume el primer lugar nacional en percepción de seguridad, algo sin duda notable pero que palidece cuando la comparación es con estados donde campea el crimen organizado, pero también la delincuencia del orden común encuentra oportunidades en buena medida por la inacción de las fiscalías, lo que garantiza a los criminales un alto nivel de impunidad.
También, por varios años, se creó la imagen de que la seguridad de Yucatán es obra de un solo hombre, y es cierto que el comandante Luis Felipe Saidén ha cumplido como el mejor al frente de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), pero el mensaje de que la seguridad depende de él implica que existe una enorme debilidad institucional en la dependencia y, en caso de que el comandante llegara a faltar por el motivo que sea, lo avanzado podría perderse en lo que un nuevo secretario toma las riendas de la institución.
Por otro lado, el reconocimiento a la labor del personal de la SSP es más que justo. Nadie podrá reclamar que la profesionalización alcanzada, básica para alcanzar mejores índices en materia de seguridad, debe estar acompañada de sueldos y prestaciones atractivas, que motiven a los policías a seguir una carrera institucional, como ocurre en otros países en los que existen linajes o familias enteras dedicadas a este servicio público en particular. Sin embargo, esto ha implicado hacer de lado al resto de los burócratas, que ante las comparaciones resultan menospreciados; especialmente si se tiene en cuenta que no tienen acceso al Infonavit, lo que de esta forma resulta un privilegio otorgado a quienes laboran en la SSP.
Este último año ha sido el de mayor transformación en materia de movilidad mediante el transporte público. Tanto el sistema Va y ven como el Ie-Tram representan un cambio radical en comparación al sistema de permisionarios que se tenía anteriormente. No obstante, la mejoría en el servicio no es sinónimo de mejor calidad de vida para todos: colonias enteras de Mérida reclaman que para hacer la vía del Ie-Tram, que opera con vehículos eléctricos y por lo tanto se presume como ecológico, se arrasó con una gran cantidad de árboles en toda Mérida.
El rubro de desarrollo económico y atracción de inversiones tuvo ya un costo político, en los primeros años de la administración cuando al gobernador se le criticaba por estar más tiempo fuera del estado, especialmente en Europa. Los resultados, sin embargo, están a la vista y aquí será sumamente difícil hallar algo qué cuestionar. La estrategia de estar presente en los foros necesarios, como autoridad con poder de decisión, resultó efectiva y al final eso es lo que cuenta. Aquí, Mauricio Vila marcó una ruta a seguir que le rindió muy buenos frutos.
A seis años, podemos decir que el sello de Mauricio Vila fue el de ejercer un gobierno en coordinación con el federal, lo que permitió atraer diversas obras y mejorar la infraestructura estatal. Algo que se antoja difícil cuando presidente y gobernador provienen de distintos partidos. Sin embargo, los buenos resultados no se reflejaron en la continuidad de Acción Nacional (PAN) en Yucatán y sí, en cambio, el electorado optó por Movimiento Regeneración Nacional (Morena), contra las alternativas tradicionales que tenía en la boleta. Esa es una primera evaluación, no siempre la más atinada.
Por lo pronto, toca al
nuevo Congreso evaluar el informe y determinar a partir de ahí las necesidades inmediatas del estado. Toca pronto recibir la iniciativa del presupuesto estatal y el nuevo gobierno tendrá que revisar a conciencia lo que recibe y detectar dónde están las urgencias para alcanzar un desarrollo que en verdad incluya a todos los yucatecos. Mientras, se avizora una temporada de gritos y sombrerazos durante la cual será vital separar la politiquería de los hechos. En seis años, tocará otra evaluación.
Edición: Fernando Sierra