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Los enemigos de Salvador Alvarado

Noticias de otros tiempos
Foto: La Voz de la Revolución. 1915

Mencionar al general Salvador Alvarado en Yucatán es arriesgarse a sumergirse en opiniones polarizadas. Sin duda se trata de uno de los personajes sobre los cuales no se admiten puntos medios; o es un héroe o es el peor de los villanos, destructor del Yucatán auténtico, y a pesar de que es también uno de los más estudiados, los testimonios sobre él son también radicalmente diferentes y otros documentos, como la prensa, que pudieran echar mucha luz sobre su actuación, o se encuentran en muy malas condiciones de conservación o de antemano se sabe que representan la visión oficial.

Sin embargo, en Yucatán se sabe poco de la actuación de Salvador Alvarado a partir de su salida del estado, a pesar de que se trató de uno de los militares que tenían cierto ascendente sobre la ciudadanía.

Mientras la facción constitucionalista de los revolucionarios permaneció unida bajo el liderazgo de Venustiano Carranza, la animadversión de Alvarado por Álvaro Obregón era conocida por lo menos desde el momento en que el primero fue enviado a Yucatán y el segundo a combatir al gobierno de la Convención de Aguascalientes. Esta rivalidad no hizo más que acrecentar con el paso de los años y, para 1920, en plena carrera por el relevo en la Presidencia, que no llegaría a las elecciones y se resolvería de nuevo por una rebelión (la de Agua Prieta), la prensa dio cuenta de una disputa entre ambos generales.

El periódico El Correo, en su edición del 30 de septiembre de 1920, reprodujo un artículo del diario El Monitor Republicano con el título “¿Qué le pasa a don Salvador Alvarado?”, que había aparecido en la capital del país. En él se criticaba al ex gobernador de Yucatán por los comentarios hechos a “la conferencia que ‘se dice’ celebrada por el Sr. general don Álvaro Obregón con el periodista norteamericano Howard Morton”, y que había publicado El Heraldo de México.

La nota de El Monitor destacaba que Alvarado había incurrido en una falta de lógica “solo compatible con la que campea en su famosa Carta Abierta, reautocomentada por el señor don Juan Azteca”. La premisa del periódico era que Alvarado había puesto en duda que la entrevista hubiera tenido lugar y después dado veracidad a que Obregón había manifestado que “implantaría un GOBIERNO DE MANO DE HIERRO PARA ACABAR CON LA REBELIÓN Y CON LOS LEVANTADOS EN ARMAS”.

En su respuesta a la entrevista, Alvarado había dicho que la frase de implementar un gobierno de mano dura resultaba tan cruda, que había llegado a dudar de su veracidad. Aún así, “a pesar de esas dudas, en su afán incurable de dogmatizar desde lo alto de su trípode, la emprende de esta guisa contra los gobiernos de mano de hierro, y contra el general Obregón: ‘Las frases amenazantes de un candidato, no son un cartel de prestigio, hieren profundamente los sentimientos populares, más aún cuando la triste experiencia de la última dictadura ha dejado una sombra de horror en las conciencias’. ‘¿Ha auscultado el general Obregón el corazón del pueblo mexicano? ¿Ignora que el solo anuncio de un gobierno de mano de hierro, despierta el recuerdo siniestro de los victimarios de 1913?’”

Y seguía Alvarado: “Vuelva el general Obregón sobre sus pasos, vuelva a ser el ciudadano armado, que se identificó con el pueblo para vengar la sangre de los mártires de la democracia y para establecer un Gobierno liberal emanado del voto público y que funcione de acuerdo con las tendencias nacionales. Entonces tendrá el general Obregón la confianza popular, entonces podrá ser electo para la Primera Magistratura… pero para llegar a ese fin, hay que desandar el camino, entrar a la lucha electoral con los procedimientos democráticos y arrojar en un bello gesto de patriota un puñado de tierra sobre la tumba de las dictaduras”.

Lo que llama la atención es cómo la nota es un rejuego entre varios periódicos. La entrevista con Obregón apareció en The New York American, publicación que Alvarado calificó de amarillista, y de ahí fue compartida a la prensa de la Ciudad de México, donde la reprodujo El Heraldo y a donde fue dirigida la contestación de Alvarado, comentario que recogió y editorializó El Monitor Republicano, que finalmente fue retomado en Yucatán por El Correo.

Detrás de esa circulación de notas está un reacomodo de la prensa en torno a la figura de Álvaro Obregón, cuya popularidad era inmensa y mientras pocos entendían por qué Venustiano Carranza insistía en que debía sucederle un civil, desconocido para todos, en la Presidencia. El hecho de que El Correo le diera seguimiento a lo publicado en contra de Alvarado formaba parte de la línea editorial del periódico, lo que también le sumaba lectores y patrocinadores.

En Yucatán, la violenta transición del gobierno de Carranza al de Obregón tuvo también repercusiones, particularmente con la represión de las primeras Ligas de Resistencia del Partido Socialista durante las elecciones a diputados y alcaldes en 1919, pero eso es materia de otras notas, y otros tiempos.





Edición: Estefanía Cardeña


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