Opinión
Anna Goycoolea y María del Carmen Castillo
28/10/2024 | Mérida, Yucatán
Hace un año, lanzamos Cauces del tiempo, una columna semanal con la intención de tender puentes entre la investigación antropológica llevada a cabo en el Centro INAH-Yucatán y la vida cotidiana de nuestro estado. Cada martes, este espacio se ha convertido en un punto de encuentro, un momento para detenerse y explorar temas que en gran medida nos definen y que, a menudo, nos interpelan en lo más profundo.
En este primer aniversario, celebramos no solo el valor de acercar la ciencia y el conocimiento social a todos los lectores, sino también la oportunidad de visibilizar el trabajo de muchas personas de nuestro instituto. Cada artículo ha sido una ventana para conocer el esfuerzo, la dedicación y la riqueza de saberes que muchas veces suelen pasar desapercibidos. Nos hemos dado la oportunidad de conocernos mejor como ciudadanos, compartiendo estudios que en ocasiones quedan relegados a estantes y anaqueles, aunque contienen la esencia histórica y cambiante de nuestro pasado y presente.
A lo largo de un año, Cauces del tiempo se enfocó en conectar el conocimiento académico con el día a día explicando cómo la antropología ilumina temas locales como la identidad cultural, las tradiciones o las problemáticas sociales, acercando a los lectores a comprender su propia comunidad y su historia. Asimismo, buscamos incluir investigaciones que documentaran las dinámicas de comunidades indígenas frente a problemas como la urbanización o la pérdida de recursos naturales; ya que esto no solo sensibiliza, sino que da contexto y una base informada para la participación ciudadana. Por otro lado, sabemos que hablar de los hallazgos arqueológicos recientes o estudios sobre prácticas tradicionales nos recuerda la riqueza cultural de la región y fomenta una ciudadanía más consciente y protectora de su patrimonio.
En este sentido, nuestra columna ha sido una puerta al conocimiento, al gozo de acercarnos a él de una manera accesible, empática y viable. No por estar dirigida a todo público significa que detrás de cada texto no haya una estructura sólida, años de investigación o una rigurosidad académica que respaldan cada palabra. Al contrario, hemos hecho del lenguaje un aliado para democratizar temas complejos y ofrecer una mirada que inspire y contribuya a una comprensión más profunda y enriquecedora de nuestra identidad.
Quizá lo más entrañable de esta columna es saber que llega a cada hogar yucateco, uniendo a quienes la leen en una curiosidad compartida por comprender el mundo que habitamos. Con el deseo de hacer de la antropología una herramienta accesible, el INAH-Yucatán aporta, con cada texto, un pequeño pero valioso grano de arena para construir una península cada vez más fortalecida, de la cual todos, como aprendices, podamos sentirnos profundamente orgullosos.
A nuestros lectores, gracias por caminar a nuestro lado en este viaje de aprendizaje y reflexión. Y a los investigadores, gracias por compartirnos su trabajo, lleno de conocimiento, novedad y años de dedicación. Los invitamos a seguir leyendo Cauces del tiempo cada martes y a ser parte, un año más, de este espacio de encuentro, diálogo y descubrimiento. Que el amor por Yucatán y el deseo de entenderlo mejor sigan guiándonos en esta fascinante aventura al alcance de todos gracias a la oportunidad brindada por La Jornada Maya.
Anna Goycoolea Artís es arqueóloga y directora del Centro INAH-Yucatán,
[email protected]
María del Carmen Castillo Cisneros es antropóloga social del Centro INAH-Yucatán
Edición: Estefanía Cardeña