Opinión
Óscar Muñoz
30/10/2024 | Mérida, Yucatán
Si bien la educación nacional ha padecido, en los gobiernos neoliberales, la disminución progresiva de la matrícula escolar, principalmente en los niveles medios y superiores, también la calidad ha menguado en sus contenidos y sus métodos. Asimismo han sido cuestionados los recursos didácticos, en especial los libros de texto gratuitos, no sólo de los gobiernos anteriores a la 4T sino también los de la Nueva Escuela. Y no es que sean menores los libros escolares de la 4T, sino que no encuentran sintonía con los contenidos y métodos de los programas de educación primaria.
Es sabido por muchos de los importantes logros educativos en los países desarrollados, es decir, en las llamadas naciones del primer mundo, como Suecia y Japón. En el caso del primero, ha sido uno de los países que han destacado por los índices de alfabetización más altos del mundo. En cuando a Japón, éste ha sobresalido por su estricta disciplina escolar, a través de la cual los alumnos están concentrados exclusivamente en su formación y sin dar lugar a los más insignificantes distractores que desvíen su dedicación estudiantil.
Sin embargo, habrá que destacar que, a pesar de que los sistemas escolares de los países referidos son semejantes en la eficacia de sus logros, en ciertos aspectos son diferentes. Por ejemplo, en tanto que en Suecia los alumnos pueden elegir los contenidos a aprender, en Japón nadie tiene esta opción: todos sin distinción deben seguir los contenidos dictados en los programas. Es más, los alumnos suecos organizan sus deberes escolares por periodos, algo que entre los japoneses no es posible intentar. Otro aspecto distinto entre estas naciones está en el uso de los uniformes escolares: Suecia valora la libertad de usarlos o no y Japón mantiene su estricta utilización en todos los alumnos sin excepción.
Ahora bien, ¿dónde es posible insertar en el contexto mundial de la educación el sistema educativo mexicano? Al parecer, ha sido difícil ubicar internacionalmente a la Nueva Escuela. La conducción de la Secretaría de Educación Pública no ha sido la mejor en los últimos tiempos: el sólo hecho de ser conducida en el último sexenio hasta por tres secretarios ya deja mucho de qué hablar. Además, no habrá que olvidar el importante deterioro que ocasionó la mal llamada Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto, lo que ha sido una importante afectación en el avance progresivo de la educación nacional.
Por otra parte, parece que el enfoque del nuevo secretario de educación está centrado en ampliar la cantidad de escuelas y, consecuentemente, de pupitres para más población escolar, sobre todo en centros de educación media básica y superior y educación superior, lo cual está más que bien. Pero sigue faltando atender la calidad educativa, que básicamente estaría determinada por los contenidos y las metodologías de aprendizaje.
Junto con lo anterior, será importante y fundamental acompañar una propuesta eficaz de contenidos y métodos educativos, que conjuguen con los recursos didácticos necesarios, con la capacitación de los docentes. Nunca será suficiente contar con libros de texto gratuito si no se tiene precisado un programa que contribuya en la formación de los futuros ciudadanos, en el contexto del rumbo que ha señalado la 4ª Transformación para el país. Todo aquello que interviene en los procesos de aprendizaje debe estar sintonizado y armonizado.
Queda pendiente, entonces, diseñar con eficacia tales propuestas para todos los niveles educativos, en beneficio de todos los estudiantes y, por ende, del país. Bien por la ampliación de la matrícula escolar, pero hace falta consolidar los programas educativos que aseguren una calidad indiscutible. Habrá que echar mano no sólo de los docentes, sino también de especialistas en pedagogía que cuenten con un enfoque progresista de la educación nacional.
Edición: Fernando Sierra