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Comunidad Franco-mexicana, creativa y activa en Yucatán

El estado se ha transformado con los años, pero perduran las amistades y los lazos diplomáticos
Foto: Dalila Aldana Aranda

Los dichos son sabios y hay uno que estriba “Recordar es vivir”. Hace unos días estuvo la Embajadora de Francia en México, la Señora Delphine Borione realizando una visita a Yucatán con diferentes autoridades del Estado, instituciones y los programas franco mexicanos que se tienen. Madame Borione es egresada de Science Po, con más de 35 años de experiencia como diplomática. Se reunió también con la comunidad Franco mexicana de Mérida, señalando la importancia que tiene para Francia sus ciudadanos que han decidido vivir/trabajar/construir sus vidas y profesiones fuera de Francia.

Señaló que Francia siempre estará muy atenta a sus desarrollos y a protegerlos. Su discurso, fue cálido, sencillo y ampliamente aplaudido.

Ese momento me llevo a pensar, lo que era Mérida, hace 30 años. La ciudad no es, lo que hoy conocemos. En el Harbor, se encontraba la siderúrgica, que estaba más oxidada que el fierro viejo que ahí llegaba, cuando desprendía un humo-polvo cafesoso con olor a fierro.

Por ahí mismo había un letrero metálico, en donde se alcanzaba a leer “Bienvenidos a Mérida 486 000 habitantes”, hoy somos casi un millón de habitantes. La ciudad de hoy presenta pésima movilidad, sus servicios urbanos que se han ido deteriorando o quedando cortos en relación al “crecimiento” voraz de la ciudad. Apagones, deficiente recolección de basura, iluminación, áreas verdes y contaminación del acuífero, sin tratamiento de aguas residuales, con impactos negativos en la Salud ambiental y humana. Lo anterior, me lleva a compartir las acciones de colaboración Franco mexicanas en Mérida, siempre creativas y activas.

A inicios de los noventa, Mérida no tenía las plazas comerciales que ahora pululan por dondequiera. Habían dos supermercados, El San Francisco de Asís que estaba en la prolongación Montejo, hoy es un Super Akí, y en contra esquina el “Blanco”, pequeño sin aire acondicionado, medio obscuro, que venía de la ciudad de México. Ese tenía, otra sucursal en el centro de Mérida, por donde están los arcos que venden productos veterinarios y semillas.

En ese entonces, no sé cómo el “Blanco” traían algunos productos de Francia, entre ellos la Moutard de Dijon (mostaza), les cornichons (pepinitos en salmuera), confitures la Bonne maman (mermeladas), entre otros. Lo que sí tengo muy claro es que en aquel entonces la comunidad francesa y la franco mexicana nos comunicábamos a la perfección. No teníamos smartphones, ni siquiera teléfono fijo en casa (no había líneas, eso decía Telmex). Imagínense, queridos lectores, hace apenas tres décadas de ello. Había un solo restaurant francés chiquito, buenísimo de un bretón extraordinario, Yannick.

Lo que sí teníamos era una red ciudadana eficiente de información, mucha de ella a través de una Institución francesa de gran importancia, la Alliance française (AF), centro cultural y de aprendizaje del idioma francés (en otra entrega, hablaré de la importancia de comunicarlo). En la Alianza nos encontrábamos y nos comunicábamos, entre otras cosas de los productos franceses que llegaban al “Blanco”… “ en tal corredor, en la parte de abajo atrás de un paquete de detergente están los frascos de la moutard de Dijon,  o las tabletas de chocolat noir, agarren, pero no más de dos por persona, para que nos toque a todos”.

Íbamos al “Blanco” y respetábamos la regla de civilidad. En la AF, también había Cine-Club, las películas llegaba cada semana. Sus bobinas dentro de su caja metálica, el director de la AF la hacía de “cácaro”, a veces al terminar la película salía una botella de vino y ahí se hacia el convivio. Varias de esos ciudadanos franceses o franco-mexicanos siguen/seguimos viviendo en Mérida y participando activamente con nuestras acciones y savoir-faire a nuestra ciudad y nuestra comunidad.

Hoy en día, obviamente está comunidad es más grande e interactuamos de otra manera. Las áreas comerciales están por donde quiera, varios de ellos tienen la sección selecta. Cotidiano es ya encontrar Moutard, cornichons, saussisons, fromages beurre, chocolat noir 90 pour cent, etcétera; pero, ampliamente convencida estoy que nuestra comunidad franco-mexicana está presente todos los días en Mérida, tenemos incluso un excelente Sommelier de Bordeaux, que nos ofrece vinos en excelentes condiciones.

La AF está viva, el Cónsul Honorario de Francia siempre atento, Quoi de Neuf, con Martine, presente al igual que la cooperación científica-académica en Cinvestav. Somos todos embajadores cotidianos de La France y de sus principios “Liberté, Egalité Fraternité”. Somos agentes emblemáticos transformadores de nuestra comunidad. 

Dedicado a los amigos que ya no están a Thérése 


Dalila Aldana Aranda

Premio Nacional de Ciencias

[email protected]


Lea, de la misma autora: Compa Ciencia: Calavertitas versus Fantasmitas


Edición: Fernando Sierra


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