Opinión
Leobardo Cox Tec
14/11/2024 | Mérida, Yucatán
Se suele creer de manera errónea que en Yucatán no existen afrodescendientes, pero en varios municipios viven personas cuyas raíces provienen de la negritud. Una persona afrodescendiente es quien se reconoce heredera de la población de origen africano que sobrevivió al sistema esclavista. En ocasiones se hace referencia a que la diáspora africana representa a una multitud de comunidades de ascendencia africana por todo el mundo, especialmente en el continente americano. Este término ha estado sujeto a localismos, como afroamericano, afromexicano, afropanameño, afroperuano, entre otros.
Muy poco, o casi nada, se ha hablado de las personas afroyucatecas, pues hemos sido invisibilizadas y negadas en la historia regional. En contraste, en algunos municipios del oriente y del poniente de la entidad es evidente nuestra presencia y en tiempos recientes hemos comenzado a tener representación en espacios públicos. En lugares como Yaxcabá, Valladolid y Pisté existimos, además, personas que nos asumimos como afromayas, es decir, que presentamos rasgos fenotípicos afro, pero que hemos crecido dentro de la cultura maya viva. Por lo general, los afrodescendientes vivimos en situaciones de marginación económica, política y social, además de enfrentarnos a la discriminación. La sociedad yucateca aún se niega a reconocer la existencia de racismo y de violencia sistemática. Cuando no se admite la existencia de este fenómeno debemos preguntarnos: ¿cuántas personas mayas o afro forman parte de los ámbitos de dirección?, ¿cuántas ocupan una secretaría de Estado o encabezan una empresa? Ciertamente, existe muy poca representación y por eso me parece pertinente y sumamente importante hablar al respecto.

Foto: H. Ayuntamiento de Dzilam González 2024-2027
En días recientes se hizo tendencia en redes sociales y en diferentes medios de comunicación la participación de una mujer afroyucateca en el certamen para elegir a la Embajadora de la Feria Yucatán Xmatkuil 2024, la feria comercial más importante de la región. La representante del municipio de Dzilam González fue Kenia Shalem Hernández Peraza, hija de la maestra Mercy Peraza, originaria de este municipio, y de Vladímir Hernández, afamado beisbolista de origen cubano. Kenia se ha destacado como una joven deportista en las disciplinas de voleibol, fútbol y sóftbol y como artista virtuosa en danza moderna y jazz. Además, se ha desenvuelto como modelo en diversas pasarelas y, actualmente, cursa la licenciatura en Educación Primaria.
Kenia es muy apreciada en Dzilam González y en este proceso contó con todo el apoyo de los habitantes de su comunidad para ser su representante. Su participación visibilizó dos cosas: en primer lugar, la presencia y existencia de afroyucatecos sobresalientes y, en contraste, hizo visible que el racismo está fuertemente arraigado en Yucatán.
Fue sorprendente encontrar comentarios provenientes de promotores culturales que aseguraban que “no parecía yucateca” o que mejor hubieran elegido a alguien con rasgos “yucatecos” (blanca, como lo han sido las reinas de Xmatkuil) y que una mujer afrodescendiente no podía ser representante de la feria. Sabiendo que la competencia sería dura y que tendría que enfrentarse a prejuicios, Kenia logró quedar entre las 8 semifinalistas de la región oriente. Su participación es histórica y nos llena de orgullo, ella es un ejemplo de que los yucatecos somos diversos y de que existen más realidades que poco a poco buscarán representación y reivindicación.
Es importante comenzar a hablar de las poblaciones afroyucatecas y afromayas de la península para crear una cultura de no discriminación. Apenas en 2019 se consiguió el reconocimiento constitucional de los afromexicanos como parte de la composición pluricultural de la nación, para intentar subsanar así la deuda de invisibilidad que ha enfrentado nuestro pueblo. Los afroyucatecos estamos (y siempre hemos estado) aquí, sobrevivimos y luchamos; aquí resistimos y generamos espacios de resistencia y de resiliencia colectiva por el bienestar de todas y todos.
Edición: Estefanía Cardeña