Opinión
Margarita Robleda Moguel
22/12/2024 | Mérida, Yucatán
¿Cómo iniciar el texto de cierre año? Porque ¡vaya que éste vino cargado!
Junto con la prohibición de salir a la calle sola y estudiar, ahora,
a las mujeres de Afganistán, se les añade la prohibición de cantar.
Gaza sufre un genocidio del que me niego, con mi silencio, a ser parte. Tampoco los niños israelíes, como los de Ucrania y Rusia tendrían que sufrir por el hambre de poder de sus gobernantes. El desbordamiento de prolongadas campañas políticas de este país y del otro lado de la frontera provocaron divisiones en la población que urge volver a zurcir en beneficio de México. Infinidad de muertes impunes son el pan nuestro de cada día que sufre el estado de Sinaloa, donde los muertos se cuentan por cientos. Los habitantes de Culiacán marchan por sus calles clamando por paz. ¿Sigo?
Hay quien dice que es mejor no leer noticias, siendo que la ignorancia de ellas no es la solución. Al contrario. La ola llega y estar enterado, te permite, por lo menos, prever.
Tanta información digital con noticias al instante nos ha vuelto indiferentes ante la cantidad de fallecidos, las injusticias, los feminicidios que continúan; ni siquiera aplaudimos
el derrocamiento del dictador de Siria, quien tenía un garaje rebosante de coches de lujo escondidos por no tener donde presumirlos.
La pandemia nos atropelló, aun arrastramos secuelas como la dispersión, el cansancio, los miedos. Estamos hartos, enojados, desesperanzados, esa es nuestra realidad, basta entrar a un centro comercial para ver las caras largas que las canciones de la época no logran borrar.
Ahora bien. ¿Qué hacemos con el enojo?, ¿qué, con la desesperanza? ¿Es eso lo que queremos para nosotros, para los nuestros? Hay varias opciones, donde, destacan tres: “Entretenerse mientras alguien soluciona todo o llega la carroza”. “Competir por el galardón del presidente vitalicio del sufrimiento atroz”. Y, “conectar la de pensar, buscar solucionar a los retos que enfrentamos, preguntarnos todo, hacer alianzas solidarias con los que nos rodean, y no perder el humor, que nos permitirá salir lo menos raspado posible del tsunami que vaticina enero.
Toca pepenar buenas noticias y compartirlas. Cada vez que descubro que algún mexicano destacó en matemáticas o en cultura y deportes, lo comparto. Tal vez si tenemos claro que los mexicanos somos luchadores y alcanzamos reconocimiento en otras latitudes, despertaremos de esa tristeza que cantamos en las rancheras con tanto dolor.
Que este 2025 venga cargado de esperanza, esa que brota de conocer la realidad y la decisión de transformarla en beneficio de todos.
Cargado de preguntas, para que nunca dejemos de investigar y aprender, actitud que nos mantiene más jóvenes.
De sueños que aterricemos en metas que nos mantendrán en camino.
De libros que ensanchen nuestro horizonte y palabras que nos inviten a aprender a comunicarnos.
De empatía para construir puentes para apoyar, también, sueños ajenos.
De mucho amor, que nos llene de ilusiones para vencer al dragón del miedo y la indiferencia, del hastío, la tristeza y la soledad.
Hagamos nuestra la lucha de las mujeres de Afganistán, el hambre de los niños de Gaza, la necesidad de libros de las escuelas rurales, la de las Madres Buscadoras: ¡Somos un solo planeta! Entonces sí, Bienvenido 2025.
Edición: Fernando Sierra