Opinión
La Jornada Maya
29/01/2025 | Mérida, Yucatán
Desde su campaña, Donald Trump prometió imponer aranceles a las exportaciones de México y Canadá si no obtenía la “colaboración” de ambos países en el control de la migración y el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. La intención se ha mantenido y ya tiene fecha de establecimiento, que será en 48 horas.
La medida unilateral, ignorando la existencia de un tratado comercial tripartita que, con un cambio de denominación y varias revisiones, lleva 30 años de vigencia, ha encendido las alertas en la iniciativa privada y especialmente en el comercio de exportación. La estridencia del presidente estadunidense provocó nerviosismo de este lado del Bravo, mas su contraparte mexicana, la doctora Claudia Sheinbaum, contestó llamando a mantener la cabeza fría y a dirigir la atención a las órdenes ejecutivas que para cualquier efecto se firmen en la Casa Blanca. Una respuesta ecuánime y puntual que produjo cierta tranquilidad, pero no obviar las señales de tormenta en el horizonte.
Si algo se ha visto es que la actividad económica mexicana no es la misma que hace seis años. Hay mayor movimiento de capitales y varias empresas mundiales se han instalado en territorio nacional. La pandemia de Covid-19 también obligó a una restructuración de las cadenas de proveeduría y valor, dando pie al nearshoring, según lo cual el mayor valor es la proximidad del principal mercado de consumo, y en esto, México tiene grandes ventajas.
Por otra parte, México también se ha vuelto cliente de otros países, por lo que su intercambio con Estados Unidos es sumamente importante, pero no exclusivo y, por supuesto, tampoco existe el grado de dependencia que se tuvo cuando se suscribió aquel TLC, hoy convertido en T-MEC. El comercio internacional condujo a la firma de casi un centenar de acuerdos comerciales que, hasta la fecha, se perciben como subutilizados y en cualquier momento podrían ser una alternativa para la salida de mercancías nacionales.
En el caso mexicano, a nadie le conviene entrar en una guerra de aranceles. Por donde se le mire, la medida resultará en una franca violación al T-MEC, que estará sujeto a revisión el próximo año y los tres países ya están elaborando los estudios de lo que puede y debe modificarse. Aún así, el tema está en la mesa y al respecto el secretario de Economía, Marcelo Ebrard Casaubón, ha adelantado que se cuenta con un plan preparado. “Sorpresas no va a haber, ni tampoco reacciones intempestivas”, ha sido su ofrecimiento a los mexicanos.
La idea de que el gobierno mexicano no se quedará de brazos cruzados ante la imposición de aranceles, y que la respuesta será dirigida a mercancías específicas, que terminarían inhibiendo su adquisición y alentando la sustitución de proveedores, es esperanzadora, tanto para los empresarios nacionales como para los estadunidenses, pues de ambas partes queda la confianza en que la relación comercial continuará.
Si bien otro sector pronostica que no habrá aranceles ni de Trump, ni de México, puesto que se crearía una espiral inflacionaria que terminarían absorbiendo los consumidores finales, el trabajo del gabinete económico es considerar el peor de los escenarios. Si esto implica que se aplicará otro impuesto a mercancías seleccionadas con precisión, de manera que el impactado sea el productor, se habrá respondido con inteligencia.
Las alertas, por otro lado, están en las principales entradas de divisas para México: las remesas, el petróleo y el turismo. Las primeras disminuirán en los próximos meses, dada la campaña de deportaciones en curso; los hidrocarburos, por otro lado, no tienen la misma demanda y la presión por recurrir a fuentes de energía “limpias” está enfocada en el abandono de esta industria; finalmente, si se busca obtener más recursos del turismo, este sector ya aporta bastante al fisco y también es uno que pone mayor presión en los servicios básicos como agua y electricidad. Es tiempo de buscar otras alternativas, y también de procurar garantías para las inversiones que ya se encuentran establecidas en el país.
Edición: Fernando Sierra