Opinión
Margarita Robleda Moguel
09/02/2025 | Mérida, Yucatán
El pasado viernes, en la secundaria Cuauhtémoc de Pustunich, comisaria de Ticul, participé como presentadora del libro Voces de los jóvenes del Sur, con cuentos y poesías de los alumnos.
La experiencia me pareció tan significativa para los tiempos que vivimos que decidí compartirla en La Jornada Maya. El gozo de los jóvenes autores era inenarrable, qué decir el del director y el de su excelente equipo de docentes comprometidos en extender las alas a los chicos. ¡Bravo! ¡Lo lograron!
"Encontré un texto que me pareció el sustento: El niño que fue castigado constantemente por enojarse y llorar esconderá sus emociones. El que creció sin sentirse escuchado gritará cuando se sienta ignorado. El que creció sin contacto físico le costará demostrar cariño. El que le tocó ser el protector y el fuerte, le costará trabajo pedir ayuda. El que fue criticado constantemente tendrá la necesidad de mostrarle al mundo una y otra vez cuán valioso es".
"Fue así como pude dimensionar el valor del trabajo que realizaron el director de la Secundaria Cuauhtémoc: Dr. José Antonio Hernández y Alejo, quien comenta en el prólogo del libro: “Leer los poemas y narraciones es conocer el pensamiento y las emociones de adolescentes de 13 a 16 años, que actualmente cursan la educación obligatoria -secundaria y Bachillerato-; es adentrarse en la cultura regional del centro-sur de Yucatán a través de la visión de ojos nuevos con escasa influencia externa, poco preocupados por quedar bien en el manejo de las letras; pero, con grandes sueños e ilusiones por llegar a ser alguien en la vida, por trascender".
Asimismo, son excelentes los trabajo de las copiladoras: Mtra. Hortencia Maricruz Peralta Santos y la Mtra. María Patricia Couoh Baas que supieron conectar con los jóvenes, experiencia complicada, y, sin embargo, estos lograron sentirse en total confianza para abrir sus corazones y dejar la pluma danzar, con sus fantasías, miedos, ilusiones, anhelos y emociones; así como el de la editora, la Mtra. Reina Marentes” (quien durante la presentación continuó animando a los jóvenes a no dejar de luchar, compartiendo su experiencia como escritora).
“Creo que los jóvenes fueron los más castigados con el tiempo de encierro que padecimos en la pandemia. Su trabajo en línea no les permitió desarrollar el lenguaje, socializar, vivir las emociones del enamoramiento y el desamor. Conocerse y conocer al otro. Comunicarse. Si a eso le aumentamos la falta de manifestaciones cariñosas que pareciera viven en muchas de las casas de nuestra cultura, de la ausencia del reconocimiento de sus valores personales, “no sea que se vayan a creer”, encuentro en mis múltiples charlas con jóvenes, dolores y soledades atoradas, que se esconden en el mutismo y en el tapa bocas que se volvió el tapa miedos a relacionarse.
Los jóvenes con sus voces no solo representan a los del Sur de Yucatán, estoy segura de que muchos de otros lares se preguntaran: ¿cómo sabe eso? ¿me conoce?
Me pareció muy acertado, que, al finalizar el texto, poesía o prosa, en el libro, se presente al escritor. En una fotografía vemos su rostro y abajo, leemos su reseña: fecha y lugar de nacimiento, pasatiempos y una proyección de lo que algún día le gustaría ser. La universidad está en la mayoría de los planes, así como su aspiración de ser útil a la comunidad. Iniciaron a visualizarse.
Están en la edad de detenerse y comenzar a dibujar sus metas e investigar posibilidades. No perder la esperanza. Hay jóvenes que nunca se detienen a preguntar y a escucharse, como el taller de escritura los invitó a hacerlo.
En el rap que escribí en los últimos tiempos, “Neurona vs hormona”, caí en cuenta de lo anémica que se encuentra la pobre neurona, por eso gana la hormona con tanta facilidad, metiéndonos en problemas con situaciones de poca importancia, ¿Será como ser papá, ser mamá? Por eso recomiendo alimentar a la neurona con lecturas y preguntas, con metas, con ideas y con sueños, siempre en camino, investigando, preguntando, experimentando.
Un día ustedes podrían llegar a ser las copiladores, el director, los maestros o una rana dándole la bienvenida a sus amigos con un ¡Croack! ¡Felicidades, colegas!”
Edición: Fernando Sierra